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Gaza: Apagando el Fuego

  • Foto del escritor: Alejandro Deustua
    Alejandro Deustua
  • 6 oct
  • 3 Min. de lectura

7 de octubre de 2025



En vísperas del segundo aniversario del salvaje ataque de Hamás contra ciudadanos israelíes (7 de octubre 2023) y de la tercera década del asesinato de Yitzak Rabin (4 de noviembre de 1995) que frustró el último intento de establecer la paz entre palestinos e israelíes, el presidente Trump, ha presentado, el 29 de setiembre, un ambicioso plan para la solución del conflicto en Gaza. El Primer Ministro Netanyahu, presenciando el lanzamiento, expresó su acuerdo general con la iniciativa.


De implementarse la propuesta se establecería un alto al fuego en el área y se produciría el retorno de los secuestrados israelíes, la neutralización de Hamás, el establecimiento de un gobierno provisional en Gaza y un derrotero para formalizar la autodeterminación palestina y su aspiración estatal.


El apoyo internacional a la iniciativa ha sido inmediato. Además de Estados Unidos e Israel, los países que tienen o tendrán un rol concreto en el desarrollo del plan (Egipto, Qatar, Turquía, Jordania y algunos europeos) y los que lo apoyan (los países del Golfo, Indonesia, Pakistán) abarcan al Occidente central y a la gran mayoría del mundo musulmán. A ese respaldo se ha sumado el Secretario General de la ONU y el Vaticano a la espera de resultados. Y como muestra adicional de que un gran consenso sobre la solución del conflicto se está configurando, el presidente Putin ha expresado a Netanyahu su interés en una “solución comprehensiva”. Si bien las diferentes expectativas sobre esa solución son altísimas, su frustración se expresaría en mayor deterioro en el área.


He allí la importancia del consenso en marcha. Pero al respecto deberá evaluarse si la voluntad de las partes se asienta en efectivos intereses convergentes. Aunque, a la luz de la historia del Medio Oriente aquéllos sean difíciles de definir, la necesidad de terminar con la matanza en Gaza, el interés de los países del Golfo en consolidar las relaciones con Israel y la necesidad compartida de estabilizar Siria son indicadores optimistas al respecto. Como lo es también el respaldo mayoritario de la población israelí al plan presentado. Sin embargo, la animosidad latente y las divergencias emergentes pueden perturbar las negociaciones de los detalles que se realizan en Egipto.


La aceptación israelí del plan y la más general expresada por Hamas debería iniciar la entrega de los rehenes, incluyendo los muertos en posesión de la entidad terrorista. A cambio, Israel debe entregar a Hamas un número de prisioneros palestinos. El macabro trueque implica complicaciones vinculadas a la identificación de  esos prisioneros por Hamás que, además, reclama condiciones para el cese de fuego mientras guarda silencio sobre su futuro político (que debiera terminar).


Y si, en el ámbito del proceso, Hamás insistiera en participar en las discusiones sobre  el futuro de Gaza luego de aceptar no participar en su gobierno, complicara la desmilitarización de la franja o impidiera que Gaza deje de ser una amenaza, el proceso se bloqueará. Terminar con la presencia de Hamás será difícil aún en el diálogo final  orientado a la generación de valores de coexistencia y tolerancia.


Y si, en el ámbito de la acción, se tiene en cuenta que el terrorismo ha destruido en el pasado procesos de entendimiento de Israel con sus vecinos (p.e. el asesinato de Rabin en 1995), una acción similar de cualquiera podría arruinarlo todo.  Al respecto, la futura  Fuerza Internacional de Estabilización (FIE, a integrarse con países árabes en coordinación con Estados Unidos y otros) que proveerá seguridad fronteriza en la franja y entrenará a la fuerza policial (con Jordania y Egipto) deberá estar alerta a esta eventualidad.


Especialmente si el proceso de activación de la FIE coincidirá con el retiro progresivo de las fuerzas israelíes (que, al margen del perímetro asignado, también podrían intentar consolidar posiciones arruinándolo todo). Esa transición tiene también un grado de vulnerabilidad que se debe prever.


Las precauciones correspondientes son esenciales para que el gobierno temporal de Gaza tenga éxito. Con carácter tecnocrático, éste será integrado por palestinos y expertos internacionales orientados a la provisión de servicios básicos y será supervisado por un ente externo encabezado por Trump y el ex Primer Ministro Blair, entre otros. Ese gobierno temporal entregaría el mando a una Autoridad Palestina reformada.


Ello ocurrirá mientras el proceso de reconstrucción, liderado por Estados Unidos y un panel de expertos, se agiliza. En ese marco se debieran crear las condiciones para la concreción de la aspiración del Estado palestino. Sin embargo, Israel se opone a ese resultado. He ahí otra complicación.  


Considerando el impacto global de la eventual solución de un conflicto regional que ha contribuido a la inestabilidad del sistema internacional desde 1948, el Perú y otros latinoamericanos deberían contribuir, con su apoyo político, a que aquélla sea efectiva.

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