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Alejandro Deustua

Ucrania En El Consejo De Seguridad

21 de febrero de 2022


Finalmente el Consejo de Seguridad abrió, este 17 de febrero, el debate sobre la crisis ucraniana. Si bien éste es un avance multilateral en el intento de solucionar pacíficamente ese gravísimo conflicto, llama la atención que recién ahora el Consejo se aboque a considerar este capítulo de la crisis teniendo en cuenta que esa institución tiene “la responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales” mediante una “acción rápida y eficaz” (art 24.1 de la Carta de la ONU).


Si bien el Secretario General de la ONU ha venido siguiendo el desarrollo de la crisis, a la instancia del Consejo se llega luego de que la diplomacia pluri y bilateral se ocupara de la materia. Ello ha ocurrido en dos etapas. La primera fue definida por las reuniones de los cancilleres Blinken y Lavrov en Ginebra y las de Rusia con la OTAN y la OSCE en Bruselas y Viena. La segunda etapa se desarrolló a través de encuentros bilaterales entre el presidente de Francia, el Canciller de Alemania y el Primer Ministro del Reino Unido con el Presidente Putin.


En ese marco, la reunión del Consejo configuraría, por tanto, sólo la tercera etapa del intento de resolver el “conflicto ucraniano” y la primera de carácter multilateral. Si fuera así, ese conflicto, que afecta al conjunto del sistema, estaría mostrando una arista adicional: El debilitamiento del sistema internacional de seguridad colectiva y el incremento de la voluntad y poder singular de los directamente involucrados para resolverlo a través de otras instituciones basadas también en el poder de sus miembros.


Como atenuante de ese debilitamiento sistémico se podría considerar que los Miembros Permanentes del Consejo (de los que Estados Unidos y Rusia forman parte) optaron primero por el camino plurilateral para llegar al escenario multilateral con planteamientos sólidos de resolución evitando así discusiones innecesarias y vetos prematuros.


Sin embargo, si bien la posición de las partes podría haberse depurado a través de los procesos previos para coincidir todas en que la solución pasa por el cabal cumplimiento de los acuerdos de Minsk de 2014 y 2015 (especialmente del segundo sobre cese de fuego en Donbás, retiro de tropas y de armas de la “línea de contacto” y verificación por la OSCE) y en que una solución política es la mejor opción, el hecho es que el conflicto no se está desescalando.


Es más, hoy el conflicto ha sido considerado por la primera potencia como sistémico (en tanto afecta al orden internacional y a sus principios básicos -en este caso, el respeto de la soberanía e integridad territorial de sus miembros, el no uso de la fuerza para alterar fronteras y la libertad de los Estados para escoger sus asociaciones de seguridad- siendo Rusia el principal agente de inestabilidad según el Secretario de Estado Blinken). Y, además del riesgo de escalamiento, está caracterizado por percepciones contradictorias sobre los hechos en el terreno (que debieran ser constatables por todos).


Así, mientras el Presidente Putin afirma que ha procedido a retirar un número de tropas de las más de 150 mil que rodean a Ucrania, el presidente Biden y su Secretario de Estado consideran falsa esa afirmación y afirman que la situación ha empeorado con el incremento de capacidades en el área, bombardeos en la frontera con Ucrania, ataques cibernéticos y desplazamiento de decenas de miles de civiles (ucranianos rusos del Donbás trasladados al otro lado de la frontera) que Rusia alega han sido agredidos por tropas ucranianas (imputación negada por el lado ucraniano y Occidental).


Por lo demás, autoridades bielorrusas confirman que las maniobras militares en ese país se extenderán más allá del plazo considerado inicialmente al tiempo que Rusia ha llevado a cabo ejercicios con el empleo de misiles capaces de portar armas nucleares (algunos de ellos de alcance extracontinental). Al respecto, el Presidente Biden ha hecho pública su impresión, informada por sus servicios de inteligencia, de que Rusia ya ha decidido invadir y que lo haría en fecha próxima.


Al respecto el Sr. Blinken ha expuesto en el Consejo de Seguridad los escenarios en que se desarrollaría la invasión (incluyendo un ataque a Kiev y una guerra híbrida que incluye el intenso empleo de mecanismos de desinformación o información falsa ) y la búsqueda de un pretexto por Rusia para iniciarla.


En consecuencia el Sr. Blinken ha expresado que Rusia tiene dos caminos. El de la guerra por opción (“war of choice”) que generaría una respuesta coercitiva masiva (pero de precisión) en los ámbitos económicos, tecnológicos, financieros y otros) con Estados Unidos involucrándose militarmente sólo si Rusia ataca a aliados de la OTAN. Entre esos escenarios no se incluyó el reconocimiento por Rusia de los territorios separatista del Donbás.


Y el de la vía diplomática (que empezaría con la declaración rusa de que no invadirá Ucrania, seguiría con el desescalamiento militar e incluiría la implementación de los acuerdos de Minsk y la consideración de los requerimientos de seguridad intercambiados por escrito entre las partes) para la solución del conflicto. Para inducir esa vía diplomática, el Secretario de Estado ha planteado una reunión con su par ruso para esta semana a la que podría seguir una cumbre ruso-norteamericana (que Rusia acaba de denegar alegando que ese encuentro cimero es aún prematuro).


El representante ruso en el Consejo de Seguridad (quien lo preside en esta oportunidad) ha considerado inadecuadas las “especulaciones” sobre el conflicto instando a que Estados Unidos y Occidente se orienten a una “discusión seria” que considere los intereses de todas las partes. El acuerdo de Minsk le parece una vía adecuada pero también los planteamientos de seguridad que Rusia y Estados Unidos han intercambiado por escrito de manera directa. Esta posición, que en términos gruesos, puede ser convergente con la norteamericana no ofrece, sin embargo, desescalamiento militar alguno.


En ese marco, el representante de Ucrania ha exigido a Rusia que cumpla con las obligaciones comprometidas en el acuerdo de Minsk sobre la base de la integridad territorial de Ucrania pero dudando de la voluntad rusa al respecto a la luz de los antecedentes. En ese marco, ha puesto en cuestión, además, el adecuado ejercicio de las funciones del Consejo de Seguridad el que, desde su punto de vista, se ha mostrado débil frente a Rusia en anteriores intervenciones militares de esa potencia (p.e. en Georgia) y requiere, por su lentitud, de una “actualización”.


Y, si como es obvio, Ucrania ha mostrado convicción en su alineamiento con Occidente, también ha juzgado con severidad la insuficiencia de algunos miembros de la OTAN en el aprovisionamiento de medios para su defensa (posición que reiteró en la Conferencia de Seguridad de Munich) y en cierta tendencia al apaciguamiento que algunos socios muestran en relación con la peor crisis de la peor crisis desde la Guerra Fría (como la considera ese Estado). Está claro que Ucrania no desea ser un “buffer state” pero duda de que se su vocación sea adecuadamente atendida.


Por lo demás, ha sido recién con posterioridad a la reunión del Consejo de Seguridad que países como el Perú han expresado su preocupación por el conflicto y apoyado su solución teniendo como marco los acuerdos de Minsk y la Resolución 2202 del Consejo de Seguridad.

Si bien es cierto que ello ocurre sin seguir los pasos de los presidente de Argentina y Brasil, que arribaron a Moscú para fortalecer vínculos con esa potencia en medio de la crisis, la Cancillería no debiera esperar una reunión del Consejo de Seguridad para expresar su preocupación por un conflicto mayor que afecta también a los latinoamericanos y que no implica la propuesta de una solución sobre la que no tiene mayor influencia. Si ha esperado la cobertura del Consejo para pronunciarse elementalmente, ello muestra pérdida de capacidad de previsión. Quizás ésta pretenderá aliviarse luego con expresiones triunfalistas sobre la fortaleza de nuestra inserción externa en momentos de riesgo e inestabilidad como ha ocurrido recientemente.


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