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  • Alejandro Deustua

Punto de Inflexión en Estados Unidos y China

En un contexto internacional de cambio y de vulnerabilidad sistémicos, las mayores potencias democrática y totalitaria del mundo acaban de elegir y seleccionar sus principales liderazgos. El punto de inflexión político y económico que estos hechos marcan al interior de los respectivos Estados será de excepcional trascendencia.


En el corto plazo, luego del inobjetable triunfo de Obama, el Congreso norteamericano deberá superar el riesgo recesivo del “abismo fiscal” (el recorte automático del gasto, estimado en US$ 600 mil millones, e incremento de impuestos) dejado por la anterior legislatura como una bomba de tiempo para la economía global.


Ello será sólo el inicio de una corrección del déficit de 7.3% del PBI y de una deuda superior al tamaño de la primera economía del mundo. Teniendo en cuenta el relativamente fácil financiamiento externo de estos pasivos, los problemas de cohesión social y la necesidad de evitar otra recesión, la aproximación norteamericana a este problema fundamental será gradual (bien diferente al radicalismo europeo) y con perspectivas inciertas en el largo plazo.


A ello se sumará la redefinición estratégica de la primera potencia en términos de capacidades (una reestructuración correspondiente al recorte del gasto militar), de escenarios (la “refocalización” en Asia que será atenuada por el riesgo de entrampamiento en Medio Oriente) y de medios (un distinto uso de la fuerza que compense su pérdida de influencia).


De otro lado, en un marco de indefinición entre mayor apertura para acomodar las expectativas de las clases medias emergentes y atender la fuerte inestabilidad social (una mezcla de problemas demográficos, desigualdad creciente y protestas campesinas) y mayor coerción para corregir estos problemas, el Partido Comunista chino deberá solucionar sus problemas de legitimidad.


El aterrizaje suave de la economía china (un crecimiento de 7.8% este año según el FMI) y una mejor perfomance en el 2013 (8.2%) permitirá afrontar mejor el problema social. Y también el estratégico marcado por la necesidad de entendimiento con Estados Unidos y la creciente tensión con vecinos que buscan en la primera potencia un balance efectivo.


Si el Perú no se desliga de Occidente tendrá mejores oportunidades de actuar en ese escenario.


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