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  • Alejandro Deustua

La Visita del Presidente Electo a Estados Unidos (2)

La visita de toma de contacto del presidente electo a los Estados Unidos ha sido un éxito para el Perú. Y lo ha sido tanto por el resultado como por la capacidad de compromiso que tiene el futuro Jefe de Estado. Claramente, éste no es el caso del desconocido que, de manera escandalosa, acaba de visitar Rusia.


En el primer caso, el futuro de la relación con la superpotencia se despoja, de momento, de la incertidumbre generada por el programa original y la ideología del excandidato. Luego de su periplo suramericano el señor Humala sigue cumpliendo con el deber promover el interés nacional esta vez en los Estados Unidos. En ese marco se explica que una visita de toma de contacto con la Secretaría de Estado y el Consejo Nacional de Seguridad se transformara, en la práctica, en una visita de trabajo con el presidente Obama. Ello tiene un significado que desborda el protocolo.


En efecto, el presidente norteamericano ha propuesto al Perú trabajar en el marco de una “asociación paritaria”. Esa propuesta no es circunstancial en tanto es el instrumento con que, desde el 2009, Estados Unidos pretende relacionarse con América Latina dejando de lado las grandes estrategias para privilegiar los compromisos independientemente del status del interlocutor.


Ello puede pecar de voluntarismo (plantear una asociación entre iguales sin destacar la dimensión de las asimetrías es tan interesante como políticamente irreal) pero no de exigencia: quien se involucre en ese tipo de relación estará adquiriendo responsabilidades (y no sólo derechos) que le serán exigidas.


Este nuevo tipo de pragmatismo en el marco del quiebre del consenso liberal en la región implica para Estados Unidos convergencia de intereses y respeto a la diversidad política. Más allá del juicio de valor, ello es convergente con la disposición norteamericana a atenuar costos externos compartiéndolos a través de la corresponsabilidad. Ello influirá en el trato de problemas de seguridad (narcotráfico), desarrollo (la lucha contra la pobreza) y económicos (los acuerdos comerciales).


A este marco de relación planteado al señor Humala (quien debe aún definir el de su gobierno) se ha sumado, la voluntad compartida de trabajar en los escenarios del Pacífico e interamericano.


Al primero, cuyo epicentro será la próxima cumbre de la APEC en Hawai al que el señor Humala ha sido invitado, se debiera sumar, por implicancia, la negociación del acuerdo transpacífico (el mayor acuerdo de libre comercio del área) y el Arco del Pacífico (que debiera ser de interés norteamericano).


En el escenario interamericano, el señor Humala se ha comprometido en la OEA a involucrarse en la promoción de la democracia en la región. Ello fortalecerá el sistema hemisférico siempre que se afirme la naturaleza representativa de la democracia que se defiende. Lo expresado, sin embargo, es un gran avance en relación a la situación anterior.


Nada de esto puede ser oscurecido por la turbia misión de un desconocido a Rusia vinculado al partido del presidente electo pero no al Estado. Ese foco de erosión del interés nacional debe ser cancelado de inmediato.


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