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  • Alejandro Deustua

La Exportación de Materias Primas en el Centro del Empuje Comercial: ¿Reiterando el Pasado?

A pesar de que la recuperación global reitera su lento y vulnerable progreso, la estadística de la recuperación de los países en desarrollo muestra una tendencia más dinámica y también más optimista. Aunque en ella América Latina influye menos de lo que debiera, su contribución es significativa.


Si bien, una buena parte de ese aporte se debe al aumento de la demanda interna y la emergencia de clases medias, el componente externo liderado por el comercio cumple, como siempre, un rol sustancial para la proyección de crecimiento latinoamericano de 5.2% (5.8% para en Suramérica) este año (1). Especialmente si, luego de una caída exportadora de -22.6% el año pasado, la CEPAL proyecta el incremento de las ventas al exterior en 21.4%. (2).


Aunque esa proyección no compensa aún la contracción del 2009, es evidente que los beneficios del comercio han sido notorios desde el punto de vista fiscal (ayudando a financiar el mayor gasto público y a mejorar la balanza de pagos) y privado (especialmente en el caso de las grandes empresas). Si a ello se agrega la mejora de los términos del intercambio derivada de un incremento notorio del valor de las exportaciones (que ha sido muy superior al volumen), el resultado es todavía mejor.


Sin embargo, de esta estadística no puede derivarse similar entusiasmo en el largo plazo. Ello se debe a que, más allá de la recuperación económica, la región ha fortalecido en la última década un tipo de inserción externa basada crecientemente en la exportación de materias primas, el consecuente descenso de las exportaciones con valor agregado de tecnologías media o alta y la aparición de un nuevo centro internacional estimulador de esa relación estructural (3).


En efecto, luego de que en el bienio1998-1999 las exportaciones con valor tecnológico alto aumentaran hasta el 15%, aproximadamente, y el peso de las exportaciones de materias primas en las ventas totales descendiera a 26.7%, en el bienio 2008-2009 las primeras habían descendido a 11% aproximadamente mientras las segundas aumentaron a 38.8% del total. Aunque esto es una mejora en relación al bienio 1981-1982 (cuando el peso de las materias primas era de 51.5% y el de bienes de alta tecnología 2%) (4), la situación actual marca un retroceso en el patrón de progreso del crecimiento e incrementa la vulnerabilidad respecto de los precios de los recursos básicos.


Esta situación es aún más aguda en Suramérica, subregión en la que si bien la perfomance exportadora supera a la de América Central y a la de México (el crecimiento de las ventas andinas es de 29.5% y el del MERCOSUR de 23.4%, superiores ambos al promedio latinoamericano de 21.4% de este año), el peso de las materias primas en esas ventas es superior a las que éste tiene en las exportaciones de las otras subregiones (5). Este patrón exportador intensifica su consolidación debido al incremento sustancial de la demanda china (y, en general, la asiática). Éstas se van constituyendo, en no menor escala, en regeneradores del tipo de relación comercial que los latinoamericanos desearon hace tiempo abandonar en tanto no genera empleo suficiente, concentra el ingreso al tiempo que la inversión consecuente aporta escasa tecnología.


Esta estructura primaria no está siendo aliviada aún por el incremento de la capacidad de consumo (que, si bien, en la circunstancia actual de altos precios de los recursos básicos, no deteriora los términos de intercambio tampoco es suficiente aún para diversificar la oferta industrial) ni por la expansión de la pequeña y mediana empresa (cuya capacidad exportadora de bienes no tradicionales es todavía menor).


Por lo demás, según la CEPAL, esa tendencia se da sin que a fines de esta década se haya superado la dimensión exportadora de la década pasada en la que la diversificación de la oferta exportable fue mayor (6).


Es en este contexto que países como el Perú (cuyas exportaciones de materias primas explican alrededor de 70% del total superando de largo el promedio regional) deben repensar su estrategia exportadora. Si bien la red de acuerdo de libre comercio abre la posibilidad para que ese cambio se produzca, los escasos niveles de acumulación de capital, de productividad y de disposición tecnológica se ven superados largamente por el tipo de inversión en el sector extractivo. Si ello es consecuencia de las limitaciones del sector privado, el patrón consecuente debe llamar la atención promotora del sector público.


Al respecto, la buena noticia es que en países como el nuestro, la importación de bienes de capital y de productos intermedios sigue siendo mayor a la de bienes de consumo. Mientras esa tendencia se mantenga, las expectativas del desarrollo no sucumbirán, como el pasado, a una situación en el que la importación de bienes de consumo generaba desindustrialización, inflación y mayor desempleo.


Si ésta es una razón adicional para mantener la apertura económica, debemos también empeñarnos en el incremento sustancial y diversificación del tipo de inversión nacional, pero especialmente extranjera, con la capacidad suficiente para eliminar la distorsión que producen una excesiva participación de las exportaciones primarias en la balanza comercial y con la habilidad requerida para apurar el desarrollo.



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