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Alejandro Deustua

Estados Unidos: El Tercer Debate

Si el propósito de los debates sobre política exterior ad portas de una elección es ganarla, la línea que separa esta circunstancia del interés nacional no es fácil de trazar. Sobre ella se ha desarrollado la “discusión” entre el Presidente Obama y el gobernador Romney intentando no cruzarla.


Ello no es excusa, sin embargo, para que los contendores presentaran sólo una versión de la política exterior norteamericana (la vinculada a la seguridad y defensa) restringida a un escenario (el Medio Oriente), a dos medios (el uso de la fuerza y la asistencia económica) y a un conjunto focalizado de amenazas (el extremismo islámico, el terrorismo y su aspiración nuclear).


Aunque el debate se inició con una preocupación estructural (la pérdida de influencia de Estados Unidos) rápidamente adquirió el sesgo mencionado. Éste efectivamente tiene la importancia del momento (la barbarie siria y libia), de una amenaza emergente (la adquisición iraní del arma nuclear) y de una preocupación geopolítica de primer orden (la gran inestabilidad en el Norte de África y Medio Oriente).


El marco de este escenario lo brinda parcialmente la Estrategia de Seguridad Nacional norteamericana (que considera desde hace años que la principal amenaza es la adquisición de armas nucleares por entidades terroristas) y lo que quisiera ser la “doctrina Romney” (una visión de política exterior centrada en el escenario en cuestión y articulada con lenguaje y fuentes de la Guerra Fría).


Pero si la política exterior norteamericana es más que eso, no parece sensato que, por desatención, se implicara que ésta no se “reorienta” hacia el Pacífico, que no existe una crisis económica que consume a Occidente y desestabiliza al sistema internacional, que la primera potencia tiene “enemigos geopolíticos” permanentes (Rusia), que la emergencia china sea a un problema de manipulación cambiaria y que no hay proliferación de conflictos regionales, fragmentación global, involución del comercio o regiones no islámicas que convocan el interés norteamericano.


Si los señores Obama y Romney compiten por la presidencia de su país, es indiscutible su derecho a apelar esencialmente a su electorado. Pero si compiten también por el comando de la primera potencia, su interés implica atender los principales problemas del sistema internacional.


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