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  • Alejandro Deustua

Crisis en la Costa Azul

La próxima cumbre del G20 (Cannes, noviembre) deberá tener una agenda operativa.


Este requerimiento deriva de la “nueva fase de peligros” que acechan al mercado (FMI) y de la cuestionable atribución a las economías emergentes de una universal capacidad estabilizadora. Pero también deviene del riesgo de que las diferentes aproximaciones a la crisis por los miembros de la OCDE generen fragmentación y recesión y que esos países y los demás desentiendan las lecciones de los años 30.


Si las políticas de estímulo monetario norteamericano y de ajuste ortodoxo europeo son la base para la pérdida de coordinación multilateral también lo son para el cuestionamiento de esas políticas por economías emergentes.


En efecto, las autoridades económicas brasileñas ya han hecho cuestión de Estado por el exceso de liquidez que produce indeseable apreciación de las monedas de las economías menores (una referencia al FED). Ahora la Presidenta Rousseff acaba de cuestionar las políticas de ajuste de la Unión Europea que sacrifican crecimiento y empleo. Ello ha sido acompañado de una advertencia contra el “inmovilismo político” de la UE para afrontar una crisis que se expande, que ya es sistémica (Trichet) y que involucra al euro, la deuda y, ahora, a los bancos europeos.


Al respecto resulta evidente que Estados Unidos, la UE y Brasil (que es un miembro BRIC) tienen, además de realidades distintas, visiones disímiles de la crisis que complican fuertemente la cooperación multilateral.


Además de ello, el G20 deberá confrontar el resurgimiento proteccionista. Un ejemplo. El Senado norteamericano procesa una ley que autoriza la retaliación contra las exportaciones chinas si se prueba que la subvaluación del yuan (que es real) equivale a un subsidio. El Ejecutivo podría vetar la ley teniendo en cuenta que China ha permitido una mínima apreciación de su moneda. Pero ello no es seguro. Alguna reacción habrá.


Por lo demás, Brasil, está protegiendo su mercado contra un “asalto” de importaciones baratas extraregionales. Ello complica también la relación vecinal.


El G20 no podrá cruzarse de brazos frente a este problema ni seguir postergando otros como la regulación del mercado financiero, la efectiva supervigilancia bancaria y la reforma institucional. ¿Tenemos algo qué decir?.


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