Colombia: Negociación y Riesgo
- Alejandro Deustua
- 10 sept 2012
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América Latina no es aún una zona de paz. La violencia y el desborde de algunos de sus conflictos internos y la subsistencia de amenazas convencionales reconocidas por el sistema interamericano asà lo indican.
El anuncio del gobierno colombiano de iniciar negociaciones con las FARC segĆŗn los tĆ©rminos convenidos en las conversaciones de La Habana implica que, de tener Ć©xito, uno de los principales factores contribuyentes a la inestabilidad regional habrĆa sido cancelado.
Ese resultado, cuyo proceso serĆ” apoyado por Cuba y Noruega y acompaƱado por Chile y Venezuela, tendrĆa un gran impacto en la valoración estratĆ©gica de la región. Su mayor estabilidad, aunque permeada por el desequilibrio militar, contrastarĆa favorablemente con la situación de creciente beligerancia en el Norte de Ćfrica y el Medio Oriente (que alberga estados en transición polĆtica, conflictos inveterados y riesgo de guerra de implicancia nuclear) y en el Asia (donde interaccionan desbalances de poder y conflictos territoriales).
De ese resultado, sin embargo, no hay ninguna garantĆa porque las FARC, si bien disminuidas en capacidad ofensiva mantienen una considerable capacidad de desafĆo y porque, salvo por la esperanza de un buen resultado, no existe situación militar que obligue a negociar.
De allà que el ex-presidente Uribe considere que ese proceso es imprudente y que el presidente Santos se disponga a disminuir los riesgos del mismo manteniendo la ofensiva militar para generar mejores condiciones negociadoras. El problema es que esa posición puede suponer la misma racionalidad en las FARC. Si la negociación fracasa el resultado puede ser uno de mayor violencia.
Y si el inicio de negociaciones no implica tregua tampoco supone cambio de la naturaleza narcoterrorista de las FARC. Su dominio del negocio del narcotrĆ”fico y sus vĆnculos con otros movimientos terroristas encontrarĆ”n en el fracaso de la negociación un aliciente para fortalecer esa condición.
En ese marco y a la luz de anteriores frustraciones (Betancourt, Pastrana) la necesidad de Ʃxito es mayor.
Ello implica que, mÔs allÔ del apoyo idealista a ese proceso, los vecinos de Colombia estÔn obligados a apuntalarlo mediante un cauteloso compromiso estratégico que supera el campo diplomÔtico. Ello no ha sido bien entendido aún en el Perú.




