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  • Alejandro Deustua

Las Visitas de Putin y XI Jinping a Algunos Países de la Región

Alrededor del interés sistémico chino y ruso de consolidar al grupo BRICS mediante una entidad financiera (el Banco de Desarrollo y el Acuerdo de Reservas Contingentes conformados en Brasil), los presidentes Xi Jinping y Vladimir Putin han expresado, en gira por diferentes países de América Latina, sus particulares intereses nacionales.


Si ambos tipos de interés son de carácter geopolítico, éstos se dan en un marco excepcional: al margen de las crisis extra-regionales, el total silencio norteamericano en la consolidación de estos acuerdos, que incumben a su interés, es un notorio fenómeno político que seguirá cambiando el curso de América Latina.


Por lo demás, la naturaleza de los intereses ruso y chino en el área ha sido presentada de manera bien contrastada. Si pudiéramos definirlos de manera resumida se diría que mientras que Rusia ha priorizado intereses de seguridad en el marco de iniciativas económicas en la gira por Cuba, Nicaragua, Brasil y Argentina, China ha optado sólo por los económicos en su paso por Brasil en ruta por Argentina, Venezuela y Cuba.


Por lo demás, si Brasil era el punto de encuentro, a nadie escapa la coincidencia sino-rusa en Cuba y Argentina. La dicotomía de intereses se expresa así en áreas yuxtapuestas revaluando hoy el status de estas dos potencias latinoamericanas en torno a la prioridad brasileña.


Así, al comienzo de la gira latinoamericana en Cuba el Presidente Putin no ha dejado que el gesto financiero mayor (la condonación del 90% de los US$ 35 mil millones de pasivos adquiridos desde la vigencia de la URSS) destaque por sí sólo.


Este debía ser percibido como una prueba de la renovada alianza estratégica con el gobierno de la isla indicando el fin del ciclo del distanciamiento como producto de la disolución de la URSS y como inicio de otro que superase los términos de la solidaridad. Más aún cuando un objetivo contingente se presentaba en el marco del nuevo distanciamiento ruso-norteamericano: quebrar el bloqueo estadounidense sobre la isla.


En lugar de ello, todos los diarios que cubrieron la gira (la creíble BBC entre ellos) anunciaron que el presidente ruso había reiterado la vieja alianza de la Guerra Fría (en realidad, el vínculo de seguridad entre el hegemón soviético y el súbdito cubano) en el contacto con los dictadores Castro a través de un mal entendido: luego de que el diario ruso Kommersant (de amplia cobertura internacional) afirmara que Rusia se había comprometido a restablecer las capacidades de la base de Lourdes como un centro de espionaje electrónico en América, el presidente ruso desmintió la noticia con toda naturalidad demasiadas horas después.


En ese marco, que sugiere que se mantiene vigente el carácter conspirativo del vínculo ruso-cubano, las partes suscribieron acuerdos petroleros que aseguran la presencia de empresas rusas (Zarunbezhneft y Rosneft) en la isla para explotar yacimientos en la plataforma continental cubana que pueden contener hasta 20 mil millones de barriles (el Servicio Geológico de Estados Unidos estima las reservas entre 4 y 9 mil millones de barriles); acuerdos satelitales que implican la construcción de estaciones terrestres del sistema ruso de navegación GLONASS (un GPS ruso que también se ofreció a Argentina), la construcción de cuatro centrales eléctricas, un hub de transportes que implica la modernización del puerto de Mariel (donde ya actúan empresas brasileñas) y un nuevo aeropuerto de carga; y un programa de seguridad de información (RT).


A pesar de que algunos de estos intereses ya se desarrollan con empresas brasileñas (Mariel) y venezolanas (petróleo), la insistencia rusa en ofrecer razonablemente sistemas de comunicación distintos a los globales norteamericanos revela también ánimo de competencia estratégica en el sector.


Luego el Presidente Putin realizó una visita no planeada a Nicaragua (La Nación de Costa Rica). En ese país el Presidente ruso expresó interés en participar en la construcción del canal interoceánico que, por US$ 40 mil millones, deberá realizar y gestionar (por cien años) la empresa china HK Nicargua Canal Development Investment. Al margen de que ese proyecto despierte reticencias ecológicas (atravesará el lago Cocibolca, el más grande de la región después del lago Titicaca) el hecho es que se cruza con un interés chino ya establecido señalando la pugna de intereses nacionales chinos y rusos en la región.


Por lo demás, el Presidente Putin consolidó la amplia agenda de cooperación económica y militar con Nicaragua reanudada con el retorno de Ortega al poder en el 2007 sobre la base de la vieja colaboración con la URSS. Más allá de que en Nicaragua se han llevado operaciones norteamericanas y rusas de lucha contra el narcotráfico, el interés ruso de recuperar otra alianza estratégica marca el perfil de su presencia en el área.


Así, en respuesta a la pérdida de viejos clientes militares en Europa del Este y de cara al impulso de las exportaciones rusas de armas (las mayores en volumen en el ámbito global), el presidente Putin abrió aún más la posibilidad de venta al Brasil, en el corto plazo, de un sistema de defensa antiaéreo ruso luego suscribir un acuerdo para la realización de ejercicios conjuntas entre las respectivas fuerzas armadas (Deutsche Welle).


A ello se llegó luego de que Rusia vendiera con anterioridad a la mayor potencia regional misiles de corto alcance y de que Brasil expresara su intención de lograr una cooperación más estrecha en los sectores de energía, defensa, ciencia y tecnología e infraestructura para “alcanzar soberanía”… "a la luz de los acontecimientos recientes” según autoridades brasileñas (El Economista).


Más allá de las compras militares brasileñas a Suecia o a Francia, el sustrato del relacionamiento de Brasil con Rusia parece desarrollarse sobre una base coincidente que supera la simple adquisición comercial.


En el ámbito energético Rosneft y Petrobras acordaron la producción y comercialización de gas cuyas reservas se encuentra en la cuenca amazónica brasileña (Anlatam). Y en el ámbito económico rondaron las buenas intenciones con la disposición mutua de incrementar el comercio bilateral de US$ 5600 millones a US$ 10 mil millones sin que medie ningún acuerdo de libre comercio. Ello sugiere una mayor participación del Estado en este tipo de operaciones.


De otro lado, en Argentina, donde el Presidente Putin fue invitado a cenar con los presidentes de Venezuela, Uruguay y Bolivia (aunque el Presidente Maduro canceló su viaje), el Presidente ruso suscribió también varios acuerdos entre los que destaca el de cooperación nuclear para fines pacíficos. Este implica la posible participación de Rosatom en la planta Atucha III cuya construcción aún no se ha iniciado (mientras que Atucha II no está concluida) en el que, a un costo de US$ 3 mil millones, también participarían Francia y Canadá.


Este desarrollo marca un nuevo interés regional por la generación de energía nuclear (y que un país sin la infraestructura ni los resguardos necesarios como es Bolivia también desea) que se ha planteado sin hacer mención pública del Tratado de No Proliferación. A la luz de los acontecimientos iraníes sobre la materia, ésta es ciertamente una iniciativa mayor rusa en la región.


Tan importante como ese proyecto es la disposición de Rusia y Argentina a fortalecer la cooperación multilateral (ONU, G20, OMC) luego de que Argentina se abstuviera de condenar la absorción de Crimea por Rusia haciendo un símil con las Malvinas (el Reino Unido desea un referéndum sobre las Falklands mientras Occidente se opone a una consulta popular sobre la pertenencia de Crimea). Ello ha confirmado para Argentina la dimensión práctica del status de socio estratégico de Rusia. Otra innovación en el área.


Venezuela, de lejos el mayor comprador de armas rusas, no fue esta vez parte de la gira del presidente Putin. Ello puede señalar la frustración rusa con el gobierno del presidente Maduro en claro contraste con la desarrollada con el ex - Presidente Chávez. Pero la vinculación venezolana con Cuba asegura que Rusia no disminuirá su interés por el divisivo gobierno del norte suramericano.


De otro lado, el Presidente Xi Jinping sí visitará Venezuela además de Cuba y Argentina.


Pero empecemos por Brasil. La prioridad que otorga china a la infraestructura brasileña que sea útil para agilizar el comercio se reflejará en una línea de crédito para Vale do Rio Doce que apure ciertos desarrollos mineros (probablemente hierro que China requiere). Y para agilizar los contactos con su principal mercado suramericano, China adquirirá de Embraer 60 aviones de pasajeros acompañados de un posible financiamiento de desarrollos ferrocarrileros que contribuya a cerrar la brecha de infraestructura favoreciendo el proyecto ya propuesto a Brasil y Perú para interconectar. por vía férrea, el Atlántico con el Pacífico. Ello podrá agilizar el comercio con el Brasil a través de la cuenca del Pacífico teniendo en cuenta que China es ya el primer importador de bienes brasileños.


En Venezuela el Presidente chino como mínimo ratificará centenares de acuerdos ya suscritos (alrededor de 300) con ese país. Por lo pronto, China desea aumentar las compras de petróleo venezolano de 630 mil barriles diarios a 1 millón de barriles diarios. Tamaño emprendimiento bien vale una vista de la más alta autoridad china.


Y de lo que se conoce de la visita a Argentina que se realiza en estos momentos, destaca la consolidación de la cooperación financiera china mediante compromisos de inversión en infraestructura. Esta se centraría en dos represas en Santa Cruz (al sur del país) y la modernización del ferrocarril Belgrano Cargas que comunica el noroeste argentino con los puertos del Atlántico.


La dimensión estratégica de este proyecto consiste en asegurar el aprovisionamiento de soya argentina a China y la consolidación de nuevas operaciones comerciales por US$ 1500 millones (China es el segundo socio comercial argentino con un intercambio de alrededor de US$ 15 mil millones en el 2013) (ABC).


Además se suscribirán acuerdos de inversiones, telecomunicaciones, energía (una posible participación china en la explotación de los yacimientos de Vaca Muerta) y cultura que consultarán el interés de 200 empresarios chinos incluidos en la visita.


A esta dimensión de interrelación el embajador chino en Buenos Aires ha otorgado el modesto calificativo de generador de confianza.


Así mientras Rusia desea, en apariencia, ganar posiciones estratégicas en América Latina y fortalecer relaciones de seguridad sin desatender el lado empresarial, China hace lo mismo en el ámbito comercial y empieza a hacerlo en el financiero y empresarial.


En ambos casos los resultados se reflejan en un no resistido desplazamiento norteamericano como si América Latina fuera un escenario vacío donde todo está por conquistar, de orientación ciega carente de preferencias occidentales y de una indiferente posición a la forma como se desea y propone la evolución de un sistema multipolar.


Es más, si a Brasil le ha toca esta vez ser el centro articulador de estos desplazamientos por haber sido sede la 6ª cumbre BRICS (y porque es la mayor potencia subregional), parece claro que a China y Rusia no les interesa demasiado la realidad de la fragmentación regional y que, en ese marco, prefieren destacar viejas prioridades de relación en las que no destacan los miembros de la Alianza del Pacífico ni su condición cuasi-dependiente de los mercados asiáticos.


Es hora de que los miembros de esa Alianza mediten sobre el particular teniendo en cuenta que ser un ribereño de la cuenca no asegura, necesariamente, prioridad de relación ni el status correspondiente.


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