La Negociación Comercial con la UE: Una Turbulencia Que Debe Ser Superada
- Alejandro Deustua
- 17 oct 2008
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Luego de mucho bregar, la Comisión Europea comunicó, a través de cartas dirigidas a los presidentes de Perú y Colombia, su disposición a iniciar negociaciones bilaterales de sendos acuerdos de libre comercio en el marco de un convenio de asociación con la CAN.
El PerĆŗ habĆa intensificado sus gestiones en torno a esta alternativa luego de que Bolivia insistiera en bloquear tal posibilidad en el Ć”mbito andino. Esta opción fue la elegida luego de que la indefinición del esquema de āarquitectura variableā andino se interpretara en función de los tiempos de la negociación: Ć©sta se conducirĆa al ritmo de los paĆses que desean avanzar en un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea y no al paso de los que lo desean menos. Ello implicaba la opción bilateral sin quebrar la coordinación en otras Ć”reas.
Sin embargo, en la reciente cumbre andina realizada en Guayaquil, a la que concurrió el Presidente del PerĆŗ, pero no el de Colombia, los mandatarios andinos decidieron, en apariencia (no ha habido hasta ahora un comunicado oficial), volver a plantear a los europeos un esquema de negociación conjunta con diferentes tiempos pero sin hacer mención alguna a negociaciones bilaterales paĆs-bloque.
Es mĆ”s, los presidentes andinos habrĆan optado por instar a la Unión Europea a que replantee el formato negociador en una cumbre iberoamericana a realizarse próximamente en AmĆ©rica Central. Esta decisión ha generado gran confusión en un escenario de por sĆ complejo (p.e., el que implica el cambio del mandato negociador europeo y el de la desavenencia ideológica en la CAN) en un contexto de fuerte incertidumbre económica.
Por lo demÔs, el cambio de gabinete en el Perú (que implica un cierto cambio del centro de gravedad ideológico en el gobierno) o el hecho de que la reunión se haya celebrado en Guayaquil a invitación del Presidente Rafael Correa no son explicación suficiente para mostrar falta de consistencia en una decisión de interés nacional ya tomada en relación a Europa.
En efecto, si la presencia de una nuevo Primer Ministro muestra una mayor disposición a priorizar la solución de la problemĆ”tica social del paĆs, esa variación no obliga a cambiar la orientación de la inserción externa del PerĆŗ.
Por lo demĆ”s la incierta decisión de la cumbre andina no puede explicarse por la disposición presidencial a no alterar la buena relación con el Ecuador o el Ć”nimo del Presidente Correa. Si ello ha ocurrido, el PerĆŗ estarĆa emitiendo una seƱal de inconsistencia en objetivos de polĆtica exterior ya definidos y en plena ejecución en función de requerimientos importantes pero fuertemente imbuidos de valor onomĆ”stico (por ejemplo, la celebración el próximo 26 de octubre del dĆ©cimo aniversario del tratado de paz de Brasilia o la inminencia de una reunión de gabinetes de los dos paĆses).
De otro lado, la relación con el Ecuador es suficiente sólida mientras que el Presidente Correa ya ha dado muestras de su decisión de no apelar al bloqueo de los intereses peruanos de proyección extraregional (p.e., en el caso de la flexibilización de las norma andinas para implementar el acuerdo de libre comercio con Estados Unidos).
Y en lo que toca a Bolivia, la diferencia de visiones del mundo y de polĆticas consecuentes entre ese gobierno y el peruano no puede ser mĆ”s evidente. Tanto que a nadie se le ocurre que Bolivia desee ahora negociar un acuerdo de libre comercio ācapitalista y neoliberalā.
Por lo demĆ”s, el gobierno ya adoptado una posición en relación a la CAN: si el escenario geopolĆtico andino compromete naturalmente nuestros intereses vitales, la calidad de integración que Ć©ste presenta no supera la de una zona de libre comercio. Si, en consecuencia, el PerĆŗ no se desligarĆ” de la entidad, tampoco quedarĆ” limitado por ella para progresar en su interacción global. Esta posición ha sido varias veces reiterada por el Ejecutivo.
Y nadie puede pensar seriamente que las proximidades de una recesión en Europa puedan ser un factor determinante para que el PerĆŗ dĆ© un giro radical a su polĆtica de moderna interacción con el mayor grupo de integración regional del mundo (cuya crisis probablemente serĆ” superada en un aƱo o dos) o del modus operandi al respecto sin avisar de ello a la contraparte con la antelación del caso.
Si CanadĆ” estĆ” dando pasos para iniciar una negociación similar a la que plantea el PerĆŗ cuando su interacción con Estados Unidos (65% de su PBI depende del comercio con la primer potencia) lo expone a una mĆ”s rĆ”pida transmisión de la fenomenologĆa recesiva, Āæpor quĆ© el PerĆŗ, cuyo comercio estĆ” bien diversificado y busca diversificarse aĆŗn mĆ”s, deberĆa hacer lo contrario?
De otro lado, la posibilidad de que el gobierno se plantee un retiro del escenario global para encerrase excluyentemente en una región que ya tiene encomiable prioridad natural estÔ siendo desmentida por el progreso de las negociaciones comerciales con China.
En consecuencia, la confusión que ha generado el Ejecutivo durante su participación en la cumbre andina de Guayaquil debe ser aclarada a la brevedad antes de que las tendencias a la autarquĆa de ciertos vecinos se encaramen en ella, nuestra disposición a la apertura quede en cuestión y los interlocutores decidan que el 2009 no serĆ” el aƱo en el que el PerĆŗ pueda concluir un sustancial acuerdo económico con la Unión Europea.




