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  • Alejandro Deustua

Involución Hemisférica y Contagio Fragmentador en el Perú

El largo y ostensible proceso de fragmentación regional iniciado por Hugo Chávez e impulsado por Evo Morales sigue arraigándose en la región con muy graves consecuencias para el sistema interamericano y, ahora, para el Estado peruano.

Muestra de lo primero es la consolidación de fuerzas suramericanas que revierten lo avanzado en la creación de una comunidad liberal hemisférica como acaba de quedar demostrado en la reunión de Cancilleres de la OEA que evaluó la crisis colombo -ecuatoriana. Lo segundo se ha manifestado en el descarado requerimiento autonómico del presidente regional de Puno que, aunque irresuelto entre el separatismo o el federalismo, ciertamente cuestiona la naturaleza del Estado peruano.

Atendamos lo primero. La resolución que acaban de producir los cancilleres americanos sobre los acontecimientos vinculados a la acción antiterrorista colombiana en territorio ecuatoriano (y a su escalamiento subregional estimulado por Venezuela) reitera con energía los principios de no injerencia y de soberanía territorial de los Estados pero dice muy poco de su compromiso antiterrorista.

Esta clamorosa asimetría es el resultado de la marginación de los compromisos hemisféricos logrados en el 2003 sobre apoyo a la lucha antiterrorista que libra Colombia y de las obligaciones de combate contra esa amenaza global comprometidos por los miembros del sistema. En lugar de ello, los cancilleres han optado apenas por una mención solitaria a la lucha contra fuerzas irregulares u organizaciones criminales en el área.

De esta manera, y reproduciendo lo ocurrido en la reciente cumbre del Grupo de Río celebrada en la República Dominicana, los miembros del sistema interamericano han desandado los difíciles avances logrados en la redefinición del régimen de seguridad colectiva a lo largo de más de una década.

Tal realidad no puede ser obviada por Estados que, como Colombia y Perú, tienen una firme convicción antiterrorista pero cuya influencia no logra afectar el avance de aquellos que piensan que la construcción del régimen de seguridad colectiva hemisférica debe ser detenido porque así lo manda la ideología bolivariana, el ortodoxo regionalismo conosureño y la oposición al “imperio”.

Si Colombia y el Perú han logrado salvar su participación diplomática en Washington, el costo ha sido la neutralización de una forma más avanzada de cooperación de seguridad. De ello puede concluirse que la lucha del Estado colombiano por su sobrevivencia y la del Estado peruano por su configuración liberal dependerá ahora (en realidad, como siempre) de ellos mismos. Los parámetros del realismo clásico en un contexto desfavorable se han impuesto con el ánimo de establecer un distinto –y disfuncional- orden regional.

Lo extraordinario es que ésta innovación del escenario estratégica no sólo es anacrónica sino que tiene una dimensión paradójica. En efecto, un Estado cuasi -fallido como Bolivia pretende tener un rol sustancial en la construcción del revisionista nuevo orden regional al amparo de la protección de sus vecinos, de la ceguera de buena parte de los interlocutores europeos y del manto protector cubano-venezolano.

Como lo afirmamos desde que Morales tomó el poder y tal como lo acabamos de comentar en estas páginas (ver artículos del 29 de febrero y 5 de marzo en www.contexto.org), el clima anárquico del escenario boliviano, su incidencia ideológica y el vacío geopolítico creado en el corazón suramericano, han generado, a través del poder negativo, un impacto (hoy definido como “contagio”) cuya presencia en el sur del Perú ya es una realidad.

Ésta es la que representa el presidente regional de Puno y su inaceptable reclamo de separatismo o federalismo. Más allá de la legitimidad de esa autoridad (Fuentes fue electo con 17% de los votos), el hecho es que éste ya expresa su voluntad sediciosa y segregacionista a través de la dación de normas que afectan a la seguridad (el reclamo de la intangibilidad de la coca como patrimonio cultural de Puno) y al progreso nacionales (el desacato a las normas de evaluación y contratación magisterial).

Por lo tanto, el esfuerzo por contener el revisionismo regional encuentra ahora un frente quebrantador en el propio territorio nacional que es necesario derrotar. En esas estamos mientras en Suramérica no pocas autoridades relevantes aplauden la “configuración de fuerzas” emergente.



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