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Alejandro Deustua

El “Mensaje” del Sr. Castillo

2 de agosto de 2022


Si en el año transcurrido desde que el Sr. Castillo juró el cargo presidencial éste ha revelado extraordinaria incapacidad para gobernar, su obligatorio mensaje al Congreso evidenció descalificaciones adicionales.


En efecto, en lugar de presentar al Congreso la “situación de la República” (art. 118.7 de la Constitución) el Sr. Castillo ha desconocido la realidad del país que desgobierna y la del contexto en el que el Perú interactúa. Ello ha ocurrido por algo más que torpeza. Graves fallas de percepción de esa realidad o el afán de sobrevivir en un cargo que lo sobrepasa lo han llevado a disfrazar la verdad (en un rápido recuento El Comercio ha detectado una serie de afirmaciones falsas, engañosas o imprecisas).


En el proceso Castillo ha presentado al país un listado de hechos y acciones sectoriales cuya titularidad no puede reclamar. Y si en ciertos casos pudiera hacerlo, la sumatoria de esos hechos y acciones no salvan su responsabilidad.


Ésta atañe a la ingobernabilidad por él generada, al desconocimiento en el mensaje de la difícil situación económica interna y a la alarmante insensibilidad frente a la grave situación internacional.


En efecto, la ingobernabilidad a la que se ha sometido al país en el último año no ha hecho más que agravar el rumbo anárquico de un Estado gobernado por 5 presidentes desde el 2016. Esa realidad, marcada también por el efecto político de la corrupción, ha empeorado en el último año. Cinco investigaciones abiertas por el Ministerio Público en relación a presuntos delitos cometidos por el Sr. Castillo consolidan esa extraordinaria tendencia.


A esa trayectoria ha contribuido el alto funcionario “gestionando” un verdadero bacanal de designaciones ministeriales que corroboran su completa incapacidad para el ejercicio del cargo. Al respecto, la patética estadística de 59 ministros y 4 gabinetes en un año no requiere de más prueba ni merece apoyo externo.


Y menos cuando la seguridad nacional se ha puesto en juego: 3 ministros de Defensa, 7 ministros del Interior y 3 ministros de Relaciones Exteriores en 365 días es una contundente declaración de pérdida de autoridad interna y de debilidad externa que no se puede ocultar. Especialmente cuando el número de altos funcionarios que dependen de los respectivos ministros también han proliferado (especialmente en las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional).


Y si la quiebra de las instituciones del Ejecutivo va de la mano con el desmanejo que éste genera, el Sr. Castillo ha atizado el conflicto político. Una oposición desunida no es suficiente explicación para la confrontación sistemática del Ejecutivo con un Congreso débil e hiper fragmentado que, bajo la amenaza eventual de ser disuelto, no ha sabido reaccionar de acuerdo a las circunstancias.


Es más, en este trayecto hacia el vacío, el incremento de la conflictividad social ha reducido los beneficios del debilitamiento del COVID 19. Así, mientras el número de fallecidos ha descendido fuertemente desde enero de este año, el número de conflictos sociales ha crecido desde julio del 2021 de 195 a 207 (62% de los cuales son competencia del gobierno nacional según la Defensoría del Pueblo). Entre ellos se cuentan los que han afectado al sector minero cuyo trato fue acompañado de anuncios gubernamentales de cierre arbitrario de minas y de permisibilidad en el bloqueo de las fuentes de producción del sector.

Asimismo, la incompetencia de la autoridad que se ha reflejado en creciente inseguridad ciudadana. De ello da cuenta el 81% de la ciudadanía que desaprueba el “esfuerzo” gubernamental en la lucha contra la delincuencia (Ipsos).


Todo ello se expresa en considerable pérdida de legitimidad presidencial (79% desaprueba la gestión de Castillo, 65% apoyaría el adelanto de elecciones generales y 42% apoyaría la vacancia presidencial (Ipsos). Y, sin embargo, el “mensaje” Castillo ha pasado por alto esta sentencia ciudadana.


De otro lado, mientras la economía global se desacelera complicando al conjunto de nuestros mercados de exportación, Castillo afirma que la economía crecerá este año 3.5% aferrándose a la proyección del BCR de junio pasado (3.4%) y se jacta de una perfomance nacional mayor al promedio global. Él prefiere obviar el hecho de que, con posterioridad a la proyección del BCR, el FMI proyectó, en julio pasado, no sólo un crecimiento latinoamericano menor al global (3% vs 3.2%, respectivamente) sino que la economía peruana crecería este año 2.8% por debajo de la perfomance global y de la regional (y de las de Colombia y Argentina) en circunstancias en que América Latina mostrará un crecimiento menor al de Asia en desarrollo, Asia Central y Medio Oriente y el África subsahariana.


En esto, Castillo prefiere seguir la política del avestruz cuando las expectativas sobre el rumbo de la economía están ya en el tramo pesimista de todos los indicadores (en mayo el BCR las consideraba aún optimistas pero con una trayectoria descendente desde diciembre del año pasado). Por lo demás, la proyección del crecimiento de la inversión privada es 0% para el año (BCR) (y -5% en el sector minero este año y -16% el próximo, Thorne) mientras que los indicadores que muestran mayor dinamismo son los vinculados al consumo privado (BCR).

En ese marco, el empleo informal se estima en 76% (3.6% más que en 2019, INEI). Esa realidad califica la estadística de una población ocupada del orden de 93% en el marco de una población económicamente activa de 67.2% (Idem). En el lado positivo, la población adecuadamente empleada se ha incrementado.


Sin inversión privada dinámica y la pública desacelerándose Castillo propone incremento de sueldos y mayor gasto corriente (las asociaciones público-privadas no despegan y la inversión minera será negativa como se ha indicado) (Thorne), la reactivación económica no parece viable en un marco externo contractivo.


Esta realidad, que es también desconocida por Castillo, va acompañada por una economía internacional cuyas locomotoras económicas (especialmente la norteamericana y europea) pueden entrar en recesión mientras el principal destino exportador se contrae (China).


De otro lado, considerando la fuerte incidencia del comercio exterior en la inserción externa del Perú, Castillo no sólo no recordó la buena marcha del sector en momentos difíciles sino que tampoco incidió en la alta vulnerabilidad de las exportaciones peruanas a la variación de precios internacionales en momentos en que se aproxima una contracción de la demanda externa (un asunto que, por ideología, le debiera interesar).


En efecto, entre enero y mayo las exportaciones crecieron en valor 17.8% (US$ 26447 millones) con términos de intercambio positivos pero manteniendo la abrumadora diferencia entre las tradicionales (73.1% del total) y las no tradicionales (SUNAT, COMEX). Además de la ignorancia, quizás la omisión se deba a que el gobierno no ha hecho nada constructivo para alterar esa proporción y a que todo el mérito corresponde al sector privado que él jamás reconocería.


Finalmente, en política exterior Castillo destacó como éxitos un proceso que lleva ya de más de una década (el inicio de la incorporación del Perú a la OCDE), el logro de una sede (la de la próxima Asamblea General de la OEA) y una rutina cronológica (la presidencia pro témpore de la CAN este año y de la Alianza del Pacífico…. en el 2024!!!!). Ello confirmó la pasividad de la política externa peruana en esta “administración” y su apego al protagonismo protocolar con un agravante: para Castillo no existe ni la eventualidad de un nuevo choque externo recesivo (que debe ser prevenido) ni la creciente beligerancia internacional (que ha llevado al Secretario General de la ONU a advertir sobre el riesgo de una guerra nuclear), ni el rol regional (y del Perú) en el proceso de “desglobalización”, ni la preocupación por la conformación de uno nuevo orden internacional. Para Castillo el Perú es una isla que no da señas de vida internacional al punto que no aludir a su primera preocupación tradicional: la relación con los vecinos. Esto es sólo muestra adicional y trágica del desapego presidencial con la realidad.


La “situación de la República” ha sido grandemente agravada por el Sr. Castillo.


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