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  • Alejandro Deustua

El Efecto del Chavismo en la Política Exterior Peruana

El cambio de la estructura del poder en Suramérica ha iniciado el año reflejada en políticas agresivas. El agente principal de la alteración del orden regional, el régimen venezolano coaligado con el cubano, ha procedido a consolidar nuevos alineamientos (“antiimperialistas y antineoliberales” en el caso de Bolivia) y a incrementar el perfil de su injerencia en asuntos internos (en el caso del Perú). Un patrón de conducta equivalente al cubano los años 60 (la “exportación de la revolución”), aunque desprovisto del “romanticismo” guevarista, aparece otra vez en el Caribe pero esta vez con fuerte implante suramericano. En lo que hace al Perú ese comportamiento quisiera orientarse a estimular el cambio del orden interno en el país (y no sólo del modelo económico) mediante la promoción de un candidato (que ha hecho del autoritarismo velasquista su referencia autárquica inmediata) y la denostación de otro que se identifica con la versión más abierta del liberalismo. Aunque los resultados de esta confrontación ciertamente no se proyecten en bipolaridad regional (la fragmentación es hoy muy intensa), si la hostilidad boliviariana no es contenida ésta creará aún más fricción que pondrá en riesgo la precaria interdependencia intrahemisférica. En lo que hace al Perú, la dimensión de conflicto que el señor Chávez incorpora a las relaciones dentro de la región afectará principalmente a la ya escasa cohesión andina y, a través del respaldo al señor Humala, a la relación con Chile y Estados Unidos. En efecto si, en el marco de la débil integración económica subregional, la Can tenía alguna esperanza de mejorar su proyección externa, la cohesión social y la integración energética, la tensión generada por el gobierno venezolano con el Perú hace inviable de momento la primera, obstaculiza la segunda y pone en duda la tercera (especialmente si PDVSA –un instrumento del gobierno de Venezuela-, desea colocarse al centro del proceso). Bajo las actuales circunstancias, la presidencia venezolana de la Can se convierten en un factor de distorsión colocando a unos socios contra otros. Ello podrá notarse con más intensidad en nuestra relación de Bolivia. Si la política exterior boliviana coloca la alianza con Venezuela en el centro de su agenda internacional, la relación tradicional con el Perú será seriamente afectada. Más aún si Venezuela hostiliza al Estado peruano e interfiere en ámbitos estratégicos (como el problema de la mediterraneidad boliviana), de seguridad (como el de la lucha contra el narcotráfico) y “étnico” (en el altiplano). De otro lado, la relación peruano-chilena (que se orienta hacia la cooperación a pesar de las diferencias conocidas) podría ser seriamente afectada si ésta es permeada por el humalismo amparado por el señor Chávez. Por lo pronto, la candidata presidencial Michelle Bachelet ya dio cuenta de ello en el último debate electoral. La política exterior peruana con Chile de incremento de la interdependencia y de la confianza mutua cone se país deberá ser resguardada especialmente mientras se resuelve el diferendo de delimitación marítima. Finalmente, la relación del Perú con Estados Unidos tratará de ser distosionada por el agente venezolano. Su alineamiento con Cuba ya altera inercialmente los intereses coincidentes con la primera potencia afectando las relaciones económicas (el TLC), los de seguridad (la cooperación contra amenazas no convencionales) y los políticos (especialmente en la defensa de la democracia representativa). Para empezar a confrontar estos problemas el Perú debe exponer en la OEA la disposición desestabilizadora del gobierno venezolano empezando por la violentación por ese país de los principios hemisiféricos contenidos en la Carta Democrárica.

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