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  • Alejandro Deustua

Economía: Retos Sistémicos Para América Latina

La crisis de los países desarrollados impacta ya en los países en desarrollo y en los emergentes evidenciando la fuerte interdependencia del sistema internacional y del mercado global. En ese contexto, un cambio estructural del sistema económico se está produciendo con beneficios relativos para los países en desarrollo. El condicional debe subrayarse acá porque no es claro que el impulso económico que hoy prestan los países en desarrollo a la economía global sea lo suficientemente intenso en el largo plazo, porque la definición de países en desarrollo y países emergentes no es nítida en el análisis multilateral y porque el vigor sistémico de los mismos no puede generalizarse en tanto éste se ubica principalmente en Asia.


Ello no obstante, la CEPAL (1) acaba de confirman que las economías emergentes (especialmente China, India y Brasil) ya sienten las restricciones de la contracción de la demanda de las economías desarrolladas cuando las exportaciones de aquellos países constituyen, además de la importancia de sus respectivos mercados internos, un componente sustantivo de su crecimiento.


Una prueba de ello, es la desaceleración brasileña (3.37% este año vs. 7.5% en el 2010) que ha inducido ya una pequeña reducción de la tasa de referencia en ese país (de 12.5% a 12%) en un contexto de incremento del ahorro público (la meta de US$ 73 mil millones se ha aumentado en US$ 6300 millones luego del anuncio, a principios de año, del ajuste de US$ 30 mil millones).


Esta situación de coyuntura está claramente retroalimentada por el condicionamiento estructural de la desaceleración de los países desarrollados, el empeoramiento de las condiciones económicas de éstos y la permanencia de la volatilidad e incertidumbre financiera que las medidas correctivas adoptadas no han atajado según la CEPAL. Por lo demás, en un escenario optimista, la recuperación de esas economías (Estados Unidos crecerá este año sólo 1.7% mientras que la zona del euro está estancada), siempre que éstas no sean afectadas por otra recesión, será de largo plazo en un marco de alto riesgo.


Este riesgo ya se traduce en la apreciación de las monedas en las economías emergentes con una perspectiva de mayor revaluación si la liquidez del dólar se incrementa. Y puede reflejarse, además, en una mayor propensión a la adopción de medidas defensivas singulares si la coordinación política se atenúa en el sistema (como viene ocurriendo) en un contexto de erosión de la gobernanza global.


Sin embargo, reacciones razonables en los países en desarrollo (y, especialmente, en América Latina) como la prudencia macroeconómica (que tiene efecto en el corto plazo) y el impulso del comercio intra-regional (que opera en el largo plazo) puede preservar buena parte del crecimiento en esta década y una tendencia sistémica favorable a estas economías según la CEPAL.


En efecto, las proyecciones de esa entidad indican que los países en desarrollo aportarán este año 3.18% del crecimiento global mientras que los desarrollados sólo contribuirán con 1.22% del total de la perfomance revisada en 4.40%.


Ello muestra que los países en desarrollo países son, por lo menos este año, el motor del crecimiento global. Pero concluir de ello que lo serán en el futuro no es aún una apuesta firme aunque sea un pronóstico fundamentado. Este fundamento radica en la creciente participación de los países en desarrollo en el consumo y en el comercio globales.


En el acápite del consumo esa proyección, sin embargo, está fuertemente concentrada en el Asia a cuyas clases medias la CEPAL atribuye en perspectiva dos tercios del consumo en el 2030. Y, en el acápite comercial, que ha ayudado fuertemente a la recuperación de la crisis del 2008-2009, las exportaciones Sur-Sur crecieron, en volumen, más que las exportaciones entre los desarrollados (17% vs. 13%). Esa ganancia de participación de los países desarrollados sería estructural en tanto las exportaciones Sur-Sur representan ahora (2010) 24% del total cuando en 1985 representaba sólo 6%. Al respecto hay que tener cuenta que el volumen está fuertemente marcado por las exportaciones de productos básicos. Sin embargo, se incorpora esa atingencia, las exportaciones Sur-Sur han crecido aún más. En efecto, al sumar las ventas Sur-Norte (21%), la participación podría situarse en 49% del total. Y si, a ello, se agrega las exportaciones Norte-Sur de 17% (que no son materias primas), la presencia de los países del Sur sería del orden 63% del total (la CEPAL establece que la participación de las exportaciones Norte-Norte fue sólo de 38% en el 2010 frente a 53% en 1985 pero no identifica el valor de ese comercio).


Si descontamos esa atingencia, estaríamos frente a un cambio estructural indicativo de más interdependencia y menos dependencia en el mercado global. Ello, sin embargo, debe matizarse para el conjunto (y no sólo por la composición del comercio) y para América Latina en particular.


En efecto, las ganancias de participación el comercio global no se reflejan en los países en desarrollo en el ámbito de la inversión extranjera (y obviamente tampoco en el ámbito tecnológico ni en otros indicadores). Según la CEPAL, la FDI hacia los países en desarrollo ha crecido importantemente pero no ha alterado aún el balance estructural en tanto hoy representan “entre un cuarto y un tercio” del total tomando en cuenta el período 1970-2007.


De otro lado, en la categoría indefinida “países en desarrollo /economías emergentes” es preciso diferenciar a América Latina del Asia. Cuando se hace esa distinción, el crecimiento de las exportaciones por el incremento del precio de los productos básicos se concluye que ese tipo de intercambio entre Asia y América Latina puede estar deviniendo en una nueva relación Norte-Sur.


Medida esa relación en términos de perfomance coyuntural, se concluye, además, que el aporte latinoamericano al crecimiento no se asemeja ni cuantitativamente ni cualitativamente al aporte asiático. Así, mientras que Asia contribuye con 2.10% al crecimiento global este año (y China con 1.37% de esa participación), América Latina sólo lo hace con 0.40%.


De otro lado, las exportaciones latinoamericanas al Asia (aunque mayoritarias en Chile y Perú) siguen orientadas predominante, aunque declinantemente, hacia Estados Unidos (39.6% en el 2010 vs. 59.7% en el 2000) y hacia la región (19.3% en el 2010 vs. 15% en el 2000). Y si bien el ritmo de crecimiento de las exportaciones latinoamericanas al Asia es mayor (de 5.3% en el 2000 a 17.2% en el 2010), ello se debe, como hemos señalado, a la participación extraordinaria de las exportaciones tradicionales.


Por ello, América Latina afronta hoy en el ámbito económico por lo menos dos tipos de retos sistémicos: el impacto de la crisis internacional originada en los países desarrollados y el rol dominante del Asia en la nueva distribución de la capacidad del sistema económico internacional. Ambos retos deben ser atendidos. Nuestra política exterior no puede dejar de hacerse cargo.



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