AmĂ©rica Fracasa en CancĂșn
- Alejandro Deustua
- 27 jun 2017
- 3 Min. de lectura
El fracaso de la reuniĂłn de consulta de cancilleres americanos en procura de alguna soluciĂłn para la abismal crisis venezolana tiene implicancias muchos mĂĄs graves que la incapacidad de impedir la consolidaciĂłn dictatorial en Venezuela y su debacle humanitaria.
Ăste confirma la crisis del interamericanismo, el muy frĂĄgil sustento regional de AmĂ©rica y la falta de identidad estratĂ©gica del ĂĄrea en un contexto en que las regiones tienden a recuperar relevancia geopolĂtica.
En CancĂșn el fracaso de los Estados liberales americanos fue particularmente estrepitoso. Y no sĂłlo porque Ă©stos sean los mĂĄs grandes (incluyendo una superpotencia), los mĂĄs ricos y los de mayor capacidad militar sino porque esa masa de poder potencial no se ha traducido en influencia en un caso decisivo para la regiĂłn.
Su mĂĄs patĂ©tico ejemplo fue la infĂ©rtil declaraciĂłn sobre requerimientos humanitarios, democrĂĄticos e institucionales en Venezuela que, a falta de resultados, emitieron los tres norteamericanos, los del MERCOSUR y los de la Alianza del PacĂfico. Su influencia fue neutralizada por los del ALBA y los caribeños.
En ese trance, el ALBA mostrĂł algo mĂĄs que su negativa vitalidad: la subsistencia de un gobierno que, a pesar de sus precarios fundamentos estatales, puede ejercer algĂșn poder ordenador externo mediante la solidaridad ideolĂłgica. En efecto, Venezuela mostrĂł en CancĂșn que puede dividir la regiĂłn y subsistir imponiendo el caos socialista, que potencia a sus socios, sobre el orden democrĂĄtico liberal.
Y en relaciĂłn a los caribeños, Venezuela demostrĂł que la hegemonĂa petrolera y la dependencia de los mĂĄs dĂ©biles sigue viva en AmĂ©rica. Esta dualidad permite la subsistencia del centro que gobierna Maduro a costa de la pobreza de 82% de los venezolanos.
Es mĂĄs, si la diplomacia de ese conjunto de paĂses hizo creer a los liberales que podrĂa haber un entendimiento sĂłlo para mostrar lo contrario a la hora del voto, ello indica que la ingenuidad es parte de la insuficiencia de los paĂses liberales americanos.
Esta realidad muestra a América como es hoy: un espacio territorial dispar y desordenado y también definido por su carencia de identidad normativa y estratégica.
Al respecto la opacidad norteamericana es un elemento a destacar. Su acelerada pérdida de liderazgo global se expresa también en América.
En nuestra era, Ă©sta empezĂł con el derrumbe del ALCA (liderado por Lula) y del sustento colectivo de la Carta DemocrĂĄtica (liderada por Maduro y su reclamo de soberanĂa absoluta). Y se afirmĂł con la postergaciĂłn hemisfĂ©rica que acompañó la securitizaciĂłn de la polĂtica exterior de Bush y la âasociaciĂłn entre igualesâ de Obama. Hoy se ha exacerbado con la denuncia por Trump de regĂmenes valiosos para LatinoamĂ©rica (el TPP, el acuerdo climĂĄtico, la dudosa renegociaciĂłn del NAFTA) y con la petulancia como polĂtica (MĂ©xico, CA).
Ello se reflejĂł en la ausencia del Secretario de Estado Tillerson en CancĂșn, en la indisposiciĂłn a presionar a Venezuela con recortes de importaciones petroleras y en la falta de un Subsecretario para Asuntos HemisfĂ©ricos debidamente designado.
En ese contexto, la OEA intenta recuperar algĂșn rol gracias a su Secretario General que, frente a las divisiones de los Estados Miembros, acompaña la causa de la recuperaciĂłn democrĂĄtica en Venezuela como lo harĂa el Secretario General de la ONU en algĂșn genocidio en Ăfrica o el Medio Oriente.
A la luz de estos pasivos, magnificados por el fracaso de CancĂșn, AmĂ©rica necesita recuperar cohesiĂłn, liderazgo y gobernabilidad para empezar a contar de nuevo en la regiĂłn y en el mundo.




