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  • Alejandro Deustua

Una Cuestionable Medición del Clima Económico Mundial y del Latinoamericano

Medir y reportar el clima económico mundial es una tarea compleja que se ha impuesto el prestigioso Institute for Economic Research (IFO) de Munich. Para el caso de América Latina el IFO se asocia a estos efectos con la Fundación Getulio Vargas de Brasil, uno de los mejores institutos de investigación económica de la región. La complejidad –y quizás también la falta de exactitud de la tarea- se debe no sólo a la naturaleza de la materia sino al hecho de que la metodología a la que recurre el IFO relaciona factores objetivos (la situación económica) y subjetivos (las expectativas) tal como ocurre, con resultados cuestionables, en otros ámbitos económicos. Esta difícil medición se vuelve aún más tentativa (y eventualmente, extrapolable) porque el escueto reporte escrito no considera con suficiente énfasis lo que la estadística registra en el mismo documento. En efecto, la situación económica mundial puede evaluarse mejor o peor. Pero si ésta no se matiza con la estadística considerada en la misma publicación, el resultado puede no ser el mejor y la reacción de los agentes podría exagerarse. En su último reporte de 14 de agosto, el IFO sostiene que el clima económico mundial en el tercer trimestre del año ha empeorado. Sin embargo, esta situación (que ya conocíamos a través de la proyección del FMI de julio pasado) está poco referida a la propia estadística: en el tercer trimestre del año el clima económico de 94.5 puntos en relación a la base de 100 del 2005 –lo que indica que estamos en un mal escenario de largo plazo-, es igual a la del primer trimestre de este año pero superior a la del tercer trimestre del 2012 (85.1 puntos) y peor sólo en relación al segundo trimestre de este año (96.8 puntos). De ello se concluye que si la situación ha empeorado, lo es sólo en términos secuenciales y no interanuales bajo los parámetros del IFO. Ello implica que el clima económico es mejor en el tercer trimestre del 2013 que en el tercer y cuarto trimestre del 2012 y que, en el curso de ese ciclo el mejoramiento del clima ha sido interrumpido (algo diferente a decir que ha empeorado sin matices). Esto situación, que parece demasiado bueno para ser verdad, debe evaluarse. En efecto, la situación económica mundial (82.2 puntos) ha sido en el segundo trimestre de este año superior a la del segundo trimestre del año pasado (y a la de los tres trimestres siguientes). ¿Tal es el progreso que el IFO no reporta? Esta objetiva evolución positiva es compensada, sin embargo, por un descenso de las expectativas hoy (105.3 puntos) en relación a los dos primeros trimestres del año. Sin embargo, estas expectativas son superiores a todos los trimestres del año pasado. Éstas, en consecuencia, o han sido sobrevaloradas (circunstancia no inusual si se practican encuestas) o han tenido en la estadística de IFO una mayor incidencia en la medición del clima que el factor objetivo de la situación económica. Esta situación no deja de ser interesante porque los multilaterales ya habían corregido a la baja en julio las perspectivas de la economía mundial (algo que el IFO no refiere). Quizás por ello es que las expectativas del clima económico han caído (de 96.8 puntos en el segundo trimestre a 94.1 en el tercero) más que la situación económica que registra esa entidad (de 108.8 puntos en el segundo trimestre a 105.8 en el tercero). Es decir, las expectativas –un factor volátil- han incorporado una realidad negativa con anterioridad a la evaluación estacional del IFO. Pero con una cualidad especial: el pesimismo de las últimas expectativas (que superan los 100 puntos) podría ser en realidad optimismo de largo plazo si se le compara con la base de 100 puntos del año 2005 (esa base se ha superado desde el 2013). Ello indica que puede existir en el reporte del IFO una mayor incidencia del progreso lento de la economía norteamericana y del que marca la salida de la recesión europea que de las expectativas negativas que provienen del deterioro de la situación económica del Asia (es decir, de China). El IFO está premiando la perfomance de Occidente y castigandomás la perfomance de Oriente pero no lo dice. En ese contexto el IFO, asociado con la Fundación Getulio Vargas, comprueba que el clima económico en América Latina también ha caído de 5.2 a 4.4 puntos. A diferencia de las expectativas en el ámbito mundial, la cuantificación del clima en la región resulta en una desmejoramiento por debajo del promedio de la última década (algo más que 5.2 puntos) atribuido a una descenso de la situación económica y de las expectativas. Pero el promedio del decaimiento no refleja la realidad bastante heterogénea que el IFO-FGV reconoce: dos países (Colombia y Uruguay) mejoran el clima económico, uno se mantiene estable (Bolivia) y el clima de los demás desmejora (destacándose Brasil y Chile que pasan de una zona favorable a una desfavorable). Argentina y Venezuela ya se encontraban en la zona desfavorable en el trimestre anterior. Por lo demás, la situación económica es mejor sólo para Uruguay y el escenario es favorable para Bolivia, Paraguay y Colombia y cuatro países más. En el ámbito de las expectativas todos se mantienen o caen de la zona favorable a la desfavorable incluidos Brasil y Perú. Como se había sugerido en el clima económico mundial de IFO, el factor determinante acá es la desaceleración china. Todo esto está expresado de una manera casi textual en el informe IFO/FGV. Lo que no aparece adecuadamente descrito es la situación del Perú. Al respecto se menciona sólo el descenso en sus expectativas complementado por el silencio. Esto brinda a la referencia al Perú un aire de pesimismo implícito. Todos sabemos que las economías más golpeadas por la crisis externa en Suramérica son las que han dependido más del boom de precios de los commodities (y, especialmente, del del cobre en los casos de Perú y de Chile). Terminado ese largo ciclo, es natural que, por el tipo de inserción, el conjunto de la economía se resienta a pesar de que se exporte hoy más por volumen que por precio. Pero limitar la mención a la economía peruana a un traslado de la zona favorable a la desfavorable en materia de expectativas parece un demérito sustantivo en el informe IFO/FGV generando una percepción más pesimista que la de los demás del clima, la situación económica y las expectativas de esta economía Más aún cuando el propio informe reconoce en la estadística adjunta que el clima económico del Perú (6.2 puntos) en el último año se ubica en el segundo lugar en la región (sólo superado, por el Paraguay con 7 puntos). Y ese segundo lugar parece potenciado por fundamento que el Paraguay no ha tenido en los últimos diez años. En efecto, el IFO/FGV reconoce estadísticamente que la situación económica peruana en esa década es la mejor en la región (7.2 puntos) seguida por Chile (7 puntos) y Uruguay (6.8 puntos) y por encima del promedio de América Latina (51 puntos). Algo parecido ocurre con el índice de expectativas de la región en la última década. En él, el Perú ocupa el tercer lugar (5.9 puntos) superado apenas por Uruguay (6.7 puntos) y Brasil (6 puntos). En consecuencia, el resultado consolidado del clima económico de los últimos diez años debería ser mejor para el Perú de lo que el que el informe IFO/FGV sugiere. En efecto, durante la última década el índice de clima económico del Perú ocupa el segundo lugar (6.5 puntos) en la región superado sólo por Uruguay (6.8 puntos) y dejando bien atrás al promedio latinoamericano (5.2 puntos). No es ésta situación coyuntural ni estructural que el informe IFO/FGV sugiere, sin embargo. Si el clima económico en el mundo ha desmejorado (cuestión que es necesario revisar a la luz de los últimos resultados en Estados Unidos y Europa) y el de la región también, la economía peruana parece ser una de las que mejores resultados obtiene. Esto no es reconocido explícitamente por el informe en cuestión. En consecuencia, es necesario destacarlo.


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