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  • Alejandro Deustua

Perú en el Escenario Externo

El próximo gobierno iniciará su gestión en un escenario de deteriorado crecimiento global (2.4% este año, BM), leves perspectivas de recuperación signadas por mayores riesgos (geopolíticos, desaceleración de emergentes, erosión de confianza), lerdo comercio internacional (2.8% con alguna perspectiva de superar la perfomance en el 2017) y caída de los flujos de capital hacia los mercados emergentes (BM, FMI, OMC).


La perspectiva económica de corto y mediano plazo no mejora en el ámbito regional. La necesaria integración tendrá, por tanto, el costo que corresponde a dos años seguidos de contracción (-1.3% este año y -0.7% en 2015, BM) y a una caída del comercio intrarregional suramericano que no cesa desde el 2011 (más cercano al 10% que al 12%, BID).


La intención del MERCOSUR de aproximarse a la Alianza del Pacífico (tal como lo pretende hoy también Brasil) puede correr, por tanto, la misma suerte de la vieja convergencia patrocinada por ALADI si no se apela a otras vías (como la infraestructura).


A esta complicación contribuye la actual contracción de cuatros países suramericanos (Brasil -4, Argentina -0.5%, Venezuela -10.1% y Ecuador -4%, BM) aunque el panorama pinte mejor para Argentina y menos para Brasil de aún incierto futuro político.


El Perú se diferencia claramente de esa realidad (expectativas de crecimiento de 3.5% este año) pero su diversificación productiva no es acompañada por la inversión mientras la producción minera vuela para compensar con volumen lo que pierde en valor en una era de precios bajos.


En ese marco nuestra inserción extra-regional está condicionada por el bajo crecimiento de los países desarrollados (que mejora en el caso norteamericano pero con mayor arrastre para México y Centro América).


Para no perderse en el camino es necesario empeñarse en las reformas comprometidas en el Programa País de la OCDE y no darle la espalda al TPP (cuya vigencia, sin embargo no depende de nosotros). Consolidar una buena inserción en la cuenca del Pacífico es indispensable.


Esa perspectiva estará en riesgo si el proteccionista y antihemisférico Trump gana las elecciones norteamericanas y quizás no quede plenamente aliviada con un triunfo de la señora Clinton que percibe a la región desde la perspectiva del desarrollo humano pero también de la de su marginalidad.


Ésta puede incrementarse si la región no recupera su espíritu comunitario que la resaca albista insiste en quebrantar y si Brasil no logra estabilidad.


En ese contexto la relación vecinal redobla su tradicional importancia enriquecida con agendas funcionales. Sin embargo, la remanencia del problema del triángulo terrestre en el marco de la judicialización de los diferendos convencionales entre Bolivia y Chile seguirá siendo un asunto a resolver como lo es la adhesión a la Convención del Mar.


En el norte la huella exitosa de la relación con Ecuador no tiene por qué resquebrajarse y la establecida con Colombia deberá enriquecerse cualquiera que fuera el resultado de la negociación con las FARC.


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