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PerĂș-Brasil: Inercia y Potencial Renacimiento de una “Alianza EstratĂ©gica”

  • Foto del escritor: Alejandro Deustua
    Alejandro Deustua
  • 12 nov 2013
  • 4 Min. de lectura

Los presidentes de PerĂș y Brasil han celebrado el 10o aniversario de la “alianza estratĂ©gica” bilateral con un acuerdo laboral, otro de integraciĂłn fronteriza y otro de gestiĂłn hĂ­drica. Ello ha sido complementado con un desafĂ­o brasileño para incrementar el intercambio comercial que hoy no es descollante en la regiĂłn. Esa dimensiĂłn de pragmĂĄtico funcionalismo dice mucho sobre la pobre perfomance de la “alianza” en esta dĂ©cada, de la necesidad del PerĂș de mejorar sustantivamente la relaciĂłn con la primera potencia suramericana y de calificar mejor las relaciones con nuestros vecinos.


Si es cierto que una alianza estratégica que no sea militar puede entenderse como la simple complementariedad de objetivos sobre la base de principios comunes, en política exterior (especialmente vecinal) ello debiera implicar el compromiso de intereses sustantivos cuya satisfacción sea fundamental para las partes.


En lugar de ello, en el 2003 la “alianza estratĂ©gica” se explicĂł mĂĄs bien como el rol central que tendrĂ­a el Brasil en la relaciĂłn del PerĂș con el resto de SuramĂ©rica. Ello implicaba otorgar a la potencia regional un rol geopolĂ­tico adicional al que ya tiene por su propio peso (y consolidar el interĂ©s brasileño de cuajar una entidad regional que le permitiese proyectar mejor intereses globales).


En se marco se suscribiĂł el acuerdo comercial con Brasil, que a pesar de la “alianza”, no pudo ser bilateral sino extensivo al conjunto del Mercosur (el ACE 58). Y sĂłlo para toparnos con que el flujo de intercambios de bienes (US$ 3.7 mil millones en el 2011) es un grano de arena comparado sĂłlo con las exportaciones brasileñas de ese año (US$ 266 mil millones). Como es evidente, ese monto estĂĄ muy lejos de la conformaciĂłn de un nĂșcleo econĂłmico como el argentino-brasileño y, por la estructura de los intercambios, es demasiado parecido a una vinculaciĂłn Norte-Sur.


Por lo demĂĄs, mientras que el stock de la inversiĂłn peruano-chilena suma US$ 20 mil millones (en tĂ©rminos que aĂșn deben demostrarse apropiadamente), el stock peruano-brasileña se aproxima a US$ 7 mil millones. Con un agravante: Brasil es el paĂ­s de la regiĂłn que recibe sistemĂĄticamente mĂĄs inversiĂłn extranjera en SuramĂ©rica (en el primer semestre captĂł US$ 30 mil millones a pesar de la pĂ©rdida de fundamentos econĂłmicos –UNCTAD-) ampliando estructuralmente la brecha de acumulaciĂłn de capital con los demĂĄs.


Ello nos deja el interĂ©s geopolĂ­tico. En primer lugar, la protecciĂłn de la cuenca amazĂłnica (el ĂĄrea de mayor producciĂłn de oxĂ­geno del mundo y una de las mĂĄs despobladas) ciertamente es un interĂ©s vital compartido con el Brasil (y con todos los vecinos de la cuenca). La especificidad peruana en la materia consiste en que la extensiĂłn de cuenca de soberanĂ­a peruana es la segunda en la regiĂłn. En consecuencia sus necesidades de vigilancia y de control son mayores que las de los demĂĄs (salvo el Brasil). Para satisfacer la primera necesidad se suscribiĂł con esa potencia el acuerdo SIVAM-SIPAM. Sin embargo, ese sistema no puede ser aĂșn plenamente empleado debido a las carencias tecnolĂłgicas peruanas.


En segundo lugar, el componente de integraciĂłn fĂ­sica de ese gran proyecto que es el IIRSA se desarrolla, por su dimensiĂłn, en tĂ©rminos de largo plazo. De la misma escala parecen, sin embargo, ser los obstĂĄculos que encuentra. El principio guĂ­a –la bioceanidad- corresponde a tramos que estĂĄn en ejecuciĂłn (el eje amazĂłnico y el eje interoceĂĄnico central) requieren aĂșn de esfuerzo y paciencia mientras que el eje ya culminado (que comunica PerĂș con el Acre) debe aĂșn rendir los frutos del desarrollo que es el fin con que el IIRSA fue creado. AquĂ­ sĂ­ se avanza pero los resultados demorarĂĄn mĂĄs en manifestarse.


En este contexto de logros parciales, medianos, frustraciones y horizontes lejanos el resto de la extensa agenda peruano-brasileña fue interferida por las dificultades que encontraron los proyectos hidroenergéticos que, desde la Amazonía peruana, deberían haber contribuido a saciar la inacabable demanda brasileña. Y, quizås, por la decisión peruana de adquirir un sistema digital de TV y material de Defensa en otros mercados.


Pero esa probabilidad fue antecedida por una realidad: la tendencia de los asesores de Planalto durante el gobierno del Presidente Lula a introducir un fuerte componente ideolĂłgico a su polĂ­tica exterior y de volcar el resultado a favor de los paĂ­ses del ALBA. Ello ha derivado, por ejemplo, en la incorporaciĂłn de Venezuela al Mercosur generando aĂșn mĂĄs problemas a esa entidad que los que sus miembros ya tienen entre sĂ­ (y en los que los obstĂĄculos al comercio quizĂĄs no sean los principales).


Por lo demås, la cohesión que no tiene hoy el Mercosur (cuya vocación expansiva antes que convergente ha sido un fracaso luego de que hiciera fracasar el ALCA) sí la tiene, en términos fundamentales, la Alianza del Pacífico.


Ese proyecto que no naciĂł de una gran mesa de diseño sino de las coincidencias de principios, polĂ­ticas y filiaciones ya establecidas de sus miembros ha recibido de parte del Mercosur (que se distingue nominalmente por su vocaciĂłn por la “Patria Grande”) escasa solidaridad. Algunos de sus integrantes no entienden que asĂ­ como SuramĂ©rica necesita una cohesiĂłn regional basada en un heartland continental, tambiĂ©n requiere de fundamentos marĂ­timos que la arraigue y la proyecte mejor hacia el PacĂ­fico (un acuerdo entre el Mercosur y la UniĂłn Europea podrĂ­a desempeñar un rol semejante en el AtlĂĄntico).


Por ello es necesario que los plurales proyectos de cooperación peruano- brasileños en energía, seguridad y defensa, políticas sociales y ciencia y tecnología se desarrollen con vocación de cumplimiento inmediato. Y que inversiones como las propuestas en lograr valor agregado a los fosfatos de Talara o contribuir con la industria pesada peruana (como el SIMA) a cambio de un importante retorno son, efectivamente, puntos de reinicio.


Ello beneficiarĂĄ al PerĂș y al Brasil en tĂ©rminos sectoriales y contribuirĂĄ a consolidar las bases de una asociaciĂłn entre una potencia mediana a escala regional y una potencia emergente a escala global. El renacimiento de la “alianza estratĂ©gica” parte de esa base fundamental.


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