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  • Alejandro Deustua

México: Sanciones Trampistas

En lugar de confrontar al Sr. Trump México ha propuesto conversaciones para tratar la amenaza de sanciones arancelarias de 5% sobre el universo de exportaciones mexicanas a los Estados Unidos. ¿Qué zapatos habría preferido calzar Adam Smith para aproximarse a este nuevo conflicto comercial?.


Probablemente no los del nacionalista agresor que usa recurrentemente el arancel como arma política. Como adversario radical del mercantilismo, el Sr. Trump habría sido condenado por el mentor del libre comercio internacional.


En cambio, a pesar de los zapatos populistas de López Obrador, Smith probablemente se los habría calzado para reconocer la posición de un país, que a pesar de sus problemas internos, es una economía abierta sin demasiadas opciones para minimizar el daño que puede producirle un nuevo muro arancelario en su principal socio.


En efecto, con 79.5% de las exportaciones mexicanas dirigidas a Estados Unidos y 46.4% de sus importaciones provenientes de aquél (BM), México es extraordinariamente vulnerable a los arbitrarios manotazos económicos que caracterizan a Trump que, en el agregado, desestabilizan la economía global.


Salvo una reconsideración twitera de esta agresión, a México sólo se le presentan alternativas improbables o milagrosas.


Entre las primeras se ubica la imposibilidad de que México se convierta en el policía de la emigración centroamericana al servicio del inquilino de la Casa Blanca (ello cancelaría la legitimidad del populista de AMLO). Como sería imposible también el súbito desvío de exportaciones en gran escala, en muchas de las cuales participa el capital norteamericano. Por su magnitud y velocidad, ello implica una reinserción inviable aún en épocas de estabilidad.


Y para que la alternativa milagrosa se agende, Trump (que ya ha recortado su asistencia financiera a la región en un tercio), debería darse cuenta del inmenso caldero que la reversión democrática y la falta de oportunidades están moldeando en Centroamérica. Y que acepte considerar su participación en el Plan de Desarrollo Integral, articulado por México y la Cepal, que debería beneficiar a las principales fuentes migratorias de la zona: Guatemala, Honduras , El Salvador y el sur de México.


Asumiendo que ese plan es viable (la inversión mexicana sería de US$ 30 mil millones en 5 años), ¿estará Trump dispuesto a negociar una propuesta de desarrollo que escape a su predisposición coercitiva y recorte asistencial? Y si lo estuviera ¿es fiable su palabra luego de que sus representantes concluyeran a fines del año pasado el T-MEC (el reemplazo del NAFTA) y cuya pendiente aprobación recibirá el golpe de renovadas sanciones arancelarias contrarias al acuerdo de libre comercio? No lo parece.


En tiempos de guerra económica Smith no tendría una respuesta clásica.


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