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Argentina: Nueva Definición de Paradigmas

  • Foto del escritor: Alejandro Deustua
    Alejandro Deustua
  • 12 dic 2019
  • 4 Min. de lectura

El presidente Mauricio Macri ha culminado su gobierno y entregado el poder ā€œcomo se debeā€ al presidente Alberto FernĆ”ndez quien ha prometido una redefinición del rol del Estado en un marco de enorme crisis económica.


Al respecto es un aliciente que, luego del 40% obtenido en las elecciones de octubre y el multitudinario despido del expresidente, Ć©ste haya asegurado al peronismo que contarĆ” con una ā€œoposición constructivaā€. Ello, sin embargo, no basta para asegurar que habrĆ” estabilidad polĆ­tica en Argentina. Las formas iniciales ayudan (la trasmisión de mando ha sido fluida en contraste con el accidentado proceso de entrega del mando del 2015 cuando la actual vicepresidenta se negó a participar en el protocolo del cambio de mando) pero la construcción de un nuevo ā€œpacto socialā€ en medio de la crisis es harina de otro costal: depende dramĆ”ticamente de que la fricción interna se atenĆŗe en el paĆ­s.


En efecto, con niveles de inflación de mÔs de 50%, 32% de pobreza (y 6% de indigencia), 11% de desempleo, 90% del PBI de deuda externa es difícil pronosticar estabilidad. Y también exaltar los logros del gobierno saliente y atenuar los reclamos del entrante.


Pero los primeros existieron y se expresaron en grandes avances en infraestructura física, recorte de subsidios, puesta en valor de recursos y capacidades, reducción (lenta y tardía) del persistente déficit fiscal y mayor orden burocrÔtico y transparencia. Macri sostiene que esa herencia define un piso para crecer. Pero el edificio macroeconómico dista de estar firme y el entorno lo sabe: el riesgo país supera los 2 mil puntos bÔsicos cuando el regional es de 400.


Tal fue el precio del gradualismo (mesura inicial para reducir el dĆ©ficit fiscal) y su trĆ”nsito al ajuste respaldado por FMI que prestó a la Argentina US$ 57 mil millones (un rĆ©cord de financiamiento externo) con los resultados a la vista. Ese respaldo pudo haber sido una expresión de confianza y de compromiso con la Argentina, pero el prĆ©stamo del FMI pareció tambiĆ©n un dramĆ”tico acto de respaldo a un socio predilecto y privilegiado que mantuvo abierto el contacto operativo (y que luego tuvo que adoptar medidas de control de capitales ā€œde emergenciaā€ para evitar la fuga de divisas).


El presidente FernÔndez ha señalado al respecto que la Argentina desea pagar su deuda pero que para proceder, la economía debe primero crecer. Ese pronunciamiento ha sido ya escuchado en América Latina en el siglo pasado y su recuerdo no es grato. Como consecuencia, el mercado interno devaluó entonces el peso adicionalmente y la incertidumbre creció quizÔs recordando las motivaciones iniciales de Néstor Kirchner en el 2003 al calor del colapso y del corralito.


Sin embargo, el nuevo presidente ha anunciado que mantendrÔ la apertura y no repudiarÔ las exigencias de la globalización aunque primero debe atender la emergencia social y el interés nacional. Este eufemismo anuncia una renegociación en que, a la luz de la experiencia rioplatense, los acreedores probablemente sufrirÔn un recorte en sus acreencias (The Economist).


El impreciso lenguaje globalizador del presidente tuvo un giro aún mÔs ambiguo en el discurso inaugural: la integración serÔ con el mundo (una fórmula que pareció minimizar a la región) en un escenario multipolar en el que se mantendrÔn relaciones con todos los países (un lugar común con significados para todo uso).


Lo primero puede indicar que el ā€œfortalecimientoā€ del Mercosur seguirĆ” concentrado en la relación con Brasil (US$ 27 mil millones de intercambios, con sectores de especial articulación como el automotriz). Y tambiĆ©n que la resistencia a culminar un acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea no ha disminuido (lo que no impedirĆ­a una revisión de las negociaciones).


Lo segundo indica que no habrĆ” alineamientos y que la relación con Venezuela quizĆ”s no sea la de la filiación que mantuvo la vicepresidenta. Pero al calor de la propuesta de una salida ā€œdialogadaā€, ciertamente no habrĆ” repudio de la dictadura. La cobertura de esa posición y el compromiso de apertura explican la permanencia de Argentina en el ineficiente Grupo de Lima (que, a la luz de las circunstancias, quizĆ”s se torne aĆŗn mĆ”s flexible).


Un indicio sobre la orientación que el Sr. FernĆ”ndez adoptarĆ” al respecto es el otorgamiento de la calidad de refugiado (inicialmente asilado) a Evo Morales. Ɖste, luego de escuchar la insistencia formal del Canciller SolĆ” de que el expresidente boliviano se abstuviera de hacer polĆ­tica, anunció que su base para recuperar el poder en Bolivia serĆ” la Argentina considerada al respecto un escenario estratĆ©gico que MĆ©xico no provee (salvo para el rĆ”pido contacto con Cuba).


A pesar de ello, lo razonable (por no decir lo realista) es que el presidente FernÔndez entienda bien las enormes limitaciones internas y la vulnerabilidad externa que padece y que, en consecuencia, Argentina se abstenga de intentar una gran rol innovador en el Ôrea en el corto y mediano plazo. Pero la extraordinaria persistencia del activismo peronista, a pesar de sus múltiples variantes, es legendaria.


Al respecto, el cambio de era en América Latina (pero especialmente en Suramérica) que impulsa una redefinición del rol del Estado y un nuevo rechazo a las políticas de ajuste (que la Cepal acaba de oficializar), puede ser el resorte impulsor del activismo peronista en la región. Estados Unidos ya tomó nota al respecto apresurÔndose a ofrecer cooperación al nuevo gobierno y el FMI no ha perdido tiempo en respaldar las iniciativas sociales del nuevo gobierno aunque no políticas económicas que aún desconoce.


Argentina hoy no generarÔ balance de poder en el Ôrea pero sí puede incrementar o atenuar el trÔnsito a un nuevo equilibrio. De momento esa potencia se suma al actual desorden en la región. En consecuencia, la necesidad incremental de cooperación competirÔ con la las urgencias de cada quien. Que ello no desemboque en el triunfo de fuerzas centrífugas depende de cada Estado y, en lo que toca a Argentina, de la forma en que cada uno se aproxime al gobierno del Sr. FernÔndez.


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