La OEA y Venezuela: Inicio de un Proceso sin Solución a la Vista
- Alejandro Deustua
- 17 jun 2016
- 4 Min. de lectura
El diĆ”logo como instrumento de polĆtica exterior puede servir para resolver un conflicto sin recurrir a la fuerza o para postergar su solución mientras los que lo patrocinan salvan su responsabilidad en la materia.
El apoyo brindado a la dialogante e infecunda intermediación de los expresidentes JosĆ© Luis RodrĆguez Zapatero, Leonel FernĆ”ndez y MartĆn Torrijos en Venezuela por los cancilleres americanos durante la 46ĀŖ Asamblea General d la OEA (Santo Domingo, 13-15 de junio) sin otra alternativa explĆcita de acción parece mĆ”s cercana a la segunda alternativa que a la primera.
Si bien es cierto que la agenda de esa reunión, de manera poco comprensible dada la extrema crisis polĆtica, económica y social venezolana, no incluĆa la preocupación por la situación en ese paĆs, la enormidad del problema y su dimensión catastrófica no podĆa evitar ser considerada aunque fuera de manera general.
Menos cuando el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, ya habĆa tomado la iniciativa, inusual pero legĆtima, de recomendar la aplicación de la Carta DemocrĆ”tica sustentada en un voluminoso informe sobre la realidad que se vive en ese paĆs mientras el gobierno venezolano lograba que se evaluara mĆ”s bien el comportamiento al respecto de ese alto funcionario.
En ese marco los cancilleres emitieron un pronunciamiento antes de que se vea el caso en Washington el próximo 23 de junio en el Consejo Permanente de la OEA (conformado por los representantes de los paĆses ante la entidad interamericana).
En ese documento los cancilleres apenas invocaron el contenido del artĆculo 1 de la Carta DemocrĆ”tica que establece el derecho de los pueblos americanos a la democracia y la obligación de defenderla. Y omitieron cualquier consideración sobre la ruptura del orden constitucional en Venezuela que es la causal por la cual el Secretario General, o cualquier Estado miembro, pueden solicitar una reunión del Consejo Permanente para evaluar esa situación.
En lugar de ello se hizo alusión a la Constitución venezolana que consagra la separación de poderes, el respeto al estado de Derecho y a las instituciones democrÔticas para enmarcar la invocación al diÔlogo que promueven los expresidentes mencionados (y que es considerado por la oposición como ineficaz y progubernamental).
La alusión excluyente a ese marco constitucional serĆa sensata si hubiere alguna posibilidad de que el gobierno venezolano, mediante una simple invocación, respetara sus propias normas fundamentales. Pero no la hay en tanto la crisis ocurre precisamente porque ese gobierno no respeta su propia carta magna. Es frente a esa evidencia que el complemento normativo hemisfĆ©rico disponible para demandar ese respeto no na sido recurrido.
Con esta posición ambigua se aproximarĆ” el Consejo Permanente a la consideración de la crisis en cuestión el próximo 23 en Washington. La posibilidad de que aquella cambie proviene hoy menos de la iniciativa de los gobiernos regionales que del rol mĆ”s activo que ha comprometido el Secretario de Estado John Kerry y del efecto que haya tenido la reunión de uno de los lĆderes de la oposición, Henrique Capriles, en su gira por el Cono Sur.
Pero si esa posibilidad despierta expectativas de mayor presión colectiva sobre el gobierno del seƱor Maduro quizĆ”s Ć©stas deberĆan empezar a desescalarse por dos motivos. Primero, porque el gobierno norteamericano ha aceptado la iniciativa venezolana de normalizar la relación diplomĆ”tica a nivel de embajadores (evento que puede atenuar el comportamiento beligerante del gobierno venezolano pero no cambiarlo sustancialmente como ocurre con Cuba) al tiempo que favorece el diĆ”logo en el que participan los expresidentes RodrĆguez Zapatero, FernĆ”ndez y Torrijos.
Y segundo porque el Canciller Serra del Brasil ha anunciado, luego de su entrevista con el seƱor Capriles, que al tiempo que considera que Venezuela no vive hoy bajo democracia, que el principio de no intervención debe ser respetado. El Canciller Sera no ha deseado recordar que la Carta DemocrĆ”tica se basa en el cuestionamiento de ese principio en el exclusivo caso de que el orden democrĆ”tico en un paĆs sea quebrado y que la comunidad interamericana estĆ” obligada actuar al respecto.
Por lo demÔs, si el Secretario de Estado Kerry ha expresado la convicción de su gobierno sobre la necesidad de que el referéndum revocatorio se convoque y se desarrolle en Venezuela de acuerdo a lo que contempla su propia ley, también ha afirmado que su Ônimo no es presionar ni aislar al gobierno del señor Maduro.
Esto Ćŗltimo puede ser sensato (el gobierno de Maduro ha mostrado una tendencia a escalar su respuesta frente cualquier desafĆo sin importar el efecto de ese comportamiento en su población). Pero indica tambiĆ©n que el gobierno norteamericano podrĆa apoyar la posición del Ejecutivo venezolano que consiste en que ese ese referĆ©ndum se realice el próximo aƱo cuando no haya posibilidad de revocar al ineficiente y dictatorial presidente.
A esa posición parece haberse sumado el mediador RodrĆguez Zapatero quien ya ha expresado su opinión contraria a la revocación del mandato presidencial como opción.
Mientras tanto, ninguna acción colectiva se ha tomado para atajar los efectos extremos de la crisis en la población venezolana (el Canciller brasileño ha indicado su disposición a ayudar con medicinas sin encontrar eco en el gobierno venezolano).
Esta situación no cambiarÔ en el transcurso de la semana que media hasta el próximo 23 cuando el Consejo Permanente de la OEA evalúe la situación venezolana. En esa oportunidad los americanos veremos hasta qué punto sus gobiernos pueden ser espectadores del derrumbe de un Estado y bajo qué circunstancias, distintas a las actuales, estarÔn dispuestos a actuar.




