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Alejandro Deustua

Ingresando al 2004

El 2004 trae consigo una fuerte tendencia a la recuperación económica global (3% para los países de la OCDE en contraste con el 2% del 2003) liderados por Estados Unidos (4.2%), Japón (1.8%) además de China (7.8%) en un contexto de seguridad marcado por la incertidumbre. En América Latina esa realidad sitúa la proyección de crecimiento en el orden de 3.5% (a diferencia del precario 1.5% del año pasado que forma parte del "sexenio perdido" desde la crisis asiática) seriamente complicada por los problemas de gobernabilidad que afectan a muchos de nuestros países.


El conflicto de Irak -el hecho de mayor trascendencia del 2003- seguirá reclamando en el 2004 altos costos de establecimiento de la paz (el proceso de reconstrucción tomará aún entre 3 y 5 años) que la "desocupación", que debiera iniciarse este año, no atenuará. La presencia militar norteamericana y de sus aliados seguirá siendo imprescindible para consolidar la estabilidad en la zona, dar un sustento de fuerza a la esquiva pero irrenunciable negociación palestino-israelí, consolidar los resultados del sometimiento libio e iraní a los regímenes de no proliferación, así como para mantener la presión sobre los movimientos terroristas y ampliar la influencia liberal en la zona. Por lo demás, queda pendiente la determinación de la existencia de armas o programas de destrucción masiva que fueron el motivo inmediato del conflicto y que el cambio de régimen -consolidado por la captura de Hussein- no termina de justificar.


En el transcurso del año deberá resolverse la mayor frustración política del 2003: el fracaso de la Unión Europea en proporcionarse una Constitución que profundizara la unión política antes de la ampliación a 25 miembros (mayo de este año). De no tener éxito un nuevo intento, la Europa de "dos velocidades" liderada por Francia y Alemania puede convertirse, per se, en un polo de poder que puede "arrastrar" o no a los demás, pero siempre a costa de una pérdida de cohesión que inhibirá su capacidad de alterar de manera estable la estructura de poder mundial y de estimular la potenciación singular de Rusia (que está en proceso de actualizar su poderío estratégico). La OTAN -que también se ampliará- cobrará, entonces, renovada vigencia.


En el ámbito comercial, el mayor fiasco del 2003 -el fracaso temporal de la ronda Doha- ha evidenciado que los intereses nacionales (específicamente, los vinculados a los subsidios agrícolas y a los temas de Singapur) siguen primando y, por tanto, restando solidez a la denominada "globalización". La intensificación de acuerdos interregionales o bilaterales intentará compensar ese esfuerzo estimulado por una expectativa de crecimiento del comercio global de 7.8% que, a pesar del fracaso de Doha, creció 4% durante el 2003.


Aunque en América Latina, el hecho cuantitativamente más importante del 2003 ha sido la recuperación argentina (7.3%), cualitativamente la proyección del crecimiento brasileño en el 2004 (3%) sobre la base de una performance estabilizadora del año pasado (que apenas rindió 0.1%) está contribuyendo a generar confianza económica en la región. A ello se ha sumado el Perú con 4.1% y Chile, Costa Rica y Colombia (con performances superiores al 3%). La suscripción de un acuerdo de complementación económica entre la CAN y el MERCOSUR que debe activar un acuerdo de libre comercio a mediados de año ha puesto, simbólicamente, lo suyo.


Pero estos resultados contrastan con el escenario andino de ingobernabilidad. La forzada renuncia del presidente Sánchez de Lozada y la emergencia de liderazgos irracionales (los movimientos cocaleros e indigenistas) y de fuerzas desintegradoras en Bolivia, la quiebra de la base política de la presidencia de Lucio Gutiérrez en el Ecuador, los imponderables del referéndum venezolano complicados por la vocación provocadora de Chávez y la persistencia del terrorismo colombiano en desafiar la autoridad legítima del Estado son peligrosísimos factores desestabilizadores que los mercados pueden dejar de asumir.


En este contexto, los peruanos debemos decidir en el 2004 si vamos a apostar por la ingobernabilidad erosionando la autoridad remanente del gobierno o si vamos a generar una estabilidad que todos necesitamos.

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