Frivolidad e Integración
- Alejandro Deustua
- 27 mar 2019
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La cooperación polĆtica y la integración regional es para el PerĆŗ un interĆ©s nacional tan permamente como real es su circunstancial eficacia y efĆmera realización.
En el Ć”mbito polĆtico su pretensión mĆ”s antigua, el Congreso Anfictiónico de PanamĆ”, es tan reverenciada como escasamente duradera fue su herencia defensiva en el siglo XIX o el alineamiento con Estados Unidos en el panamericanismo y anticomunismo del siglo XX.
Y en el escenario económico contemporĆ”neo la experiencia de la CAN realzó, antes que un necesario mercado de escala, las serias limitaciones subregionales en la creación de comercio, interdependencia y desarrollo que empiezan tambiĆ©n a mostrarse en la Alianza del PacĆfico.
Al respecto, sin embargo, nada supera el derroche de recursos e irresponsabilidad polĆtica en la organización de grandes y frustrados escenarios cooperativos en cuyo Ć”mbito āla integración debĆa florecerā.
Al respecto, la muy efĆmera e inĆŗtil Comunidad Suramericana de Naciones del 2004, surgida de la megalomanĆa presidencialista, es un buen ejemplo. Ćsta, pretendiendo simular una fuerte cohesión de principios y propósitos, fue articulada por artificiosos diplomĆ”ticos llamando a la sĆŗbita convergencia de mercados, al burocrĆ”tico diĆ”logo polĆtico, a la desfinanciada integración fĆsica y a un engaƱoso sistema financiero comĆŗn.
Posteriormente el glamoroso pretexto de la identidad comĆŗn y la perversidad del socialismo del siglo XXI, permitieron la faraónica ilusión del UNASUR. Hundido Ć©ste en corrupción y el peso muerto del āacervo comunitarioā y de su aspiración burocrĆ”tica y parlamentaria, produjo la fuga masiva que hoy vemos.
AsĆ, la exuberancia del presidencialismo regional y de sus fantasiosos cancilleres jamĆ”s produjo el nuevo āespacio regionalā en que la integración, la convergencia polĆtica y de seguridad; la infraestructural, ambiental, democrĆ”tica y hasta ciudadana, debĆan florecer.
Pero la creencia de que la utopĆa europea debe construirse sĆŗbitamente en SuramĆ©rica parece inmortal sin importar que Ć©sta se adorne con extremadamente bajos niveles de comercio intrarregional, precarias comunicaciones, dĆ©ficits de valores compartidos y nuevas y bĆ”rbaras dictaduras.
En Santiago de Chile se ha iniciado el proceso de su reconstrucción. Un nuevo espacio regional de cooperación āpara que la integración florezcaā vuelve a construirse.
A pesar de que no hay signo ideológico en él que no sea el democrÔtico y de que tampoco reine Ônimo burocrÔtico ni apuro, el lenguaje de UNASUR estÔ impreso en el documento que lo anuncia. Tanto como el sesgo sectorial a expensas de la integración económica tan importante para atenuar la dependencia y mejorar los niveles de vida de cara a la la sociedad del futuro.
Un foro polĆtico y la integración regionales son tan importantes y la nueva era tecnológica que los innovarĆ” estĆ” tan cerca que no podemos permitirnos otro frĆvolo āgran diseƱoā diplomĆ”tico-presidencialista.




