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  • Alejandro Deustua

Firmeza Frente al Terrorismo y la Amenaza Nuclear

14 de Julio de 2006



El empleo simultáneo de la fuerza por grupos terroristas vinculados a gobiernos establecidos y por Estados fallidos ha degradado seriamente el contexto internacional en pocos días.


En efecto, el secuestro de soldados israelíes por elementos ultraradicales del Hamas y el bombardeo con misiles del norte de Israel por el Hizbullah ha llevado al Medio Oriente a una nueva crisis de compleja administración y difícil desescalamiento.


La vinculación de ambas organizaciones terroristas con el gobierno de la Autoridad Palestina (en el primer caso) y con el Congreso del Líbano (en el segundo) sugiere que la respuesta militar de Israel no sólo ha abierto dos frentes de batalla sino que puede encontrarse en el marco de una guerra convencional y/o asimétrica de proyección regional. Pero ello es producto menos de la intensidad de la respuesta israelí (que puede ser calificada de excesiva o desproporcionada sólo frente a la magnitud específica del desafío más no en relación a su naturaleza) que de la tolerancia de la comunidad internacional con el empleo de mecanismos democráticos por organizaciones terroristas para lograr posicionamiento político.


Este ha sido el caso del Hamas, que ganó las elecciones de la Autoridad Palestina, y del Hizbullah que, por ocupar parte del territorio libanés, ha logrado participación en el Congreso de un país que, como el Líbano, intenta modernizarse bajo condiciones dramáticas.


Al encontrar cobijo estatal sin la exigencia correspondiente de renuncia al terrorismo, la agresión a un tercero por estas organizaciones complica inmediatamente al Estado protector. De allí que la respuesta israelí adquiera justificación defensiva frente a una “acción de guerra” (que sólo pueden producir los Estados y que había sido advertida al Líbano desde el año 2000) y que ésta pueda escalar incorporando a otros Estados que cobijan a estos mismo grupos terroristas.


Este es el caso de Siria y de Irán. Pero el escalamiento potencial no termina allí. Éste puede estimularse por la condición confesional iraní. En tanto la autoridad de ese Estado confesional es chiita puede responder en dos frentes: incrementando su apoyo al Hizbullah (de esa misma confesión) y de los grupos terroristas que operan en Irak (de mayoritaria población chiita).


Si Irán opta por este camino intentará lograr una cobertura estratégica adicional a su cuestionado programa nuclear que, frente al fracaso de las conversaciones con el grupo encargado de la Unión Europea (Alemania, Francia, el Reino Unido) y de Rusia, está siendo replanteado en el marco del Consejo de Seguridad. De esta manera, la amenaza nuclear que plantea Irán complicará, a través de la presión terrorista, la decisión del Consejo de procurar la inhibición nuclear iraní sea por el Capítulo VII (sanciones) sea por el Capítulo VI (negociaciones) de la Carta.


Es en este complejísimo contexto que se ha producido, en el curso de hace pocos días, la pruebas de misiles de largo y mediano alcance de un Estado que violenta sistemáticamente las normas básicas de la comunidad internacional: Corea del Norte.


La coincidencia de esas pruebas como antecesoras inmediatas de la agresión terrorista en el Medio Oriente puede o no ser voluntaria. Pero es real. Si bajo esta realidad de grave y múltiple amenaza deberá actuar el Consejo su respuesta no puede mostrar debilidad. Cualquier muestra de flaqueza incrementará la amenaza a la comunidad internacional que el Consejo representa.


Bajo estas circunstancias no basta con reclamar una conducta israelí más proporcional al carácter puntual y específico de los hechos. Si bien la particularidad de los mismos debe regir la decisión, ésta debe ser alumbrada por la complejidad y eslabonamiento de aquéllos. En esta perspectiva el Consejo debe recordar las múltiples responsabilidades de la Autoridad Palestina, de Líbano (quizás fortaleciendo a su gobierno para lidiar con Hizbullah), de Siria e Irán. Y tomar precauciones para evitar un escalamiento en Irak. La decisión sobre Corea del Norte debe recoger también el riesgo del contexto El Perú, como miembro no permanente del Consejo, debe mostrar la firmeza en la decisión que adopte sobre las acciones terroristas, la amenaza nuclear y los Estados fallidos y hostiles involucrados.

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