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  • Alejandro Deustua

Entre Venezuela y Brasil

Un irresponsable voto de diferencia acaba de impedir que el sistema interamericano ayude a Colombia a afrontar la crisis humanitaria que, a través de la masiva expulsión de ciudadanos de ese país, ha generado la cuasi-dictadura venezolana.


Respaldada por los miembros del ALBA y por el renovado silencio de Brasil y Argentina, Venezuela ha proseguido así la ofensiva fragmentadora que inició Chávez en el hemisferio y la región. A su sombra hoy Maduro sigue golpeando no sólo porque no conoce otro medio sino porque ahora lucha por su supervivencia.


Su escenario favorito, el UNASUR, sería el foro donde se debata la arremetida real o potencial contra 500 mil colombianos que residen en Venezuela y que cargan con la cruz impuesta por una minoría de contrabandistas y narcotraficantes que envenenan la frontera colombo-venezolana.


Como ha ocurrido antes con el cuestionable reconocimiento del gobernante venezolano en una elección teñida de indicios fraudulentos, UNASUR quizás terminará neutralizando la defensa colombiana y desconociendo la naturaleza de la agresión de un gobierno que carece de vocación integradora y que se esmera en priorizar la destrucción como política.


De ella dan cuenta los venezolanos hartos que votarán contra el PSUV en las elecciones parlamentarias de diciembre, la destrucción de la economía y de las instituciones democráticas de ese Estado y la desarticulación de uno de los puntales de la estabilidad suramericana como fue la integración colombo-venezolana.


En efecto, la naturaleza represiva del régimen de Maduro complementada por la demolición del mercado de ese ese país expresada en desabastecimiento, inflación extraordinaria (quizás 140% este año), perversión cambiaria (el dólar callejero de 700 bolívares compite con el oficial de 6.30) y contracción económica (entre -7% y -5.5% este año –CEPAL-) tiene un impacto vecinal imposible de desconocer.


Entre los más importantes figura la caída del comercio bilateral con Colombia que sólo en lo que va del año se contrajo -40% (Cavecol). El nuevo escalamiento de la tensión bilateral quisiera convertir un polo de integración del norte suramericano en un centro de inestabilidad política y económica.


Y si ésta se agudiza con la pérdida de capacidad negociadora del gobierno colombiano, las FARC se benefician. En efecto, hoy éstas buscan mediar de manera equivalente al rol que Venezuela desempeña en las negociaciones de paz entre esas fuerzas narcoterroristas y el gobierno colombiano. La derrota colombiana en la OEA contribuye a esta excentricidad.


Tal escenario de inestabilidad en el norte del subcontinente retroalimenta el que genera en el sureste del mismo la recesión brasileña tras dos trimestres consecutivos de contracción económica. Ésta será este año de -2.01% y de -0.16% el próximo (Reuters) afectando gravemente al principal polo de integración suramericana.


En efecto, el comercio brasileño-argentino que se redujo -21% el año pasado caerá aún más en el 2015 (en el primer trimestre las ventas argentina cayeron -22.3% y las brasileñas -16%) en un escenario MERCOSUR en el que el Brasil representa el 75% de la producción subregional mientras que la economía argentina está estancada. Agréguese la inmensa crisis política brasileña y la inestabilidad del sureste suramericano aparece como otro gran abismo regional.


Esta situación de desequilibrio suramericano atrae como un imán la creciente volatilidad global. Es imperativo que UNASUR no agregue riesgo a la peligrosa vulnerabilidad regional.


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