El cierre de campaña chavista para convertir a Venezuela en un Estado totalitario ha sido poderoso. Pero lo fue menos por su número y afición a las urnas que por su beligerancia. En ello el lenguaje bélico de Chávez quiso acercarse al apocalíptico anuncio castrista de que ese país puede explotar en una guerra civil. Aunque ese no sea el escenario, nada mejor que colocar al país en pie de guerra para parecerse a él. El enemigo imperialista (Estados Unidos), el remanente imperialista (España), el peón imperialista (Colombia), el traidor imperialista (la oposición) organizó la beligerancia chavista en la campaña. Y el agresor en el rol de agredido fue la figura que expresó mejor su racionalidad en tanto esconde mejor la violencia que le es indispensable para perpetuarse en el poder, establecer el "socialismo" y controlar a la población siguiendo la fraguada ruta del cambio de la naturaleza de la Constitución. Ello puede ser demagógico pero también es eficaz. Tanto como para ganar el referéndum de una manera u otra. Las consecuencias están a la vista. Chávez reprimirá gane o no gane a través de la fuerza física o mediante el cercenamiento de las libertades. Y seguirá hostigando internacionalmente frente a la impotencia de la OEA. Para ello la vinculación boliviana, la del resto del ALBA, la iraní y la de toda potencia emergente y hostil le es indispensable. Frente a ese escenario emergente, el requerimiento de contención del chavismo es vital. Aunque algunos no lo desean, hoy toca a las democracias representativas de la región promover la reversión del expansionismo chavista y llevar el caso a los foros eficientes.
Alejandro Deustua
Comments