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  • Alejandro Deustua

El Silencio Político de la Prensa y Partidos Liberales

Enfatizando, según algunos, las prioridades a tener en cuenta en la segunda vuelta del 5 de junio, buenas noticias económicas contextualizaron la votación del 10 de abril.


En efecto, la CEPAL corrigió al alza el desempeño anual de la economía peruana a 3.8% (perfomance superada sólo por Bolivia en la región). Y los índices General y Selectivo de la Bolsa de Valores de Lima han reportado ganancias extraordinarias debido al incremento de precios de los metales y a la clarificación del horizonte político del país (no hay muchas diferencias entre los planes económicos de los candidatos que superaron el primer escollo electoral).


En consecuencia importantes diarios liberales, prensa económica especializada y algunos candidatos perdedores han preferido ocuparse poco de cotejar la calidad política de los concurrentes al ballotage. Y con aire de confianza oxigenado por la marginación de la candidata de izquierda, reclaman al ciudadano buen criterio, orden y compostura y una buena lectura de la solvencia de ambas ofertas electorales. Pero al respecto prefieren no optar.


De esas demandas mediáticas y partidistas de responsabilidad ciudadana se excluye cualquier comparación de la naturaleza política de los candidatos que ofrecen el mismo modelo económico, la dimensión del riesgo político que traerá consigo la opción por el candidato equivocado y la conflictividad social ya visible en la fuerte resistencia que presenta uno de ellos. Para esos diarios, que parecen asumir que la estabilidad del mercado ya ha ganado, la candidatura de Keiko Fujimori se considera exactamente a la par que la de Pedro Pablo Kuczysnki.


En esa perspectiva la prosapia autoritaria que representa la señora candidata se presenta como equivalente al fundamento democrático del señor candidato. Por lo demás, para ese sector de opinión, la tendencia dinástica que la candidata representa parece valer lo mismo que la indisposición hereditaria del candidato (que, es cierto, no se ha preocupado por su legado partidista).


Es más, esa prensa prefiere no aludir a la propensión fascista de la candidatura de la señora Fujimori quien, sobre la mayoría obtenida en el Congreso y en el norte y centro del país pudiera creer que es posible edificar un nuevo control institucional fundado en el poder de más de 70 congresistas bajo la eventual presidencia de Kenji Fujimori. El control del Ejecutivo, del Legislativo y de la mayoría de gobiernos regionales es una versión “suave” del control del Estado teniendo en cuenta la fusión del Ejecutivo, la Fuerza Armada y el Servicio de Inteligencia que practicaron Alberto Fujimori, Nicolás Hermoza y Vladimiro Montesinos en la última década del siglo XX.


Bajo estas condiciones, pedir a esos medios que recuerden mejor los delitos de lesa patria cometidos por el régimen fujimorista cuyo titular mostró sus verdaderas lealtades al someterse a la soberanía japonesa mientras aún se enfundaba la faja presidencial, parece indispensable. Pero, por conveniencia, hoy semeja un exceso. Quizás más adelante aquellos querrán aludir al depuesto pasaporte del señor Kuczynski.


Este silencio mediático y partidista, que evidencia que la seguridad del mercado es el valor supremo, parece explicar en algo la escasa atención que, por disgusto con ella, los peruanos prestan a la democracia tal como lo sigue registrando Latinobarómetro. El malestar de los peruanos con el régimen político es superado en América Latina sólo por Paraguay, Brasil y México.


Sin embargo, alguna responsabilidad cabrá a ese silencio si, debido al triunfo de la candidatura equivocada, que no se producirá pero que podría ocurrir, reapareciera en el Perú la confrontación que sostendrán la tendencia violenta del fujimorismo con la fuerte resistencia a esa opción que expresan hoy algo más del 40% de los peruanos.


No sometidos al chantaje del terrorismo ni de la hiperinflación como ocurrió a principios de la última década del siglo pasado, esos ciudadanos se dejarán escuchar en las calles. Y quizás ellos, en un contexto de ajuste económico, serán acompañados por los menos favorecidos. Entonces los mercados clamarán por racionalidad y quizás por mano dura mientras la incertidumbre podría aposentarse nuevamente en el Perú aupada por un contexto internacional poco favorable.


El bien público reclama que los ciudadanos elijamos en junio teniendo bien claro quién representa qué en esta contienda.


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