La proyección de crecimiento de la economía peruana para este año ha sido corregida al alza por el BID (al rango 5-6%-6%) y por el FMI a 5.5%. De mantenerse las políticas económicas y de evitarse los riesgos externos (debilidades del crecimiento y del empleo globales, fragilidad del sistema bancario, nueva presión financiera en la eurozona y una fuerte subida del petróleo según el FMI) el crecimiento podría mantenerse en el largo plazo.
Las buenas noticias para la economía nacional en el marco de una cautela internacional ligada a la lerda recuperación global (3.5% este año y 4.1% el próximo según el FMI) están condicionas, además, por ciertos indicadores locales como la tasa de crecimiento de las exportaciones y la composición de las importaciones peruanas.
Así, si en febrero las exportaciones crecieron 10.7% en relación a febrero de 2011, ese incremento fue menor al de enero de este año (-6.7%) en un contexto de caída de los precios de los productos tradicionales (en el último año el cobre y la harina de pescado perdieron respectivamente 16.5% y 16.2% de su valor, mientras que el del oro aumentó 24.3% por razones vinculadas a su valor de refugio y el precio del petróleo –que es un factor de riesgo global- subió 19.8%). Estas cifras son del Banco Central de Reserva (1).
En este escenario, es probable que la contribución de las exportaciones al crecimiento disminuya. Especialmente si los primeros mercados andinos (Estados Unidos y la Unión Europea), no crecen lo suficiente, caen (como ya ha ocurrido en el primer bimestre generando un decrecimiento de las ventas peruanas a Estados Unidos de -3.6%) o involucionan en el ámbito de la recesión (el caso del área del euro, a cuyo marco no pertenece, felizmente, nuestro segundo cliente –Suiza-). De hecho, mientras nuestras exportaciones a la UE cayeron en el primer bimestre -1%, las ventas a Suiza subieron… 98.1%!.
Pero como el mercado suizo no es suficiente para el Perú, el deterioro de los mercados occidentales deja como alternativa externa al Asia (el primer mercado peruano). En ella, sin embargo, las expectativas de menor demanda han contribuido a la disminución del precio de los commodities y de los metales básicos. A pesar de ello las compras asiáticas de bienes peruanos han aumentando (probablemente por volumen) en el orden del 23% en el primer bimestre comandadas por las adquisiciones chinas –un crecimiento de 49.6% en los primeros dos meses del año- según el Banco Central.
Sin embargo, en tanto las exportaciones al Asia están dominadas por los productos tradicionales (que, a su vez, conforman alrededor del 75% de la oferta peruana), las alternativas para las exportaciones de productos no tradicionales de escaso valor agregado parecen ubicarse en otros mercados como el regional hemsiférico o el subregional como el andino.
La buenas noticia al respecto es que, en el 2011, las exportaciones intra-regionales de la CAN (un típico mercado para bienes finales andinos) crecieron importantemente (17.6%) impulsadas por el dinamismo de las colocaciones ecuatorianas (30.2% de crecimiento) y peruanas (14.4% de crecimiento) (2).
Sin embargo, el total de estas ventas intracomunitarias representaron en el 2011 apenas 7% de lo que la CAN coloca en el mundo. Y la participación de las exportaciones andinas al MERCOSUR fueron todavía menores el año pasado (6% del total) según la estadística andina. Ello implica que no sólo la participación del resto del mundo en el comercio exterior andino sigue siendo abrumadoramente superior a la comunitaria sino que la tasa de crecimiento de esas exportaciones (30.8%) casi duplican a la intrasubregionales.
En consecuencia estaríamos asistiendo a una pérdida de valor en el comercio intrasubregional andino para productos no tradicionales de escaso valor agergado.
Ello sugiere que una lectura optimista del comercio intra-regional (la que permite disfrutar de los beneficios del comercio a menores costos) debe abarcar el ámbito continental hemisférico. Esto es, no sólo a la CAN y al MERCOSUR sino a Norteamérica (y a los Estados Unidos en particular).
Esa perspectiva, que arroja valores más interesantes, parece esencial para apuntalar mejor la perfomance económica nacional cuyo crecimiento está impulsado principalmente por la demanda interna.
Pero aún ello no parece suficiente para contrarrestar otra tendencia riesgosa: un eventual cambio de la estructura de las importaciones que, de persistir, puede implicar problemas para la economía peruana. En efecto, en febrero, las importaciones peruanas de bienes de consumo crecieron extraordinariamente (39.1%) mientras que las de insumos apenas lo hicieron en 10.1% y las de bienes de capital casi se estancaron (1.2%) según el BCR. La estructura importadora de febrero muestra un sustancial contraste con la estructura importadora prevaleciente hasta el año pasado en la que primaron las compras de bienes de capital y/o de insumos.
Si las cifras de febrero evolucionan hacia una tendencia y ésta consolida el cambio de la estructura importadora, el resultado se reflejará en otro agravante: una involución hacia términos de cambio negativos (que en febrero fueron de -0.8% también contra la tendencia del año pasado). El correspondiente costo en bienestar se sentirá también en mayor vulnerabilidad externa.
Ello, sin embargo, no implicará una variación de la naturaleza de nuestra inserción en tanto, a lo largo del presente ciclo de crecimiento nacional, nuestras exportaciones han sido abrumadoramente dominadas por las materias primas. El problema mayor que presenta esta situación es la alteración de la estructura importadora que, hasta ahora, ha estimulado un lento, pero real crecimiento de la industria. Si esa condición se pierde, la contribución del comercio exterior al crecimiento económico puede ser insuficiente para generar el empleo necesario para lograr desarrollo y mejores condiciones de vida.
De consolidarse este punto de inflexión, el Perú no sólo habría incrementado su grado de vulnerabilidad externa en un contexto inestable (la OMC proyecta para este año un descenso del comercio global a una tasa 5% y otro en el 2013 a 3.7% desde 13.8% en el 2011) (3) sino que la calidad de su apertura peruana será desafiada por las tendencias proteccionistas que abundan en el medio. El buen manejo macroeconómico debe tener en cuenta esta coyuntura estratégica si el crecimiento del comercio exterior quiere contribuir efectivamente al crecimiento y al desarrollo. Si ello implica mayor inversión también requiere una sostenida importación de insumos y de bienes de capital.
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