En medio de la crisis financiera que amenaza al sistema internacional, de la centralidad en ella de Estados Unidos y la Unión Europea, de los anuncios del declive occidental ad portas de la cumbre APEC (Hawai, noviembre), el Perú acaba de confirmar su esencial vínculo con Occidente.
Al margen de expresiones malentendidas o malhumoradas sobre la importancia de algún socio, el hecho es que el Canciller ha ratificado en España, Francia, Alemania y la sede de la Comisión de la UE la filiación peruana a los valores liberales. Y el Primer Ministro ha ratificado, en ese marco, la vitalidad de la relación con Estados Unidos como socio estratégico.
Ello compromete la identidad del país (que no se restringe al nacionalismo o al regionalismo), el carácter de su inserción (que, sobre una base regional sigue siendo global) y su disposición cooperativa (que se aleja del encanto confrontacional de ciertos vecinos).
Para efectos concretos, ello se ha expresado en la renovación de la asociación con la primera potencia en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado sobre la base de una revisión de la política antidrogas peruana.
Ese vínculo de seguridad es fundamental para revertir el mortal acecho de esta amenaza global. Al respecto esperamos que el énfasis en el desarrollo de capacidades de inteligencia, de interdicción y de sustitución de cultivos no minimice el esencial componente de la erradicación cuya insuficiencia ya nos coloca como primeros exportadores de cocaína. Y aspiramos también a que Estados Unidos y la Unión Europea cumplan mejor con el principio de responsabilidad compartida reduciendo drásticamente el consumo.
La confirmación del vínculo occidental se ha expresado también en la gestión de la aprobación del acuerdo de libre comercio suscrito con la Unión Europea. Ello ha sido complementado con la exploración de vínculos de seguridad con Francia, de mayor compromiso económico alemán y de continuidad de la relación con España si cambia el gobierno de ese país (como parece claro).
Si esto se ha realizado sobre la base de la presentación de las políticas de inclusión y concertación, la visita compromete la seriedad del gobierno y no sólo al Estado. En el cumplimiento de esa palabra está buena parte de la legitimidad externa del Presidente Humala.
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