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  • Alejandro Deustua

Colombia: El Populismo Se Aposenta

17 de marzo de 2022


El proceso colombiano para consolidar candidaturas políticas en un escenario muy fragmentado es sensato. Pero nadie puede evitar que, aún contando con este instrumento de cohesión orientado al fortalecimiento del Ejecutivo, los electores se empeñen en optar por candidatos populistas. Así ha ocurrido en Colombia en las “consultas interpartidarias” del 13 de marzo siguiendo la tendencia regional.


Esas consultas han ofrecido a un electorado disperso concentrase en tres alternativas (derecha, centro e izquierda) además de elegir a sus parlamentarios para el período electoral 2022-2026.


Las “consultas interpartidarias” no son una primera vuelta (que se realizará el 29 de mayo). Se parecen más a unas elecciones primarias en que participa el conjunto ciudadano apto. En ellas los electores ejercen su derecho en una sola “consulta” (no es posible votar en las tres “consultas”establecidas). De esta manera se depuran candidaturas fuertes y congregantes que debieran incrementar el sustento político del futuro presidente.


Pero que ello se traduzca en eficaz gobernanza y estabilidad política depende del ciudadano y no sólo del sistema. Ese ciudadano ha decidido volcar sus preferencias anticipadas en el candidato Gustavo Petro (izquierda) como resultado de los más de 5 millones de votantes que concurrieron a “su” consulta (la del Pacto Histórico) en la que Petro ganó, además, el 80% de las preferencias.


Con alrededor de 4 millones de preferencias, el candidato del “Equipo Colombia” (derecha), Federico Gutiérrez recibió el 55% de los adherentes de esa agrupación. Y Sergio Fajardo, candidato de “Centro Esperanza” recibió alrededor de 2.5 millones de votos.


Aunque los tres candidatos han sido alcaldes de grandes ciudades (Petro en Bogotá, Gutiérrez en Medellín y Fajardo también en Medellín y en la gobernación de Antioquia) y exhiben respetables títulos académicos (Petro es un economista, MA por la Universidad Javeriana con diplomados en Lovaina y Salamanca; Sergio Fajardo es un PhD en Matemáticas por la Universidad de Wisconsin y Federico Gutiérrez es ingeniero civil de la Universidad de Medellín y politólogo de la Universidad Bolivariana), sus trayectorias difieren sustancialmente.


Petro fue un militante guerrillero del M-19 y candidato presidencial derrotado por Iván Duque, Gutiérrez es cercano al expresidente Álvaro Uribe y Fajardo es un académico con experiencia docente en universidades norteamericanas y orientación de centro-izquierda.


Como parece claro, el candidato Petro es el postulante a vencer en las elecciones de mayo próximo. Cercano a la experiencia chavista que comanda Maduro (aunque algunos lo sindican más bien en el cajón peronista del populismo regional), Petro apela a los jóvenes y desplazados afines a una metáfora“un país diverso y multicolor, con una economía productiva y moderna, basada en energías limpias, que permita a cada cual vivir dignamente del trabajo, que redistribuya la tierra y respete la naturaleza, que reactive la producción agropecuaria e industrial” según su movimiento Colombia Humana.


Como Boric en Chile, Petro plantea la gratuidad de la enseñanza universitaria y de la salud y una reforma del sistema de pensiones que invita al desvío de los ahorros correspondientes para conformar un fondo público que compita con los privados. Y como Perú Libre, Petro desalienta las actividades extractivas (la minería -en especial la de tajo abierto-, y la petrolera -especialmente el fracking-) que pretende reemplazar con la actividad industrial protegida (el modelo de sustitución de importaciones es aplicable) y con la agricultura (que patrocinará prohibiendo el latifundio improductivo).


En su propósito de “enriquecer a los pobres” propone créditos baratos para los pequeños empresarios y los informales que un banco público proporcionará. Ello anuncia el incremento sustantivo de la emisión monetaria, de impuestos selectivos y manejo no tecnocrático de la economía que un país “multicolor” y de tendencia feminista debiera tolerar.


En materia seguridad la opción de Petro es la “paz” (es decir, el mínimo recurso a la fuerza armada) como prioridad aunque sí emplearía la fuerza para cooperar con el Ecuador en la lucha contra el narcotráfico y promovería una nueva negociación con los disidentes de las FARC y con el ELN .


En política exterior global, Petro se propone un lugar común: la prioridad multilateral y la ambientalista.


Regionalmente, destaca una nueva relación con Venezuela (pero sin explicar cómo reaccionará la dictadura de Maduro a su propuesta de minimizar la variable petrolera) y una especie de frente contra el petróleo y el carbón, al que invitaría a Chile (que no tiene petróleo) y al Brasil (que lo tiene en abundancia como garantía de desarrollo) (Portafolio).


En la relación con Estados Unidos Petro propone la prioridad de la seguridad alimentaria como condición previa a la lucha contra el narcotráfico (El Tiempo) pero sin mencionar la relación estratégica que deriva del vínculo de Colombia con la OTAN.


Frente a ello, la oposición que se organice en torno a la candidatura de Federico Gutiérrez no será, desde ningún punto de vista, despreciable. Especialmente si en Senadores y la Cámara de Representantes los partido tradicionales (el Conservador y el Liberal referidos hoy como “la maquinaria”) han logrado encabezar la elección junto con el Pacto Histórico. En ese escenario fragmentado, los representantes de esos partidos tradicionales quizás logren articular un rol cuyo eficacia, sin embargo, no se orienta al consenso nacional.


La tendencia regional marcada por triunfos presidenciales de movimientos de izquierda en escenarios fragmentados no garantizan estabilidad en el área. Veremos qué pasa en el Brasil si Lula triunfa.


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