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  • Alejandro Deustua

2006: Una Referencia General A La Política Exterior

23 de Diciembre de 2006



El fin de año encuentra al gobierno empeñado en redefinir nuestra inserción extraregional y latinoamericana. Para esta tarea sin embargo no hay aún un programa consolidado y público.


En el ámbito extraregional es claro que, aunque no lo reconozca, el gobierno se propone incrementar la vinculación con Occidente.


Como es evidente, en el caso de Estados Unidos el esfuerzo se encuentra centrado en lograr la aprobación del TLC. Aunque inicialmente se planteara diversificar la relación con la primera potencia, las dificultades que encuentra la aprobación de ese tratado en el Congreso norteamericano inhibe la iniciativa en otros campos y está poniendo en cuestión la dimensión estratégica del acuerdo.


Aunque las probabilidades de su aprobación se han incrementado bajo los términos de prórroga del ATPDEA, la morosidad de los congresistas norteamericanos dice mucho de la escasa dimensión de seguridad que éstos otorgan a los fundamentos de ese vínculo comercial. A la luz de nuestros intereses estratégicos, que no son sólo económicos, el gobierno deberá asegurarse que esa situación cambie reorientando el “cabildeo” mercantilista que realiza en Washington.


En el caso de la Unión Europea, el gobierno, en el marco de la CAN, se propone iniciar negociaciones de un acuerdo de asociación con la UE que incluya un acuerdo de libre comercio. A pesar de que la evaluación conjunta de la integración subregional ya ha culminado y de que la Comisión Europea ya propuso al Consejo Europeo lineamientos de negociación, la erosión de la cohesión andina complica el objetivo nacional.


Teniendo en cuenta la fecha tentativa para un acuerdo inicial (el 2008 cuando el Perú albergue la cumbre América Latina-Unión Europea) el esfuerzo gubernamental por restaurar una mínima cohesión en la CAN tiene plazo fijo. Lo extraordinario acá es que superar la incertidumbre que plantea Ecuador, la inestabilidad boliviana y la fragilidad de la Secretaría General de la CAN tiene ahora el incentivo occidental que plantea Europa.


Por lo demás, la relación con Japón, cuya condición asiática tiene un firme soporte en Occidente, ha sido ya normalizada. Ello, sin embargo, ha ocurrido sin que ese gobierno clarifique el vínculo operativo que mantuvo con Alberto Fujimori. Éste es un requerimiento pendiente que, en tanto ha comprometido la Jefatura del Estado peruano, no puede ser obviado.


Ello deberá poder realizarse sin dejar de apurar el paso en nuestra indispensable vinculación con Asia (que es también de competencia). Si bien la cumbre de la APEC que se realizará en el Perú también el 2008 es una referencia al respecto, el trabajo de articular a los países latinoamericanos del Pacífico es la tarea de largo plazo que debe enfatizarse.


En Suramérica la extraordinaria secuencia de cuatro años de crecimiento consecutivo (5.3% el 2006) es un desigual logro colectivo cuya fundamentación extraregional algunos de nuestros interlocutores prefieren obviar. Éste es el caso de Venezuela y de Bolivia, que pretenden revertir los términos de la integración regional sin recordar el riesgo que implica complicar más los bajos niveles de nuestra interdependencia económica.


Nuestra ratificada y fundamental relación estratégica con el Brasil no ha logrado equilibrar esa influencia. Ello debe mejorarse como ha mejorado la relación con Chile (la profundización del acuerdo de complementación económica y la evaluación de operaciones conjuntas de paz) y Colombia, dos socios fundamentales. A ellos debe agregarse México por una sencilla razón: la organización suramericana no puede entenderse como contrapuesta a la norteamericana. He aquí un quid pro quo para el 2007.

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