¿Traspaso o Transición?
- Alejandro Deustua
- 29 ene 2023
- 2 Min. de lectura
30 de enero de 2023
Al cabo de los esfuerzos de la PolicĆa Nacional para contener la insurrección, la ausencia de Estado de Derecho en el sur estĆ” derivando en incertidumbre polĆtica mayor. Ćsta se asienta en dudas crecientes sobre la capacidad del gobierno para aplacar la violencia y sobre las condiciones de su propia transición.
Para aclararlas se requiere un diagnóstico oficial de la situación. Los informes sobre los daƱos causados por las protestas no son suficientes para identificar la naturaleza del problema. El supuesto de que agentes informales vinculados al terrorismo, a otras sus organizaciones criminales y a algunas fuerzas polĆticas externas no ha sido esclarecido ni separado de la protesta legĆtima.
El ataque simultĆ”neo a āactivos crĆticosā (18 intentos de tomas de aeropuertos, 20 ataques a comisarĆas, 14 ataques a locales del Poder Judicial, incineración de 4 mil expedientes -EC-), los bloqueos constantes de carreteras, el incendio sistemĆ”tico de sedes institucionales, el financiamiento delictivo de la logĆstica subversiva y el sabotaje de centros de producción no dan cuenta de una estallido inesperado como sugirió un importante miembro del cuerpo diplomĆ”tico extranjero en Palacio de Gobierno.
Al respecto no existe un pronunciamiento pĆŗblico que indique que el gobierno sabe contra quiĆ©n estĆ” luchando. Y tampoco sobre los actores sociales con legĆtimos reclamos con los que se debe negociar.
Si al respecto no hay noticia, el esfuerzo de CancillerĆa por explicar la crisis a interlocutores externos probablemente carezca de contenido suficiente. Y ello lleva a errores como el de seƱalar que el PerĆŗ es hoy una āpotencia regional emergenteā cuando el Estado seriamente debilitado por la traición de Castillo y la inconciencia de gobiernos anteriores, estĆ” siendo atacado mientras su viabilidad es cuestionada y la respuesta de la Fuerza Armada es insuficiente.
En efecto, pretender que se estĆ” defendiendo una āimagenā del PerĆŗ en el exterior propia de tiempos mĆ”s normales cuando hoy la proyección internacional tiene las condiciones propias de la crisis, es un error estratĆ©gico. Ćsta puede deberse a una deformación profesional que no toma suficiente nota de que la polĆtica exterior debe procurar hoy la defensa activa del Estado ārealā y revertir su precaria situación.
Para ello se requiere de cooperación y de eventuales alianzas externas con aquellos gobiernos y entidades que han expresado buena fe en la relación con el Perú (Estados Unidos, la Unión Europea, Ecuador, la oposición de los gobiernos vecinos); o asistir con mensajes fundamentados a foros beligerantes en el que participan presidentes que, clamorosamente, faltan a la verdad antes que aparecer en deslucidas a sesiones protocolares de la OEA.
Para ello se requiere un gobierno de transición dispuesto a cumplir con sus obligaciones antes que a convocar a elecciones inmediatas que, sin candidatos ni partidos reconocibles, y con auspicio ideológico en la OEA, auguran una tómbola electoral en la que el caos y el desorden serÔn parte del proceso y del resultado.




