Suramérica en Proceso de Restauración
- Alejandro Deustua

- hace 3 días
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3 de noviembre de 2025
Suramérica acaba de iniciar una secuencia de procesos electorales que decidirán la viabilidad de sus economías y estados.
Bolivia ha optado por un demócrata-cristiano que, ensanchando el centro político y procurando indispensable apoyo internacional, pretende salvar apremios cotidianos (combustible y divisas), restaurar los fundamentos de una economía quebrada y recuperar la cohesión nacional raída por el MAS.
Y en Argentina, un sorprendente apoyo ciudadano acompañado de militante soporte norteamericano, ha fortalecido un radical proceso anti-inflacionario previo al inicio de reformas estructurales viabilizables por asociaciones legislativas. Éstas podrán ser defendidas mediante veto ejecutivo de normativa opuesta a las mismas.
Y el 16 de noviembre Ecuador decidirá, mediante referéndum, si el gobierno cuenta con apoyo ciudadano para autorizar el establecimiento de bases militares extranjeras, deponer la financiación pública de los partidos, reducir el legislativo y optar, previa consulta popular, por una nueva Constitución. Esta reformas son consideradas fundamentales para imponer el orden desafiado por “organizaciones terroristas de carácter trasnacional”, fortalecer la gobernabilidad y racionalizar excesos parlamentarios.
El mismo día Chile elegirá a un presidente que, en un escenario de gran polarización, debiera reducir la amenaza que el crimen y la violencia impone a la ciudadanía y superar el estancamiento de la economía.
A estos cuatro casos de supervivencia o de restauración nacional se agrega un eventual cambio de régimen en Venezuela sea eliminando la dictadura o transformándola en autoritarismo de salida (o enraizando su permanencia a través de ayuda extrarregional). Luego de diferentes intentos diplomáticos latinoamericanos y europeos hoy la presión norteamericana, escalada en el Caribe, no puede retirarse sin algún resultado.
En ese marco, y embebidos de aparente solvencia macroeconómica, los peruanos afrontaremos en abril un problema elefantiásico: optar por un gobernante entre 39 postulantes y discernir entre 9500 candidatos a diputados y senadores. Teniendo en cuenta la velocidad del giro político y el deterioro del valor institucional en el país, el precio que deberá pagar el ciudadano por no resolver adecuadamente esta hiper-oferta electoral implicará una “hiper-inflación política” de la que no se sale sin un ajuste radical.
La resignación con que afrontamos el panorama quizás se deba a que, a diferencia de nuestros vecinos (salvo Chile), la crisis no es aún terminal mientras esperamos que los precios de los productos básicos no desciendan (-7% en 2025-2026, Banco Mundial) y que no se desate una crisis financiera en Estados Unidos seguida de recesión.
Para reducir la montonera política y fortalecer las instituciones requerimos de un extraordinario esfuerzo de asociación interna. Y otro de nueva convergencia con los vecinos democráticos para dejar de ser la región emergente que menos crece en el mundo.





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