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  • Alejandro Deustua

Signos de Recuperación en la Economía Internacional

Una serie de indicadores coincidentes del sector real de las mayores economías anuncian el punto de inflexión del peor proceso recesivo en 80 años. Si estos indicadores se confirman en los próximos meses, la recuperación será lenta y a tasas mucho menores que las registradas hasta mediados de 2008. Por lo demás, todo depende de que no ocurra otro desmanejo financiero.


De otro lado, en tanto ese proceso converge en las economías centrales, los que pensaban que el crecimiento vendría de la periferia tendrán que revisar sus expectativas así como reconsiderar la densidad de la interdependencia generada desde la década de los 80 del siglo pasado que mucho dieron por concluida.


Los anuncios respectivos ya son oficiales. En efecto, el presidente norteamericano acaba de informar que lo peor de la recesión ha pasado señalando que el mercado de la primera potencia ha dejado de caer. Así el desempleo de julio ha descendido a 9.4% mientras la economía norteamericana perdía menos empleos (otros 247 mil). Siendo esta estadística aún abrumadora el hecho de que julio haya sido el primer mes en que el mercado laboral no empeora desde mediados del 2008 marca un prudente cambio de perspectiva.


Asimismo, y de manera simultánea las dos economías mayores de la Unión Europea, Alemania y Francia, anunciaron un crecimiento de 0.3% en el segundo trimestre del año. Ello ha implicado un incremento del gasto y del consumo mientras que las ventas externas por Alemania (la mayor potencia exportadora) saltaron 7% (la tasa más alta en 3 años).


Siendo ese país fuertemente dependiente de su sector externo es evidente que el incremento ha derivado de la recuperación de la demanda en ciertos mercados principales. Este es el caso de la China que, en el segundo trimestre habría crecido 7.9% (vs. 6.1% en el primer trimestre) apuntalada por un expansión industrial aún mayor (10.8%).


Estos excelentes anuncios no marcan tendencias aún: aunque Alemania podría crecer 1% en el tercer trimestre, el hecho es que la zona del euro decreció -0.1% en el trimestre pasado señalando la vigencia recesiva en esa unión monetaria. Por lo demás, las ganancias de las empresas chinas continúan a la baja mientras los precios cayeron -1% en julio. De otro lado, la recesión sigue fuertemente anclada en Rusia (otro BRIC) esperándose una contracción interanual a fines del 2009 de -8.5% a pesar de que el PBI del segundo trimestre habría remontado 7.5% respecto del primero según informa la BBC.


Estas fuertes tendencias negativas están marcadas por algo más que las pequeñas pero importante mejoras de perfomance descritas. Además del punto de inflexión que éstas anuncian lo fundamental es la coincidencia de las mismas (algunos denominan a estos movimientos coincidentes como “sincronización”). El efecto multiplicador global consecuente sería entonces mayor.


Especialmente si va acompañado de signos de recuperación del comercio internacional. En efecto, al fuerte incremento de las exportaciones alemanas debe agregarse una pequeña pero significativa mejora de las exportaciones norteamericanas en julio (2.2%), de las japonesas (1.1%) y de las chinas (3.5%) según el New York Times. Frente a la caída anual de alrededor de 20% registrada hasta la fecha, este cambio en el valor de los flujos es fundamental.


Y no sólo porque éstos supongan el incremento de la demanda de terceros mercados sino porque los mayor ingresos que esas ventas producirán en los mayores exportadores anuncian una mejora eventual de sus importaciones de países en desarrollo (especialmente de los que han mantenido la apertura de sus economías y mejorado su acceso).


El optimismo correspondiente debe moderarse, sin embargo. Sobre todo en el caso de algunas economías latinoamericanas. Si éstas demoraron en sentir el shock externo porque sus economías presentaban mejores fundamentos, sería de esperar que una sustancial mejora en los centros económicos apresure la respuesta de estas economías a ese estímulo. Sin embargo, ello podría no ocurrir con la velocidad esperada porque el traslado de las mejoras de las cuentas externas a la demanda interna de las economías mayores puede tardar dependiendo del tamaño y complejidad de cada una de ellas. Por los demás, es preciso recordar que si la recuperación para las economías abiertas será más rápida (siempre que los planes de estímulo no se corten antes de tiempo), no operará aún en condiciones estructuralmente mejores. En efecto, las medidas de control y previsión anunciadas por el G20 el año pasado están lejos de materializarse mientras que la ronda Doha sigue siendo un terreno baldío. Estas condiciones podrían tener que esperar aún más si el optimismo propio de una recuperación clara posterga la urgencia de las normas requeridas para corregir los excesos de los mercados financieros y la renuencia cooperativa de los miembros del sistema siguen ahogando los esfuerzos de la OMC.


Si la crisis estimuló súbitos esfuerzos conjuntos, la postcrisis reclama una acción colectiva más sistemática y decidida para consolidar el nuevo escenario interdependiente y mejorar sustancialmente su ordenamiento eficaz. Ello es indispensable frente a un escenario emergente con mayor y quizás divergente influencia.



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