Rebelión en el Sur
- Alejandro Deustua
- 10 ene 2023
- 3 Min. de lectura
11 de enero de 2023
El PerĆŗ afronta el ataque concertado de fuerzas, en su mayorĆa informales, agrupadas en el sur del PerĆŗ. Ćstas han sido movilizadas por azuzadores polĆticos profesionales, lĆderes sindicales, autoridades regionales y agentes del narcotrĆ”fico y de la minerĆa ilegal. Su vĆnculo con asociaciones mĆ”s organizadas, tejidas durante el gobierno de Pedro Castillo, ligadas a PerĆŗ Libre (el original partido de gobierno) e influidas, en no escasa medida, por operativos del MAS boliviano y del proyecto Runasur de Evo Morales no puede ser desconocida ni minimizada.
Como tampoco puede serlo el rol de las organizaciones que, bajo el manto sindical del Movadef y Sute (organizaciones āmagisterialesā), esconden a militantes de Sendero Luminoso.
La toma de aeropuertos regionales, los incendios de sedes de gobiernos locales, el saqueo de mercados, el corte de carreteras y reclamos inabordables realizados de manera progresiva y siembre orgĆ”nica entre diciembre y los primeros dĆas de este mes indica que no estamos frente a un estallido social intempestivo ni encarados con un movimiento polĆtico con doctrina perfectamente reconocible.
Si la cohesión de la asonada proviene del electorado castillista que triunfó claramente en las elecciones generales del primer semestre de 2021 (con especial Ć©xito en Puno) y de la menor cobertura de servicios bĆ”sicos en ciertas regiones sureƱas (Puno registra uno de los menores niveles de ingresos per cĆ”pita consistentes con su menor tasa de crecimiento relativo aunque Ć©ste no es el caso de Arequipa, Moquegua o Tacna, INEI) sus reclamos se presentan como polĆticos e inabordables.
En efecto, las autoridades de la zona demandan la liberación de Castillo, la renuncia de la presidente de la República y el establecimiento de una asamblea constituyente y otros requerimientos (entre los que el separatismo no se oculta).
Al respecto debe recordarse que, ademĆ”s del golpe de Estado manifiesto que perpetró frustradamente el 7 de diciembre, Castillo ha cometido delitos que estĆ”n judicializados; que la presidente en funciones asumió el cargo de acuerdo a normas constitucionales establecidas y legalmente instrumentada por el Congreso; y que la asamblea constituyente, que es rechazada por la mayorĆa de la población segĆŗn todas las encuestas, no puede ser convocada por un gobierno de transición (que ya ha establecido su vigencia hasta el 2024 cuando se realizarĆ”n nuevas elecciones).
Por lo demĆ”s, la realización institucionalizada de un diĆ”logo nacional en el marco del Acuerdo Nacional (un foro que busca consensos sobre āpolĆticas de Estadoā), acaba de ser frustrado por gobernadores sediciosos que no concurrieron o que participaron por vĆa electrónica sólo para atizar el conflicto.
De otro lado, las autoridades de la Macrorregión Sur (Puno, Cusco, Arequipa, ApurĆmac, Ayacucho, Moquegua, Madre de Dios) que ya habĆan promovido una āgran marchaā a Lima, han reiterado su decisión con amenazas de tomar medidas extremadamente violentas contra infiltrados y policĆa capturados (EC).
En ese marco de ilegalidad, financiado en buena cuenta por el narcotrĆ”fico del VRAEM y por la minerĆa ilegal de Madre de Dios, el gobierno busca reestablecer el orden. Ello implica un uso legĆtimo y proporcional de la fuerza y un diĆ”logo ad hoc en lo posible. Pero ni lo uno ni lo otro ha funcionado.
En efecto, los destacamentos de la PolicĆa Nacional han cumplido con evitar mayor destrucción pero han sido desbordados en tanto no cuentan con destacamento suficiente, mientras que el uso legĆtimo de la fuerza ha sido polĆticamente limitado (no obstante, ya han muerto producido mĆ”s de 40 personas y algunos miembros de la PolicĆa han sido heridos, humillados -y, en un caso, un oficial ha sido quemado vivo-).
A esta situación ha concurrido el MAS boliviano y su arenga insurreccional, racista e plurinacional estimulando, especialmente a la población aimara, a embarcarse en esta causa. Al respecto, el Congreso se ha limitado a declarar persona non grata a Evo Morales y el gobierno apenas ha prohibido el ingreso de operativos de ese partido que han cumplido misiones en el PerĆŗ. A pesar de ello, parlamentario del MAS han reiterado en Bolivia su voluntad de seguir āsocializandoā en el PerĆŗ sin tener en cuenta que su acción, que no parece ser combatida por el gobierno del Sr. Arce, puede llevar a un conflicto internacional.
Ese riesgo debe ser comunicado por el gobierno peruano al gobierno boliviano al tiempo que se esclarece la labor que ha cumplido en Bolivia una embajadora que, por todo mĆ©rito, exhibió su vĆnculo con PerĆŗ Libre y con su lĆder, Vladimir Cerrón. Por ello debe responder tambiĆ©n el diplomĆ”tico que, con extraordinaria irresponsabilidad, contribuyó a la designarla.
Mientras tanto, el gobierno debe persistir en la recuperación del orden interno e informar adecuadamente a la comunidad internacional sobre los hechos y actores de la rebelión en marcha.




