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  • Alejandro Deustua

La Ronda Doha en Hong Kong

23 de noviembre de 2005



El próximo mes en Hong Kong los ministros de comercio exterior de los 148 miembros de la OMC decidirán si la ronda Doha iniciada, en el 2001, avanzará con alguna posibilidad de éxito hacia fines del 2006 o se estancará incrementando aún más la crisis del multilaterilismo global. Es probable que el costo de este último escenario no desee ser asumido explícitamente ni por los nuevos exponentes del proteccionismo en los países desarrollados –que procuran el mantenimiento o incremento de aranceles por sectores o países- ni por lo radicales antiglobalistas –que han expropiado en las calles la causa de los que plantean una apertura de mercado que implique efectivo crecimiento con equidad-. Pero eso es exactamente lo que estos representantes tendrán si las negocaciaciones de Hong Kong no avanzan. En cambio los costos que sí estarán dispuestos a reconocer estos actores son los eventualmente derivables de una menor apertura externa de los países miembros y de un menor incremento del comercio que, para alguno de ellos, es considerado perjudicial. Estos costos quizás no serían irrazonables si aseguraran mayor progreso local o ausencia de perjuicio económico en los países en desarrollo.


Pero estos beneficios no sólo no están asegurados a través de un fracaso de la ronda Doha sino que la reducción de la interdependencia comercial en épocas de menor crecimiento económico, como las que se vienen, pueden terminar generando un verdadero estropicio en la vulnerable economía global. Ello que afectará más intensamente a los países menos desarrollados. Por lo menos este es el diagnóstico liberal que corresponde a mercados liberales como los nuestros.


Como ése es un riesgo que las economías más pobres no pueden correr, es necesario que la Ronda Doha tenga éxito en tanto ésta asegure, de manera bastante focalizada, mayores beneficios relativos para estas economías que para las ya boyantes que no padecen problemas de creación ni acumulación de riqueza sino de una adecuada distribución.

Las autoridades de la OMC asumen que esos beneficios se asegurarán si se avanza por los menos en dos tercios de la agenda planteada en Doha y en reuniones posteriores y si se logra que los requerimientos de desarrollo económico sean satisfechos en cada uno de los puntos de la agenda. Para las autoridades de ese organismo ello implica consolidar un avance sustantivo en el desmontaje de los subsidios a las exportaciones agrícolas de los países desarrollados y en las ayudas a la producción correspondientes. El problema acá es que no todos los países en desarrollo son intensamente exportadores de productos agrícolas (y los que lo son, como Brasil o Argentina, poseen una industria vinculada mucho más avanzada). El éxito en Hong Kong deberá medirse también en términos del progreso que se logre en sustantivas reducciones arancelarias y no arancelarias por todos pero especialmente por los más desarrollados. El punto acá es cuánto más queda por reducir en los países en desarrollo luego del desmontaje unilateral de éstos en la ronda Uruguay y del negociado posteriormente como ocurre, por ejemplo, en el TLC con Estados Unidos. La OMC también determinará el grado de avance en tanto se progrese en la apertura de los mercados de servicios. Acá los países en desarrollo, por tener menos que defender (salvo algunos países como India o una buena mayoría en sectores como el turismo) y alta sensibilidad en esos sectores, deberían cobrar un precio mayor por una apertura en esos sectores. Si bien los consumidores ganarán, los beneficios mayores los obtendrán los países con servicios sofisticados. Finalmente en materia normativa el avance se evaluarán en términos de una mejor regulación de los derechos antidumping y derechos compensatorios (contra dumping y subsidios). Acá deberá considerarse que no sólo los países desarrollados recurren a estas prácticas (el caso de los subsidios a la agricultura) sino que ciertos países que calificados como “en desarrrollo”, como China, recurren sistemáticamente al dumping en tanto la estructura de sus economías –que no son de mercado a pesar de haber sido consideradas como tales- tienden naturalmente a ello. Los perjuicios, en este caso, implican a todos los mercados importadores (a pesar de que algunos sostengan que el beneficiado es el consumidor que tiene acceso a productos más baratos). Como es evidente, a pesar de los parámetros establecidos por la OMC para medir el éxito en la reunión de Hong Kong, éste será difícil de evaluar si sus resultados no se examinan más específicamente. Para asegurar éxito en cada uno de estos rubros y para todos los partcipantes será necesario entonces recurrir a una aplicación más concreta del trato diferencial para los países en desarrollo. Si este parámetro no ha sido considerado explícitamente aún por el Director General de la OMC, el señor Pascal Lamy, será necesario que nuestros negociadores le recuerden la necesidad de su inclusión.

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