El Estado de la Unión
- Alejandro Deustua
- 13 feb 2023
- 4 Min. de lectura
14 de febrero de 2023
El āEstado de la Uniónā presentado por el presidente norteamericano ante su Congreso es un acontecimiento anual de gran relevancia internacional. De Ć©l se espera tanto el diagnóstico de la situación de la primera potencia como su derrotero inmediato. El resultado, sin embargo, suele no corresponder a las expectativas globales.
Cargado de tintes partidarios y dirigido principalmente al ciudadano norteamericano, la atención a la situación interna debe, como es obvio, prevalecer sobre la externa. Pero en tiempos de gran inestabilidad y en medio de un gran movimiento de fuerzas sistémicas, la excesiva desatención a la situación internacional incrementa la preocupación general.
Especialmente si esa desatención se limita a mencionar, sin mĆ”s, la guerra en el Este de Europa, que no ha dejado de escalar desde que Rusia invadió Ucrania y a sugerir que el conflicto sistĆ©mico con China parece estar revertiendo en beneficio norteamericano. Pocas veces en la historia contemporĆ”nea de los Estados Unidos su presidente ha dejado de informar, tan aparatosamente, sobre su polĆtica exterior.
Entendemos que ello pueda deberse a la magnitud de los problemas nacionales de los Estados Unidos y a la afirmación de una nueva candidatura presidencial. Pero aquĆ©llos tambiĆ©n registran vacĆos que debieron esclarecerse.
En efecto, el presidente Biden ha sostenido que su gobierno estĆ” encaminando la recuperación económica de su paĆs con la mayor creación de empleos de la historia en menos de un perĆodo de gobierno (12 millones de puestos), que el COVID ya āno controla la vidasā de los norteamericanos y que se ha superado āla mĆ”s grande amenaza a su democracia (la herencia Trump) desde la Guerra Civilā(1861-1865).
Estos logros son, sin duda, muy importantes. Pero no resaltaron que, el aƱo pasado la economĆa norteamericana evitó dos grandes peligros: una fuerte recesión y una galopante inflación. En el primer caso, se detuvo la desaceleración y se recuperó en algo la senda del crecimiento (2%, FED) mientras que los 7 incrementos de las tasas de interĆ©s lograron que la inflación comenzara a declinar (6.5%). Sin embargo, los temores recesivos forman aĆŗn parte de las expectativas y, por tanto, el FED mantendrĆ” sus polĆticas contractivas (aunque sin mayores incrementos de tasas).
Mientas tanto, si la inversión no residencial creció en el año, la residencial se contrajo fuertemente y el ingreso disponible se recuperó sólo en el segundo semestre permitiendo un mayor consumo que apuntaló el crecimiento.
De otro lado, si bien el desempleo cayó en tĆ©rminos históricos (a 3.5%), la demanda de trabajadores no ha sido alcanzada por la oferta en medio de un indefinido cambio del mercado laboral (Āætrabajo hĆbrido?) manteniendo un fuerte componente inflacionario (MS).
Por lo demĆ”s, el inmenso gasto pĆŗblico (US$ 6.7 trillones) fue superior a la recolección tributaria (Tesoro), incrementando el dĆ©ficit y la altĆsima deuda alimentados por Trump. Estos desequilibrios no encontraron alivio comercial en tanto el dĆ©ficit correspondiente ha subido a 12.2% (NYT).
Aun si estos detalles no fueron presentados por el presidente Biden, que la economĆa norteamericana estĆ© en mejor pie es una muy buena noticia para casi todos. Pero sus problemas no aseguran aĆŗn los sólidos fundamentos de largo plazo requeridos. Y sus polĆticas industriales y de sustitución de importaciones corroboran que el rol del Estado va en aumento junto con el gasto social (seguridad social, mĆ©dica, subsidios).
Esa tendencia parece consistente con un preocupante sesgo mercantilista: el uso sistemĆ”tico de medidas coercitivas unilaterales y el recurso proteccionista que no ha cambiado en relación a su predecesor. Este fenómeno, que castiga a terceros, contribuyó a explicar la concentración del presidente en el progreso económico de su paĆs sin tener en cuenta al resto del mundo.
Este problema es registrado por la UNCTAD que estima que el comercio global habrĆa crecido sólo 3% en el aƱo (por debajo de lo esperado en el 1er semestre) (ONU).
De otro lado, si la recuperación de la democracia norteamericana es esencial para Occidente, su impacto en la comunidad internacional, una vez superado ese resorte de autoritarismo que es el COVID, no es motivo hoy de exaltación pública.
Que el presidente Biden espere fortalecerla en el mundo es alentador. Pero ello no provendrĆ” sólo de la defensa de Ucrania ni de la expectativa de su incorporación a la Unión Europea en lontananza. Si bien el 45.3% de la población mundial vive en alguna forma de democracia, sólo 8% lo hace en condiciones de ādemocracias plenasā (vs 8.9% en 2015). Si bien aquĆ©llas se ha incrementado en nĆŗmero (de 21 en 2021 a 24 hoy), la cantidad de estados autoritarios se mantiene (y los hĆbridos han crecido).
MĆ”s aĆŗn, en la versión mĆ”s pesimista de Freedom House 2022, los paĆses que han āmejoradoā son menos (25) que los que han ādeclinadoā (60) en un escenario en el que las capacidades de eludir el Estado de derecho por Estados autoritarios ha aumentado.
De otro lado, si el presidente Biden pretende en serio contribuir a mejorar esa realidad, el esfuerzo norteamericano bien podrĆa diversificarse en asuntos de seguridad y de mercado.
Si en lo primero sólo el principio de la integridad territorial estuviera en juego en el conflicto de Europa del Este, Estados Unidos bien podrĆa apoyar, por ejemplo, al PerĆŗ en recuperar fortaleza y convicción en la lucha contra el narcoterrorismo tan nocivo para los Estados democrĆ”ticos y su territorio. Y en lo segundo, habrĆa sido importante que el presidente Biden tomara en serio la necesidad de integración comercial o la reorientación de inversiones norteamericanas en el formato ānear shoreā p.e.
Especialmente si el esfuerzo de la primera potencia en consolidar la centralidad sistémica implica también desplazar a China de escenarios próximos a Occidente y minimizar la dependencia que aquélla genera.
Y si la prevalencia sistĆ©mica y geopolĆtica reclama la formación de alianzas y asociaciones adicionales a las de los frentes atlĆ”ntico (OTAN) y pacĆfico (QUAD), es extraƱo que el presidente Biden insista en definir su esfuerzo sólo como un incremento de las propias capacidades prescindiendo de otras formas de asociación como las que producirĆa una recomposición multilateral. Ese planteamiento promueve la fragmentación global y genera preocupaciones en LatinoamĆ©rica.




