De la cumbre de Apec que se realiza en Australia la comunidad internacional debería esperar un importante impulso para la culminación de la inacabable ronda Doha y medidas más agresivas para minimizar la amenaza del calentamiento global. La concurrencia de potencias como Estados Unidos, China, Rusia y Japón en un escenario que congrega el 56% del PBI global, el 48% del comercio y 40 % de la población del planeta debiera ser suficiente para impulsar resultados concretos en estas materias.
Pero como no siempre la capacidad de poder se traduce en poder real ni éste en cooperación decidida en un foro que debiera inducirla, quizás los resultados de la cumbre de Sydney sean más modestos.
Si ello es así, los países que no son grandes ni medianas potencias en ese club de 21 Estados de la cuenca del Pacífico deberán seguir actuando en los foros vinculados al Protocolo de Kyoto y en el G22 para avanzar en esos capítulos. Y, mientras esperan el 2008 cuando se lleve a cabo, en el Perú, la siguiente cumbre de la APEC cuya temática será la del desarrollo, deberán coordinar posiciones para obtener resultados concretos.
Mientras tanto, la modalidad de acuerdos flexibles que no son jurídicamente vinculantes practicada por la Apec desde su fundación en 1989 debiera, por lo menos, producir avances en el progresivo derribamiento de barreras al comercio entre los socios (en materia arancelaria, el promedio regional ha descendido de 16.4% a 6.4% en quince años). Especialmente si los países desarrollados desean cumplir con el objetivo de lograr una zona de libre comercio en el 2010 y los países en desarrollo hacer lo mismo hacia el 2020.
La disposición a progresar en esa línea, sin embargo, puede encontrar hoy dificultades derivadas de los problemas de la economía mundial, el debilitamiento de la capacidad consumo norteamericana (cuyas importaciones son el principal impulsor de la propensión exportadora de los países asiáticos) y el deterioro del ambiente de seguridad global.
Sin embargo, si esas dificultades se entienden sólo como limitantes del progreso antes que como obstáculos insalvables, los Jefes de Estado que concurren en Sydney podrán aligerar los ya dinámicos mecanismos de interdependencia entre sus miembros (y quizás lograr, acuerdos plenos o parciales para abatir los subsidios a la producción y exportación agrícola -p.e., en los casos de Estados Unidos y Japón- a cambio de mayor acceso a la exportación de bienes industriales y de servicios -p.e., en el caso de China-).
Ello, sin embargo, puede complicarse por la falta de consenso europeo y de potencias emergentes como Brasil, India y Sudáfrica que no son parte de Apec. A esos inconvenientes se sumarán la incapacidad política del presidente norteamericano para comprometerse económicamente en tanto su Congreso no le ha renovado la autoridad para negociar sin el riesgo de revisiones posteriores.
Teniendo en cuenta estas realidades es probable que el Consejo Consultivo Empresarial de la APEC haya recomendado a las autoridades políticas (y a sus colegas del sector privado) cómo avanzar en la promoción de inversiones, el mejoramiento de los transportes o en el desarrollo de sectores económicos tan importantes como la minería. Para ello han concurrido los ministros de esos sectores a Australia en el curso del año.
Por lo demás, en tanto los contactos bilaterales son instrumentos esenciales en las cumbres de la Apec, la agenda de progreso entre las partes (y de señalamiento de problemas, como la ausencia de un acuerdo de paz que ponga fin a la guerra de Corea que concluyó…. en 1953) habrá avanzado.
A ello se ha dedicado el presidente norteamericano que, en contacto con sus colegas ruso, chino y coreano ha mantenido la atención sobre los problemas de seguridad y de promoción democrática en el área.
Y también el presidente del Perú, que ha acordado con su homólogo chino negociar un acuerdo comercial (que no será uno de libre comercio tradicional) y logrado más promesas de inversión. A cambio, el Presidente ha reiterado el reconocimiento de la tesis una sola China (a costa, como ya es uso universal, de Taiwán que no ha desistido de su singularidad) y el de economía de mercado a una economía que no lo es (a pesar de la comprensible renuencia de los productores peruanos de textiles).
Ese precio, que no es escaso, ha sido sufragado complementariamente con ganancias de mercado en y a través de Singapur (Estado con el que se concluido un acuerdo de libre comercio) mejorando la inserción del Perú en la cuenca.
Y en el más cercano ámbito regional, el anuncio de un "relanzamiento" de la "agenda positiva" con Chile tras el encuentro con la Presidente Bachelet, probablemente estará acompañado del respaldo a la aspiración colombiana de acceder a la Apec mientras que los otros países que forman parte de la Iniciativa de la Cuenca del Pacífico Latinoamericano intentan compensar la ausencia de membresía en ese foro con una mejor inserción en la cuenca.
En tanto estos procedimientos no tienen la difusión mediática que corresponde a la importancia de los Estados que los generan, es necesario atenderlos con la seriedad del caso. Con la misma seriedad la comunidad internacional espera resultados, aunque fueran parciales, que se demoran más de lo necesario en hacerse públicos.
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