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  • Alejandro Deustua

Chipre: El “Corralito”, el Default y una Nueva Crisis en la Eurozona

Se supone que no debía pasar de nuevo. Ni el “corralito” argentino podía ser replicado en otros países adecuadamente supervigilados por el FMI ni un pánico de ahorristas en la eurozona debería repetirse luego de sus ministros de Finanzas acordaran garantías a los ahorros hasta por 100 mil euros y establecieran entidades que prestaran asistencia rápida a los miembros en apuros. Sin embargo, ha vuelto ocurrir.


En efecto, las autoridades chipriotas han ordenado el cierre de los bancos de ese paraíso fiscal hasta el martes próximo (es decir, un “corralito”) para impedir una corrida masiva de fondos y de fugas de capital mientras las autoridades financieras de la eurozona han “acordado” un plan de rescate por 10 mil millones de euros condicionado a que Chipre aporte 5800 millones.


Como ese peculiar Estado no cuenta con esa cantidad de dinero y menos cuando antes junio deben pagar vencimientos de deuda equivalente 1.2 mil millones de euros, las autoridades de la eurozona propusieran que fueran los ahorristas chipriotas que participaran en lograr esa cantidad aceptando impuestos sobre sus depósitos.


Luego de varias negociaciones en las que el presidente chipriota negara la posibilidad de que ese aporte superara el 10%, el Ejecutivo chipriota planteó a su Parlamento gravar con 6.25% los ahorros de entre 20 mil y 100 mil euros y con 9.99% los que excedieran esa cantidad.


El Parlamento se negó y la inquietud se trasmitió a toda la eurozona generando renovada desconfianza (aunque no pánico) en esa moneda. La violación de la normativa europea sobre seguridad de los ahorros agregó incertidumbre a la falta de confianza (aunque los amagos de contagio se han aplacado de momento).


Pero la autoridad europea no es la única responsable de esta crisis con efecto multiplicador potencialmente mayor: el FMI venía supervigilando la situación chipriota, seriamente afectada por el impacto de la crisis de la eurozona, por lo menos desde el 2011. Y le ha explotado en las narices.


Esta situación, ya agravada por el sobrendeudamiento chipriota (que podría pasar de 85% a 140% ó 150% del PBI) en muy buena medida incrementado por las compras voluntarias de deuda griega avalada por la eurozona, superó todo cauce con la degradación de la deuda chipriota por las calificadoras de riesgo (Moody’s y Fitch).


Ello se produjo en el ámbito de la inoperancia de los mecanismos de estabilización europeos (el European Financial Stability Facility que convive con el European Stability Mechanism constituidos para otorgar asistencia financiera a los miembros de la eurozona en problemas mediante un fondo de 500 mil millones de euros). Aunque esos mecanismos conviven hasta que el segundo reemplace al primero, los fondos preventivos existen por lo menos parcialmente.


Y éstos no fueron empleados adecuadamente ni a instancia del Banco Central Europeo ni de los países del euro. Entre ellos, Alemania no quiso recurrir a ningún rescate adicional que implicara dineros de los contribuyentes por temor a que el electorado germano erosionara la perspectiva política de su presidenta (que se encuentra en contienda electoral). Y menos en un caso quizás considerado menor (Chipre representa 0.2% de la eurozona). Pero la alarma saltó en los mercados y en la población chipriota azuzada por el “corralito” con las consecuencias del caso.


Al respecto debe recordarse que Chipre no es sólo un pequeño país sino que está dividido en dos estados en busca de una inencontrable reunificación luego de su fragmentación en las zonas griega (la República de Chipre) y la turca (la República Turca del Norte de Chipre). Bajo estas condiciones de fragilidad política, Chipre fue aceptado en la Unión Europea en el 2003 y su incorporación se hizo operativa en 2004.


Si las calidades del Estado chipriota no eran las más sólidas, hemos preguntado muchos, ¿cómo es que se aceptó su ingreso a un esquema de integración tan complejo y que exige tantos requisitos para pertenecer a él? La razón estratégica es parte de la respuesta pero insuficiente para justificar el apresuramiento.


Es más, Chipre es un paraíso fiscal y bancario en el que el sistema financiero, que supera al PBI (algunos sostienen que hasta en ocho veces), se rige por normas flexibles y costos bajos que permiten el fácil acceso de capital y, en ese proceso, es permeable al lavado de dinero. En ese contexto, de US$ 68 mil millones de depósitos en la banca chipriota, alrededor de 21 mil millones de euros son de origen no europeo y entre 5 y 10 mil millones de euros son de origen ruso (WSJ). Parte de esos depósitos, incluyendo parte de los depósitos rusos, han tenido acceso no claro a un sistema bancario que no hace preguntas.


Al margen de esa cuestión de dimensión incuantificable, los depósitos rusos se encuentran entre los más perjudicados debido al aporte superior que deberán hacer los grandes depositarios. En consecuencia se ha pronunciado contra la injusticia de la solución propuesta.


De otro lado, teniendo en cuenta la cantidad de préstamos rusos a empresas de ese origen en Chipre (la calidad de los paraísos fiscales se mide por la cantidad de empresas extranjeras que atrae un sistema que ofrece grandes facilidades tributarias), ese país negoció en 2011 con Rusia un crédito de 2500 millones de euros. Ahora Chipre aspira a que ese crédito se amplíe y que sus condiciones mejoren.


Pero las autoridades europeas no consideran que ese crédito sea suficiente para lograr el aporte nacional solicitado para liberar los 10 mil millones de euros. Por lo demás, a nadie escapa que Rusia es en este escenario un actor estratégico por su presencia financiera y por la eventual que podría lograr en la explotación de los recursos de gas chipriota.


Es más, al respecto la eurozona acaba de dar un ultimátum quizás como muestra de autoridad frente a los mercados. Ello implica que si Chipre no cumple, no habrá rescate. Y si no hay rescate, Chipre no podrá pagar sus deudas. Y si no las paga un ingrediente más de crisis se habrá agregado a la economía europea con un matiz: es posible considerar ahora un retiro chipriota del sistema del euro.


En este caso, el daño eventual a las economías vulnerables de la eurozona provendrá de la inestabilidad que produce la salida de capitales de esos mercados a otros más seguros. Por tanto, las autoridades europeas están en la obligación de reducir ese riesgo y mitigar el incremento de la especulación brindando garantías adicionales a los países que cumplen con costosísimos ajustes.


Al respecto, un fuerte respaldo político a esas economías, la reiteración y ampliación de la voluntad de del BCE de “hacer lo necesario” y una presencia más activa del EFSF y del EMS parece indispensable. Ello debe ser acompañado con una disposición a reestructurar la deuda chipriota bajo otras condiciones.


De otro lado, quizás este sea el momento para que la Unión Europea haga público el costo de salida del sistema del euro. Y que piense, para el futuro, en un mecanismo de salida aceptable. Al fin y al cabo la Unión Europea no es más importante que los estados que la integran mientras que sus socios, especialmente los que han suscrito acuerdos comerciales con ella, desean que el sistema monetario europeo –que tiene impacto global- supere de una vez sus problemas.


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