La CaĆda del Muro en Perspectiva
- Alejandro Deustua
- 9 nov 2009
- 2 Min. de lectura
Una de las escasas ventajas geopolĆticas suramericanas radica, segĆŗn algunos, en la distancia frente a los escenarios de conflictos mĆ”s gravitantes. Esta premisa no se aplica a los conflictos sistĆ©micos (como la Guerra FrĆa) ni a los generados por la fricción entre potencias mayores (Estados Unidos y la Unión SoviĆ©tica).
A pesar de que el fin de la Guerra FrĆa se asocia con la caĆda del muro de BerlĆn y el fin del sistema bipolar con el desmoronamiento soviĆ©tico, el debate sobre la culminación de aquella confrontación sigue abierto. Algunos sostenemos que la Guerra FrĆa culminó con la reunificación alemana en 1990, otros la refieren a la denuncia norteamericano-soviĆ©tica de la invasión iraquĆ a Kuwait en 1990 (el ex- Secretario de Estado James Baker) y otros, con las consecuencias inmediatas a la caĆda de la ex āURSS (Hubert Vedrine, ex -secretario de la presidencia de Francois Mitterand (NYT).
En realidad, si la Guerra FrĆa empezó en 1947 con la decisión norteamericana de contener el expansionismo comunista, aquella desapareció cuando esa disposición ya no fue necesaria. La caĆda del Muro fue uno de los puntos culminantes de ese proceso que terminó con la liberación de Europa Oriental y la reunificación alemana.
Si SuramĆ©rica tomó parte en la Guerra FrĆa de manera mĆ”s intensa que lo que la supuesta lejanĆa geogrĆ”fica sugiere, 1989 fue determinante para la situación estratĆ©gica de toda AmĆ©rica Latina.
En efecto, CentroamĆ©rica atenuó, de momento, su predisposición a albergar conflictos extrarregionales, el anacronismo ideológico cubano redujo su influencia geopolĆtica al Ć”mbito local (Venezuela quiere ser su espejo) y la importancia de los partidos comunistas en SuramĆ©rica desapareció ampliando el espacio de la socialdemocracia y abriendo el del nativismo y el ecologismo polĆtico.
Liberada momentĆ”neamente de conflictos sistĆ©micos y atenuada la influencia norteamericana motivada por el conflicto extrarregional, la interdependencia democrĆ”tica y capitalista se intensificó en AmĆ©rica Latina. Esta Ćŗltima estimuló las reformas del mercado que la crisis de la deuda habĆa impulsado desde la dĆ©cada de los 80, mientras que la reforma polĆtica al amparo de la democracia liberal se concretó en la reforma del Estado y la construcción de un rĆ©gimen de protección colectiva de la democracia representativa.
A diferencia de la reforma económica que se ambientó en un nuevo consenso de apertura protegido institucionalmente (la OMC y los sobrevivientes de Bretton Woods), la reforma polĆtica no se benefició de un nuevo orden. Ćste no terminó de consolidarse en tanto la capacidad hegemónica de la Ćŗnica superpotencia no concordaba con su rol. En efecto, la zona de libre comercio hemisfĆ©rica sólo tuvo Ć©xito en el PacĆfico americano y la Carta DemocrĆ”tica tuvo mejor resultado en el proceso de su gestación que luego de su adopción.
El escenario de fragmentación regional posterior tuvo, sin embargo, un nuevo piso liberal (el mayor respeto de los derechos ciudadanos) y un nuevo horizonte de inserción: si Occidente fue para la mayorĆa el referente principal, la necesaria interacción con Estados no occidentales se generalizó. La caĆda del Muro tumbó tambiĆ©n los obstĆ”culos a nuestra ambientación cosmopolita y al ejercicio de nuestra propia responsabilidad.




