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  • Alejandro Deustua

FED: La Decisión Correcta

El banco central de Estados Unidos (el FED) ha hecho lo correcto al rebajar la tasa de referencia de 5.25% a 4.75% (y también la de descuento de 5.75% a 5.25%). Con esa medida esperada por la gran mayoría de los agentes económicos (aunque hubiera discrepancia en los montos) ha devuelto parcialmente la confianza a los mercados financieros luego de que la crisis hipotecaria contrajera el crédito y amenzara con expandir su efecto corrosivo sobre la economía real. El efecto global de la medida se ha reflejado en la fuerte reacción alcista de los mercados bursátiles y en un respiro para los ministerios de Economía.

La medida ciertamente ha sido difícil de adoptar teniendo en cuenta las presiones inflacionarias que se presentan en la economía norteamericana y el costo del "daño moral" que implica salvar a los especuladores que inflaron, con conocimiento de todos, la burbuja hipotecaria (y bursátil) ganado billones a costa de la estabilidad del mercado.


Pero, a la luz del impacto de la crisis en el crecimiento de la principal economía nacional del mundo y de la posibilidad de que el crédito siguiera contrayéndose el problema dejó de ser micro (el de los especuladores) para volverse ostensiblemente macro y de alcance global. Es evidente que en ello hubo "miedo" (Greenspan). Pero el "miedo", como su ausencia, también son factores económicos.


Al respecto debe recordarse que el FMI, que en julio había revisado al alza su proyección del crecimiento mundial de 4.9% a 5.2%, ya había informado de una nueva corrección a la baja. En relación a Estados Unidos el estimado pasó de 2.8% a 2.2% para este año y para la Unión Europea la proyección transitó de 2.5% a 2.3% (ello a pesar de los sucesivos incrementos de la oferta monetaria en euros que deseaba compensar el mantenimiento de las tasas de interés por el Banco Central Europeo).


En medio de esa turbulencia las expectativas de recesión en Estados Unidos (a pesar de la rebaja de la tasa de descuento realizada a mediados de agosto), se incrementaron del 35% original aunque sin superar el 50% según Alan Greenspan. Por lo demás, a la rigidez del crédito se sumó el incremento de la tasa de desempleo en julio mientras que el índice de precios al productor no bajaba suficientemente a pesar de una mínima reducción del precio del petróleo en ese mes (que hoy ya está en US$ 82).


Reducir las tasas, sin embargo, no fue una opción tan evidente precisamente por el impacto inflacionario del precio del petróleo al que se sumó, según Greenspan, la erosión de la interdependencia y de la productividad globales. Ello generaba una pérdida de los términos de competencia que actúa como un instrumento antiinflacionario.


De allí que el FED haya sostenido que se mantendrá alerta frente a este riesgo. Ello, sin embargo, no ha eliminado las expectativas de mayores reducciones de la tasa de referencia. Por lo demás, el FED ha dejado abierta esa posibilidad al asegurar que se mantendrá vigilante también en relación a la incertidumbre presente aún en el mercado.


El conjunto de estas variables indican que hemos ingresado a una nueva fase del ciclo económico en la que el crecimiento moderado en Estados Unidos, antes que uno mayor, será el principal objetivo. Para empezar, la etapa de incremento antinflacionario de las tasas de interés de 1% a 5.25% entre el 2004 y el 2006 ha terminado.


Como es evidente, todo ello tendrá consecuencias para América Latina. A pesar de que los agentes bursátiles se esmeran en demostrar que la economía peruana es menos vulnerable a los desarrollos de la economía norteamericana y más sensible a los de China e India, el hecho indiscutible es que la Bolsa de Valores de Lima ha sumado pérdidas cuantiosas en el último mes y que el Ministerio de Economía ya ha redefinido la proyección de crecimiento nacional del próximo año a 6.2% (para recuperarse luego) en la presentación del Marco Macroeconómico Multianual 2008-2011.


Nuestra economía seguirá creciendo impulsada por la inversión y sectores como la construcción y la industria pero la caída relativa de las exportaciones tendrá un impacto moderador de ese impulso. De allí que requiramos el acceso franco al mercado norteamericano a través del TLC al tiempo de salvaguardar el mercado de una influencia excesiva de los factores de contagio y de diversificar nuestros mercados.

Para mantener el impulso generador de riqueza se requiere sostener el curso de la disciplina económica que aliente la inversión local, atraer mucho más inversión extranjera e incrementar la eficiencia del Estado en el gasto controlado. Ello, sin embargo, debe ser complementado con un mayor esfuerzo multilateral para coordinar medidas que atenúen los riesgos globales (los desequilibrios de balanzas de cuenta corriente, el fuerte incremento del precio del petróleo y, ahora, la devaluación del dólar que, si favorece las exportaciones, también genera inflación). El FMI lo sabe. Ahora necesita poner en práctica ese conocimiento de una manera más participativa.



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