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Alejandro Deustua

Un Año de Inserción Positiva

En el último año el mejoramiento de la inserción externa del Perú por la vía negociada ha avanzado con lentitud pero sin alterar el rumbo. Si bien la diversificación de interlocutores la ha caracterizado, el esfuerzo desplegado para lograr acuerdos con Estados Unidos y la Unión Europea la ha comandado. Y lo ha hecho con obvias connotaciones estratégicas.


Entre ellas destaca la mejor articulación del Perú con Occidente a cuyo ámbito pertenece el Estado todavía periféricamente. Si para nadie es un misterio que el TLC con Estados Unidos tiene un componente de seguridad tampoco lo es el marco de asociación política que precederá al acuerdo de libre comercio cuyo procedimiento negociador acaba de convenir la CAN y la Unión Europea.


Ambos tratados se sostienen en la convergencia de principios y valores que, en el marco de la asimetría, incorporan formalmente al Perú al ámbito de una comunidad occidental todavía esquiva. Y también amplían para Estados Unidos y la Unión Europea el núcleo liberal cuyo ritmo de expansión se ha debilitado últimamente. Si uno de los frenos a esa expansión se encuentra en América Latina (los casos de Venezuela y Bolivia), el Perú está en proceso de neutralizarlos asegurándose un consistente anclaje externo que le impida ser absorbido por fuerzas regionales irredentistas.


Esta articulación, conveniente para todos los interlocutores, está siendo arriesgada, sin embargo, por la miopía estratégica de ciertos congresistas norteamericanos, la inercia torrentosa del proceso electoral en esa potencia y, en el caso de la UE, podrá serlo por la renuencia boliviana (y, quizás, la ecuatoriana), a complementar la asociación política con la comercial.


La inconducente disposición de parte del Congreso norteamericano está arriesgando también un escenario latinoamericano de complementario contenido estratégico. En efecto, la oposición a la aprobación de los TLC con Colombia (que complementa el intento de bloqueo de la cooperación de seguridad con ese país) y Panamá pone en cuestión la formación del "arco del Pacífico latinoamericano" conformado por Estados de vocación liberal en esa cuenca oceánica con fuertes vínculos regimentales con Estados Unidos. Aunque la idea del "arco"no sea peruana, la Cancillería la hizo suya apenas instalado el gobierno. Por las razones mencionadas, esta nueva de inserción panamericana con vistas a la interlocución con la APEC no ha avanzado suficientemente aunque el derrotero esté marcado.


De otro lado, al afirmar la importancia del vínculo con los países desarrollados, el Estado ha dejado atrás los condicionantes de la dependencia cuyos costos, sin embargo, muchos siguen considerando como neutralizante de los beneficios de la intedependencia. En efecto, el Estado preocupado más por aprovechar las ventajas comparativas y desarrollar las competitivas ha dejado de considerar los problemas derivados de la relación centro-periferia como paralizantes. En tanto ésta presentan hoy términos del intercambio positivos en el marco de la innovación de los factores de producción (especialmente tecnológicos), de su difusión y de la emergencia de nuevos centros (p.e. China), la inserción externa parece menos atribulada que la que diagnosticó la CEPAL hace 40 años.


En buena parte de la región la opción liberal por el crecimiento y por la mejora de la distribución de beneficios en el marco de una inserción fortalecida ha logrado un consenso (del que la CEPAL forma parte). Éste, sin embargo, es contrastado por la realidad de la consolidación de economías primario exportadoras (más del 70% de las exportaciones peruanas siguen siendo materias primas), por la fuerte exclusión social y por la contraofensiva de economías estatistas promovidas por algunos vecinos. Si, bajos estas condiciones, es posible mejorar la indispensable integración económica con ellos, es imposible progresar hacia políticas de serios contenidos comunitarios.


Estos obstáculos a la integración regional no han impedido el crecimiento del comercio intraregional que, sin embargo, sigue siendo menor al requerido para generar progreso. De allí que sea imprescindible defender políticamente el concepto de integración intraehmisférica e inserción global y no sólo el de la integración suramericana para avanzar. Si en eso estamos, como lo está el Brasil, debemos persistir en ese camino. Especialmente hoy que el ámbito multilateral (Doha) sigue entrampado.



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