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Alejandro Deustua

¿Recuperación en V?

Mientras la comunidad internacional procura atajar la pandemia más grave en un siglo, el FMI publicó por fin sus estimados del daño contractivo global en el 2020 (-3%). Ello contrasta con su proyección de hace apenas tres meses en la que preveía algún grado de progreso. Y también con la fuerte recuperación de 2021 (5.8%) cuya incertidumbre incluye el control de la plaga y de otros desajustes.


A la luz del agravamiento del impacto viral en los países desarrollados (- 6.3% mientras en Estados Unidos la demanda de seguros de desempleo equivalen ya a más de 14% de la fuerza laboral) es evidente que las proyecciones de la OECD de marzo (una retracción global de -0.5 puntos en 2020) estaban subvaluadas. Y que la recuperación para el 2021 (3.3%) está en discusión.


Especialmente si la vulnerabilidad de las economías emergentes y de bajos ingresos (dos terceras partes de la población mundial) se orientan a un decrecimiento de -5.4% según el FMI) es contraria a la OECD que en marzo proyectaba para ellas una contracción superior a la de los países desarrollados.


En cualquier caso, la contracción global implica la fuerte caída del volumen del comercio global de este año (entre -13% y -32%) en un escenario brumoso que incluye la menor demanda de productos básicos y una fortísima caída de los servicios (OMC).


A ello debe añadirse la retracción de la inversión de portafolio (US$ 100 mil millones) ocurrida en las economías emergentes y el extraordinario incremento de la demanda de asistencia financiera de 170 países que, con crecimiento per cápita negativo, acuden al FMI a pesar de los US$ 8 trillones -millones de millones- que sumaría el total global del estímulo fiscal realizado (FMI).


En este marco la CEPAL espera este año en América Latina una contracción de -1.8% (lejos de su magra perspectiva de crecimiento de 1.3% de diciembre pasado), el FMI -5.2% y el Banco Mundial -4.6%.


Ello supone un aumento considerable de la pobreza, una caída del valor de las exportaciones en el orden de 10.7% (CEPAL), la fuerte disminución de la inversión por aversión al riesgo y la afectación de países bien enganchados en cadenas de valor (Brasil y México) vinculadas a la economía china (cuya actividad sería ahora apenas del 57% de su PBI “típico” según el JP Morgan y que crecería sólo 1.2% este año –FMI-).


De otro lado, con la prioridad de los gobiernos orientada a fortalecer los sistemas de salud, atender a la población afectada y evitar que el sistema financiero quede más debilitado por el paro súbito de la economía es claro que la reactivación no provendrá sólo del mercado.


Si el Estado deberá desempeñar un rol fundamental en la graduación reactivadora y un mayor activismo en las políticas monetarias y fiscales en un contexto proteccionista y fragmentado, un cambio de orden interno y externo está a la vista.

Si como sugiere Kissinger, es necesario por tanto cautelar el orden liberal, éste deberá reconocer la importancia del rol estatal –que Smith contempla- si la recuperación de largo plazo va a ser consistente.


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