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  • Alejandro Deustua

Latinoamérica y Las Elecciones Norteamericanas

Si, como se dice, América Latina no tiene mayor importancia para los Estados Unidos, ¿por qué los latinoamericanos deberíamos preocuparnos por la elecciones norteamericanas cuando, salvo por el tema migratorio, la región ha sido excluida de los debates entre los señores Bush y Kerry?


La respuesta indiferente puede tener sólo razón protocolar. Pero ninguna si la seguridad ha monopolizado el debate y la posición de la superpotencia sobre el tema no cambiará sustancialmente independientemente de quién gane. En estas circunstancias el interés nacional obliga a los latinoamericanos a optar entre una mayor cooperación con los Estados Unidos y asegurarnos un rol influyente en un campo en el que sí podemos hacer una diferencia –la lucha contra el “terrorismo global”-, afirmar a la tendencia a la neutralidad regional (de la que escapan Brasil, México y Colombia) en conflictos definitorios del destino mundial o atrincherarnos en un antinorteamericanismo “a la” cubana.


La opción es especialmente urgente para los países andinos que son amenazados por el terrorismo y el narcotráfico. Pero también lo es para Brasil y Chile que han sido designados por el señor Kerry como interlocutores privilegiados en la región y que ya lo son, junto con Colombia, en los hechos, para el señor Bush. O para México donde la frontera del río Grande ha adquirido un status estratégico superior al definido por sus migrantes. O para Haití, como Estado inviable. O para Cuba, cuyo cambio de régimen se aproxima. O para Venezuela, cuyo presidente ha teñido de castrismo antiyanqui su revolución bolivariana. O para el sistema interamericano, cuyo régimen de seguridad colectiva no acaba de definirse. La mayoría optará por la cooperación y los menos por el antinorteamericanismo estéril pero ninguno por la indiferencia.


Si, de otro lado, lo que interesa es la relación económica con Estados Unidos, la preocupación por el resultado electoral –no la indiferencia- variará en la región dependiendo de cuánto dependa las economías nacionales de ese mercado. Ciertamente mexicanos y centroamericanos estarán tremendamente preocupados porque entre el 80 y 85% de sus exportaciones (México) dependen del mercado norteamericano y de tratados de libre comercio que el señor Bush desea mantener y el señor Kerry revisar especialmente en el campo de los estándares laborales. Los andinos no estarán menos preocupados dado que el TLC se ha planteando como la alternativa a al ATPDEA. Y en el MERCOSUR, los brasileños –codirectores del proceso ALCA y adalides del antiproteccionismo- no podrán ser neutrales frente a las posiciones más o menos liberales de los señores Kerry y Bush aunque la región no haya sido mencionada en la campaña. Por lo demás, Estados Unidos no está en posición de ignorar una región a la que exporta US$ 142 mil millones (2003) y en la que es inversionista principal (aunque con una preocupante tendencia a la baja).


Finalmente, en lugar de replantear la queja sobre la indiferencia norteamericana, los latinoamericanos deberíamos definir una visión del rol norteamericano en la región. Entonces quizás podríamos proponerla para los debates electorales del 2008.

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