15 de abril de 2005
Si el 2004 fue un año de extraordinaria expansión mundial (4% del PBI) que favoreció un notable incremento del comercio (9%), la desaceleración en el 2005 (3% a 3.5%) traerá consigo una disminución de las transacciones comerciales globales (6.5%) según la OMC (1).
Paradójicamente, la participación de los países en desarrollo en el comercio –que en el 2004 fue la mayor desde la década del 50 incrementándose en 31%- podría no mermar considerablemente. En efecto, la reducción esperada corresponderá más a los bienes que transan los mercados más sofisticados –telecomunicaciones e informática- que a la demanda de productos básicos de los países menos avanzados (especialmente petróleo y metales).
Esta expectativa, sin embargo, no debe ser tomada con demasiada tranquilidad por los países latinoamericanos porque su participación en el comercio de mercancías no se encuentra entre las mayores de los países en desarrollo (la estadística está fuertemente influenciada por el Asia) y porque buena parte de esa expansión se explica por la exportación de petróleo (de la que sólo México y Venezuela son influyentes productores) y las ventas de minerales (cuyos altos precios, reflejados en un 36% de incremento, son tradicionalmente volátiles).
Aunque la demanda por estos productos de precios inesatbles se proyecta fuerte en el año, la vulnerabilidad regional al incremento de las tasas de interés y a los altos costos de producción (influenciada por el incremento de los precios energéticos), retroalimentarán la contracción de la perfomance regional (de 5.5% a 4%, según la CEPAL).
Ésta, a su vez dependiente de la de los países desarrollados que también disminuirá (la desaceleración ha empezado en el segundo semestre del 2004), será afectada además por una disminución de la inversión extranjera directa y un potencial mayor decrecimiento del comercio si los intercambios en los sectores de telecomunicaciones e informática caen más de lo esperado (esta variable no es eludida por la OMC).
Aunque aún este escenario es de crecimiento, el contexto podría cambiar si el déficit comercial norteamericano de US$ 618 mil millones que compromete el 6% de su PBI sigue incrementándose sin que el déficit fiscal sea corregido y la depreciación del dólar en relación al euro, el yen y el renminbi no ayuda a corregir los serios desequilibrios globales ya reportados por el FMI.
La disminución de la inversión extranjera directa en Estados Unidos (que, en el 2004 a niveles de US$ 600 mil millones, fue menor que la del 2000) podría seguir al deterioro de la indispensable inversión en papeles hoy detentados, en desmesuradas proporciones, por las potencias asiáticas condicionando fuertemente la perfomance norteamericana.
La complicación de ese mercado, que explica buena parte del boom exportador chino (cuya capacidad ya superó al Japón en la venta de manufacturas) y de otros países asitáticos, afectaría a su vez, la demanda global y, por tanto, la colocación de las exportaciones latinoamericanas.
Del crecimiento del mercado estadounidense (y del chino), que explica el 16 % del mercado de manufacturas y el 15% del mercado de servicios, depende en buena cuenta la perfomance global en tanto el poco dinamismo de las perfomances europea y japonesa (2.6% y 2.3%, respectivamente) no contribuyen como debieran a ese objetivo. En consecuencia, si éste se deteriora, y no es compensado por otras regiones desarrolladas, el dinamismo del comercio global disminuirá aún más.
En efecto, la Unión Europea siendo responsable del 46% del comercio de manufacturas y del 48% del comercio de servicios, no está contribuyendo proporcionalmemente al crecimiento del comercio en tanto su dinamismo es menor y la gran mayoría de sus intercambios operan en el ámbito intraregional.
De allí que para mentener simuláneamente fuerte dinamismo y altos niveles exoportadores, los latinoamericanos requieran de un acceso eficiente al mercado norteamericano (a donde se colocan casi el 50% de las ventas regionales) mientras que Europa ofrece más volumen estable que crecimiento. Pero si para la región los acuerdos de libre comercio con esos mercados se evidencian cada vez más necesarios, ésta también requiere empeñarse en transformar radicalmente su estructra exportadora que, en el caso peruano, es dependiente en un 62% de productos tradiconales de intensa vulnerabilidad.
En el logro de ese objetivo la competencia con el Asia será creciente (el Asia representa el 27% del comercio mundial de manufacturas y el 20% del comercio de servicios) y necesaria tanto pora razones de mercado como geopolíticas. Pero para empezar, la referencia debe ser la ASEAN que, con US$ 550 mil millones de exportaciones de manufacturas, duplica las colocaciones externas sur y centroamericanas y supera en US$ 32 mil millones las exportaciones de servicios suramericanos (Sur y CentroAmérica apenas representan 2.6% del comercio mundial de servicios).
Pero si el posicionamiento y la inserción comercial de la región en el mundo depende de asumir adecuadamente estos desafíos, la menor y volátil incidencia de la inversión –que es el principal generador de riqueza y de progreso tecnológico- debe ser confrontada y revertida. Ni Amércia Latina ni el Perú puede depender sólo del comercio internacional. El crecimiento por inversiones debe ser también parte esencial del esfuerzo empresarial y del modelo económico de cualquier gobierno.
Comments