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Alejandro Deustua

Deuda, Argentina y Recesión

Argentina ha ingresado en su noveno default al postergar el pago de US$ 500 millones en intereses sobre bonos. Sin embargo, también ha prorrogado la reestructuración de su insostenible deuda de alrededor de US$ 65 mil millones. Ello ocurre cuando la ONU ha expresado su apoyo a los países de ingresos medios altos para que éstos sean considerados candidatos a beneficiarse de algunas de las facilidades implicadas en la eventual suspensión del servicio de la deuda de los países de menores ingresos.


Mientras esta última iniciativa ha logrado el consenso del G20, el Banco Mundial y el FMI, Argentina negocia una nueva “quita” del valor de sus bonos que oscilaría entre 60% (propuesta argentina) y 40% (propuesta de los acreedores).


Dado el mejor talante negociador este recorte no parece un remedo de la amputación kirchnerista de principios de siglo lograda en un marco coercitivo. Además debemos recordar la extraordinaria generosidad con que el FMI facilitó al gobierno del presidente Macri alrededor de US$ 50 mil millones generando la corresponsabilidad consecuente.


De otro lado, el encargado de los asuntos hemisféricos del FMI ha advertido que la recesión actual podría resultar en una nueva “década perdida” para la región (2015-2025). Estos funcionarios no suelen recurrir a metáforas catastróficas como la que en los 80 generó la crisis de la deuda.


Quizás lo hizo para subrayar el marco recesivo global agravado el por exceso de deuda. En efecto, la deuda global tiene una relación deuda/producto de 320% sumando un total de US$ 253 millones de millones. De ese monto los países emergentes son responsables de “sólo” US$ 72 millones de millones con una ratio de 225% (IIF, 3er cuatrimestre 2019). La mayor parte del resto corresponde a los países industrializados.


En comparación, Perú (34.7%), Colombia (42.7%) o Brasil (32%) (CEIC) tenían bajos niveles de deuda/PNB nominal a fines de 2019, un ratio mucho menor al del promedio de las economías emergentes. Argentina, en cambio rondaba el 90% pero por debajo de Estados Unidos que presentaba un ratio de 97% con fuerte tendencia al alza y la Unión Europea 122% (CEIC).


Es evidente que ese cuadro de solvencia externa puede contrastar con la capacidad de pago de nuestros países. Especialmente si la pandemia ha puesto a alrededor de 90 Estados en las ventanillas de urgencias del FMI complicados por sus desequilibrios de balanza de pagos e incapacidad de generar desarrollo sustentable mientras los países desarrollados se financian vía emisión de millones de millones a muy bajos intereses (EEUU) o préstamos colateralizados con bonos nacionales (UE). En ese marco, es evidente que el problema es global y como tal debe ser afrontado.


Es en ese contexto que se debe ver el nuevo problema de la deuda. Y también el de Argentina. A pesar de su cuestionable historia crediticia, ella debiera lograr un arreglo con sus acreedores para que el problema regional no agrave el problema global. Puede que ése sea también el criterio de la ONU, del G20 y del FMI bajo las circunstancias.


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