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Alejandro Deustua

Bolivia: Perjudicando La Mejor Inserción Andina

El Perú requiere mejorar su inserción en el mercado externo y en el sistema económico internacional luego de que éste mutara al impulso de su incremental apertura.


En tanto el ámbito multilateral no se presenta fluido (la ronda Doha no logra salir del estancamiento), los acuerdos de libre comercio bilaterales o plurilaterales han adquirido una nueva importancia para abrir mercados a economías fuertemente estimuladas por las exportaciones, para mejorar su competitividad externa (no pocos en América Latina han iniciado una carrera aperturista de la que depende la capacidad de atracción de inversiones) y por razones estratégicas (la capacidad de interlocución influyente está atada crecientemente a la suscripción de esos acuerdos).


Es cierto que estos acuerdos debieran ser más equitativos. Ello depende de la capacidad de negociación para aplicar el trato diferencial en ellos y del que pueda lograrse multilateralmente. Pero tampoco podemos esperar ad infinitum.. En efecto, así como es necesario mejorar la distribución de beneficios (habrá manera de hacerlo), también es necesario mejorar el posicionamiento económico del país en el mercado, en el sistema y, especialmente, en Occidente a cuya civilización, aún de manera peculiar y periférica, pertenecemos.


De allí la necesidad de culminar la aprobación del TLC con Estados Unidos (que pudo ser mejor negociado) y de iniciar la negociación del acuerdo de cooperación con la Unión Europea y del acuerdo de libre comercio correspondiente.


Sin embargo, la UE no desea negociar con cada país de la subregión andina sino con el grupo de integración subregional en su conjunto. El interés del Consejo y de la Comisión europeos es fortalecer la red de acuerdos de integración, profundizándolos más. De allí que, a pesar de la poca cohesividad andina, la UE haya decidido ir adelante con el proceso.


Para avanzar se ha recurrido a una ficción, sin embargo: dado que la CAN no es una unión aduanera y los diferentes intentos de establecer un arancel externo común han sido recusados o establecidos parcialmente (y perforados a voluntad), las partes se han puesto de acuerdo para plantearse una zona de libre comercio CAN-UE a partir de un "punto inicial de desgravación" andino.


Luego de una evaluación conjunta CAN-UE del proceso de integración subregional, que fue aprobado con criterios de buena voluntad antes que de realidad económica, el acuerdo entre los andinos para lograr ese "punto inicial de desgravación" habría llegado al 80% del universo arancelario, según la información oficial.


Este "gran avance" debería haber sido consolidado en la reciente reunión de la Comisión Mixta CA-UE realizada en La Paz. Pero he aquí que el gobierno boliviano, a diferencia de Perú y Colombia (y de la no muy decidida aquiescencia ecuatoriana), se ha opuesto a cualquier progreso. Para justificarse, las autoridades de ese país decidieron primero excluir ciertos acápites del acuerdo potencial (como el de inversiones) y luego han insistido en proclamas ideológicas (probablemente ligadas al compromiso precapitalista con el acuerdo de comercio "entre los pueblos" cobjijado en el esquema ALBA venezolano).


Para ejercer esa oposición (entre otras trabas), el gobierno boliviano ha empleado la presidencia rotativa de la CAN que, por mandato le corresponde y que debe culminar este semestre. Si ese término implicase sólo pérdida de tiempo en una negociación que debiera mostrar algún resultado para cuando se realice en Lima la cumbre entre la UE y América Latina y el Caribe el próximo año, estaríamos frente a un costo sufragable del que Bolivia debiera dar cuenta. Pero, la oposición boliviana implica la inviabilidad del conjunto de la negociación tal como está planteada ahora.


Como es evidente, ello es inaceptable para el Perú (y para Colombia, y, quizás, para Ecuador). Nuestros países sencillamente no pueden perder el acceso negociado al mayor mercado integrado del mundo (cerca de 500 millones de personas con el más alto estándar de vida), el principal exportador global, el primer inversionista en Suramérica y el principal cooperante sólo porque el país más chico de la subregión (que, por sus políticas, produce desinversión y depende fuertemente de la cooperación económica) decide oponerse por razones ideológicas.


En ese marco, Perú y Colombia (y esperamos que Ecuador) deben solicitar a la UE una negociación a la luz de los proceso que la UE ya desarrolló singularmente con México y Chile. En todo caso, el Perú podría plantear una negociación de "dos velocidades" en la que los países andinos que deseen mejorar su inserción económica y estratégica puedan hacerlo y los que quieran quedarse atrás, que lo hagan.


De manera paralela, el gobierno debe exigir a Bolivia que agregue valor al acuerdo de integración profunda que, por interés nacional histórico ha sido firmado por ambos Estados. Si el gobierno desea enrumbar a su país por caminos sin futuro, que lo haga por su cuenta. No a costa de sus vecinos.



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