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Alejandro Deustua

Arenga Olímpica para Elecciones Impugnadas

Mostrando gran optimismo por la futura perfomance de nuestros representantes en los Juegos Olímpicos de Tokio el presidente Sagasti acaba de explicar a éstos que “ningún deportista cuestiona las reglas después de perder”. Seguramente esta advertencia ética entusiasmó a alguno de los jóvenes que lo escuchaban como si se éste se hubiera criado bajo el alero del Barón de Coubertin.


Pero el país ciertamente no agradece tal despliegue de pedagogía deportiva. Si había alguna duda sobre si el Jefe de Estado encargado mantenía cierta neutralidad frente al muy oscuro proceso electoral en que nos hemos embarcado, esta vez su posición fue crudamente evidenciada: el Sr. Sagasti desea que el proceso de esclarecimiento electoral, que prosigue por una ruta tramposa y minada, se libere de una vez de los reclamos de la candidata probablemente perdedora y que el Sr. Castillo sea proclamado cuanto antes.


Bajo el grisáceo pero olímpico cielo limeño, el presidente ya ni siquiera pretende ocultar que su gobierno no ha mantenido la “neutralidad absoluta” prometida en abril último y que, en su lugar, ha tomado la posición opuesta. Ésta parece haber reemplazado a toda aspiración de exigente pedagogía de justicia y equidad capaz de corregir el comportamiento del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) y a cualquier preocupación sobre gobernabilidad futura de un escenario extraordinariamente conflictivo como el del Perú hoy.


Esa posición, quizás amparada por la anticipada e inaceptable opinión de los Estados Unidos de que el proceso electoral peruano ha sido un “modelo” para la región, por la consecuente manifestación europea (que no está basada en misión observadora propia) y por la aquiescente OEA que, tras sesiones laborales sumarísimas de las que quizás sólo pueden dar fe los sabrosos almuerzos con autoridades del JNE, emerge ahora la molicie olímpica de un presidente iluminado que nos ilustra deportivamente con su metafórica verdad.


¿A quién se le ocurre que bajo tal estado de exaltación helénica la Cancillería podía haber enviados notas de protesta a las potencias occidentales y a la UE (como sí lo hizo en los casos de Argentina, Bolivia y Nicaragua) en vez de una generalísima exhortación en defensa de elecciones libres y justas? A nadie.


Y menos al también olímpico Canciller que, habiendo presidido hasta hace poco Transparencia (ese foro de pretendida justicia electoral que hoy no ve, ni escucha, ni dice), no ha exhortado oportunamente a esa ONG y a otras similares a que, bajo reglas de reserva, asista en la demanda de entrega del padrón electoral a las partes que legítimamente protestan para que éstas puedan comprobar los serios indicios de fraude que alegan (y acallar, de paso, a aquellos que sostienen que “no hay pruebas” de tamaño delito).


Por lo demás, a la luz de los cristalinos resultados electorales que percibe el presidente, es absolutamente inviable que se pueda protestar por las deportivas maniobras que le precedieron: llevar a cabo el proceso electoral con un jurado incompleto desde el principio (sólo 4 de 5 jueces y luego apenas 3 en ejercicio); la aceptación por el Sistema Electoral de una plancha de Perú Libre carente de segundo vicepresidente (no puede postular por estar condenado por actos de corrupción) y con una primera vicepresidente cuestionada (al punto de la nulidad de su candidatura por no haber renunciado con 6 meses de anticipación a un empleo en la RENIEC, un órgano que forma parte del Sistema Electoral nada menos) como lo manda la Constitución y la ley; la aceptación, como plan de gobierno, de un ideario que plantea el cuestionamiento del Estado vigente y de sus normas fundamentales o la corrupción manifiesta de agentes del partido Perú Libre que se financia con maniobras propias del crimen organizado (dinero no declarado, venta de licencias de conducir con saldo pro-partido) bajo investigación… desde 2018!!!.


Ninguno de estos hechos pudo ser atendido por los oídos presidenciales antes de arengar a los deportistas olímpicos de Tokio. A pesar de las múltiples advertencias de fuentes diversas, su aparato cognitivo y el de su gobierno se negaron a procesarlas. Y, no obstante antecedentes contemporáneos europeos de declaración de nulidad de elecciones debido a impugnaciones de un partido contendor que estaba quedando al margen por un mínimo porcentaje de votos (Austria, 2016 que sólo mira la paja en el ojo ajeno), el presidente se da el lujo de sugerir que la protesta del opositor es inválida por extemporánea.


Por lo demás, ni antes ni después de la arenga en cuestión hemos visto al presidente Sagasti intentando organizar algún mecanismo de entendimiento post-electoral que ofrezca alguna viabilidad al gobierno que se instale este 28 de julio. Queremos creer que el foro Acuerdo Nacional, que le es cercano, servirá para algo más que para pontificar sobre el significado de los laureles olímpicos.

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